Mire hacia el frente y continúe mi recorrido en el desierto. Cada vez mi cuerpecito empezaba a pesar más, la mochila azul ya no era mochila, era como la piedra plana donde estaba sentada la señora del trabalenguas. La camisa era un chaleco antibalas, pesaba como 57 kilos. En los bolsillos del pantalón habían dos bolas de boliche y los zapatos eran botas llenas de granizo, ya no puedo más. ¡Tengo que hacer algo! Me dije mientras sentía que caminaba encima de un campo de canicas.
Me detuve, respiré y por segunda vez me armé de valor.
Vi a lo lejos que venía lento pero seguro una camioneta azul celeste del otro lado de la calle, la crucé con precaución para aventarme hacia mi otro posible Ángel. Le acerté, él señor se detuvo y me di cuenta que eran dos Ángeles.
¡Qué suerte la mía!.
Esta vez decidí decirles que estaba perdido y que quería ir a mi casa, a la Cooperativa Francisco Jacome.
- ¿Me pueden llevar por favor?. Pregunté muy desesperado.
Oí un cuchicheo.
- Estamos muy ocupados. Me respondió el señor que conducía.
- Está perdido llevémoslo. Dijo su señora esposa.
Eso alcancé a escuchar cuando de pronto…..
- Está bien, súbete atrás. Pero primero tenemos que ir a nuestra casa por unas cosas..
Esas fueron las palabras más alentadoras de mi corta vida. Sentí un alivio.
- Está bien, no se preocupe.
De pronto la roca plana era una mochila vacía, el chaleco antibalas era liviano, en los bolsillos de mi pantalón tenía un par de caramelos y las botas… Pues esas, esas si me las quité.
Ya en el carro, mis dos ángeles me llevaron a su bello hogar, que combinaba con el color de su camioneta celeste. Tenían una tiendita. Había de todo, carne, legumbres, condimentos, jugos naturales que de éste último me regalaron uno. Yo apenado y agradecido lo recibí ya que con llevarme a mi casa habrían hecho bastante.
Yo solo quería llegar a mi casa y ver a mis padres que estarían preocupados, buscándome con foto en mano, yendo a la policía a reportarme como desaparecido, preguntando en la escuela si es que no me habían visto, a los familiares, a los vecinos y hasta los desconocidos andantes.
La buena noticia es que yo estaba bien y en camino hacia mi hogar solo que ellos no lo sabían..