Mamá no paraba de darme instrucciones.
- Recuerda, el número del bus que tienes que tomar es el 105.
- Ok mamá
- Mira ese letrero en la esquina (Decía coca cola bien fría a 10 Metros), tienes que darte cuenta que en esa esquina tiene que girar el bus hacia la izquierda, dos cuadras más adelante tiene que subir una pendiente, de una distancia de una cancha de fútbol. Me lo decía con palabras que yo entendiera.
Me gustaba el fútbol y quería ser futbolista.
Nos bajamos del bus y mi mamá seguía dándome indicaciones para que no me equivocara. Algunas ya me las sabía y otras les prestaba mucha atención.
Una vez dentro de la escuela me dió la bendición y se retiró.
Después de 238 horas de clases por fin llegó la hora de partida. Tomé mi mochila azul y una botella de agua a medio terminar, caminé muy pensante por los pasillos de la escuela y avancé hasta la puerta de salida. Empecé a recordar las palabras de mi madre, en el bus que tenía que agarrar, en los caramelos que me compré y en los mil sucres que estaban en mi bolsillo
Ya en la parada de bus, esperé impacientemente mientras intentaba realizar una conversación con una niña rubia del otro salón. Misión Fallida.👎 Los nervios me carcomía vivo, no por la rubiecita de ojos verdes, sino por miedo a cometer un error, elegir mal el bus o quedarme dormido y llegar a "Roma".
Empecé a sentir un poquito de sueño y para no dormirme parado porque era mi especialidad, empecé a caminar confiado hacia la calle donde se supone que viene el bus.
"Ya me sé el camino","puedo irme a pie si quisiera". Me decía entre dientes.
Seguí caminando hasta que me cansé, me detuve, me senté, tomé un poco de agua y esperé de nuevo a ese miserable bus que por alguna razón estaba demorando mucho.
Después de tantos insultos mentales llegó el maldito bus, se detuvo, mire el número, si, si era el "correcto", aunque se veía un poco borroso no dudé de mis ojitos y me senté casi a lado del conductor, un poco descortés por cierto pero tenía que estar hasta adelante para tener una buena vista.
Calculo que son unos 15 minutos de viaje hasta casa.
Todo iba de maravilla como lo acordamos con mi mamá, con giros, vueltas, cancha de fútbol y letreros. Pero momentos después con mi cuerpo relajado en ese asiento duro, el sueño volvió de nuevo a mi cuerpo. No pude combatirlo y casi de inmediato caí en coma (Dormido) haciendo que no despertara hasta que el chófer y su cómplice de 6 ruedas llegarán a su última parada.
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CONTINUARÁ...
ESTA HISTORIA ES CORTA, ASI QUE LA PRÓXIMA SEMANA SUBIRÉ EL RESTO 😉