Tocan a la puerta. Pasan varios segundos y nadie responde, la vuelven a tocar. Laura, una mujer de treinta y tres años, de pelo rubio y de más de un metro sesenta de altura, de repente atiende. Está enojada.
—¡¿Qué querés?!— Le pregunta a Diego. Un hombre de treinta y siete años de edad, morocho y de aproximadamente un metro ochenta de altura.
—Te traje flores— Le responde sonriente con un ramo de rosas en la mano. Laura emite una mirada de asco hacia él.
—¡Felicidades! La otra va a estar muy feliz— Cierra la puerta y Diego le pone el pie para trabarla.
—Lau… Por favor—
—¡Dejáme en paz!— Le grita Laura mientras abre la puerta y la vuelve a cerrar, esta vez más fuerte. Diego retira su pie antes de recibir el golpe.
—Solo quiero hablar… por favor… te prometo que si me dejás hablar un rato te dejo en paz— Se queda en silencio hasta que Laura vuelve a abrir la puerta.
—Prometelo por tu mamá— Diego la mira a los ojos.
—Te lo juro por mi madre que está allá en el cielo— Laura suspira.
—Bien, pasá—
—Gracias—
—Cinco minutos, nada más— Le dice Laura mientras ingresa a la propiedad Diego. Le da en la mano el ramo de rosas, Laura la acepta y pasan al living en donde también tiene su cocina.
Es chico el lugar, un departamento de clase media baja, tiene un sofá y al lado una mesita de vidrio. En la cocina tampoco hay mucho, una heladera, una mesada que separa ambos lugares, una Bacha situada al lado de la ventana donde se encuentra una gran cantidad de platos sucios. Lleva hirviendo en una sartén dos milanesas. Diego se acomoda en el sofá. Laura se acerca a la cocina y tira el ramo de rosas en la basura, agarra un tenedor y da vuelta las milanesas.
—¿Qué querés?— Le pregunta ella aún con un tono enojado.
—Café, ¿tenés?— Le responde él.
—No te pregunté qué querías de tomar, ¿Qué mierda querés decirme?— Le responde Laura mientras esta vez se acerca a la pileta y se pone a picar unas cebollas.
—Bueeno... solo quería ver si estabas bien y decirte que la estás tomando muy personal todo. No sé qué crees, pero es un malentendido. Fue ella la que me dio un beso sin mi consentimiento y justo llegaste vos— Le dice Diego aún sentado en el sofá.
—¡¿Un beso?! ¡Tres años me metiste los cuernos con la puta esa!— Le responde Laura mientras pica más rápido las cebollas.
—Por favor Lau, ¿de dónde sacás tantas pelotudeces?—
—¿Pelotudeces? ¡Cuando estemos en el juzgado vas a ver la pelotudez tremenda que te mandaste! ¡Quiero el puto divorcio y todos los putos pagos necesarios para que tu hija pueda estudiar!— Le grita mientras le apunta con el cuchillo desde su lugar.
—Tu hija va a tener todo lo necesario. Pero por favor… quiero que lo consideres, no tenemos que divorciarnos— Laura deja a un lado el cuchillo y se le acerca enojada.
—Es mejor separados. Ahora es el momento también de que te vayas— Le apunta la mano mostrándole la salida.
—Lau…— Le dice Diego mientras se levanta del sofá.
—¡Chau!— Le grita ella.
—Por favor…—
—¡Andáte!— Lo empuja un poco a Diego que casi se cae.
—No seas así Lau—
—¡Andáte de mi vida!— Le grita Laura en la cara. En ese momento reacciona Diego y le tira un puñetazo justo en el cachete derecho. Laura se cae al suelo.
—No puede ser. ¿Estás bien? —Se agarra la cabeza—¿Ves lo que me hiciste hacer? —Laura se estremece un poco más mientras se toma la cara y lo observa a Diego desde el suelo— Dejáme ayudarte —Le dice Diego mientras le acerca la mano.
—No— Le responde ella esquivándolo y se levanta rápido mientras se aleja de él.
—Por favor Lau, fue un accidente—
—Andate —Le dice Laura mientras aún se toma la cara, se la nota asustada.
—Me voy. Pero primero dejáme que te ayude. Fue un accidente— Diego se le acerca, ella retrocede.
—Andáte por favor— Dice Laura mientras está por llorar.
—Te voy a poner un hielo— Le dice Diego mientras se acerca rápido a la heladera y la abre. Laura se queda parada en su lugar mientras lo mira asustada. Diego saca un vaso de hielo de la heladera y, justo cuando cierra, aparece Laura enojada a empujarlo con toda su furia.
—¡Andáte!— Diego choca contra la Bacha, se le cae el hielo. Laura se acerca rápido a la sartén que sigue friendo las milanesas ya quemadas, le tira con todo y aceite a Diego, quien se cubre con los brazos.
—¡Nooo!— Grita adolorido mientras se quema gran parte de los brazos y parte de sus piernas. Laura no duda y agarra el cuchillo con el que estaba picando las cebollas. Diego la mira aún adolorido.
—Quiero que te vayas antes de que te mate acá mismo— Dice Laura. Diego grita enojado, se sopla ambos brazos mientras camina hacia el living. Laura lo persigue despacio mientras le apunta con el cuchillo.
—Solo quería lo mejor para los dos— Dice llorando Diego.
—Lo mejor ahora es que te vayas— Le responde Laura. De pronto Diego voltea a verla, mueve la cabeza como diciendo no muchas veces.
—Eso no es una buena opción para mí— Le responde enojado hasta que decide correr hacia Laura que asustada, agarra con las dos manos el cuchillo mientras espera. Choca contra ella, el cuchillo primero atraviesa en medio del pecho de Diego, pero aun así sigue empujándola hasta chocar contra la pared. A continuación, la agarra de los hombros y de media vuelta, la tira directamente hacia la mesa de vidrio que está al lado del sofá. Se parte a la mitad dicha mesa provocándole muchos cortes en la espalda.
Diego observa el cuchillo que quedó incrustado en su pecho mientras está parado en su lugar. De pronto se la quita de manera sangrienta. Laura se levanta como puede, se tira de pecho hacia su izquierda e intenta arrastrarse con los brazos. Diego se le acerca con el cuchillo, pero ella voltea y justo al alcanzarla lo patea en la entrepierna provocando que tire el cuchillo.
En ese momento Laura se levanta, corre hacia la salida y abre la puerta. Pero Diego no se rinde, la atrapa justo cuando estaba por salir. La atrae de vuelta hacia la casa tirándola para atrás. Cierra la puerta enojado mientras ella intenta volver a levantarse, cosa que logra hacerlo y corre hacia la cocina. Diego levanta el cuchillo, se le acerca a Laura que agarra lo primero que ve cerca que es la tabla de picar.