Mientras estaba en Marruecos, Sofia aprendió sobre los rangos de la sociedad y cómo la gente se dividía en diferentes grupos. Pero también vio cómo la gente podía superar esas divisiones y vivir en armonía. Y así, Sofia descubrió que la felicidad no depende del lugar donde estás, sino de cómo ves el mundo.
Finalmente, Sofia regresó a su pueblo, pero ya no era la misma joven que había partido. Ahora tenía una nueva perspectiva de la vida y estaba llena de alegría y sorpresas. Y siempre recordó las palabras del Caballo sabio: “El mundo es un lugar lleno de sorpresas. No tengas miedo de explorarlo”.