Las Piezas Mayores fueron las primeras en llegar al punto de partida. Todos a excepción de Cai estaban esperando a los Peones. Así como el Rey lo había ordenado, ninguno llevaba el uniforme oficial ni la armadura que se les había dado la noche anterior.
Bynner suspiró y atusando sus bigotes dijo: -Detesto estas formalidades sin sentido. No entiendo por qué esperar un año para pelear, deberíamos ir directo al grano. Perforar unos cuantos pechos, volarle la cabeza al Rey y ¡listo! a esperar para la próxima Guerra, ¿Qué hay de complicado en ello?
Ronnman asintió. -Totalmente de acuerdo, - él junto con Crishcas eran los que estaban más cerca del Caballero.
Entre divertida y sombría, Danna sacudió su cabeza: - Todo es sencillo para ustedes.
-Normalmente apoyaría a Bynner, - opinó Crishcas sentado y con su barbilla en la mano, - aunque no creo que entrar a una batalla sea la mejor idea en estos momentos - dijo mirando a los Peones que se aproximaban silenciosos y cabizbajos.
-Sí, sí, - Bynner se rascó la barbilla en gesto pensativo contemplando también a los jóvenes Guerreros.
- Solo catorce - observó Danna. - Esto no se siente bien.
-Temo que tampoco se sentirá bien cuando lleguemos a ser dieciséis, - añadió el otro Caballero mirando en ese momento a Alexandria quien tenía un aire ausente. Bynner estaba seguro de que pensaba en su difunta mejor amiga.
El Rey miró a Jim y Rochelle. -Sin caballos, - ordenó.
-¡¿Qué?! - profirió Rochelle. Todos los Peones intercambiaron miradas.
-No vamos a luchar. Los caballos se quedan.
-¡¿Entonces por qué llevar espadas?!
-Oh, no podemos ir completamente indefensos, - fue la respuesta de Bynner.
-¡Eso no tiene sentido!
-Los caballos se quedan, - repitió el Rey con tono terminante.
Molesta, Rochelle desmontó a Boris. Jim tardó un poco más; Kháli lo miró con lástima, Daphni había sido su único consuelo. Ambos caballos eran lo suficientemente inteligentes para saber que debían regresar al establo.
Decidiendo ignorar el silencio persistente de los Peones, el Rey dijo: - Vamos - y reunidos salieron del escaque. El mutismo de los jóvenes Guerreros se desvaneció cuando aterrizaron sobre un nuevo suelo.
-¿En dónde estamos? - preguntó Kháli, ninguno de los Peones reconocía la tierra.
-En el mundo vacío, el primer escaque de la sección Aika.
Los Peones se helaron, era la primera vez que viajaban a un mundo negro y no solo eso, sino que estaban en la misma tierra en que Alexandria había eliminado a los ocho Peones traidores hacía casi dieciocho años. A pesar de que había transcurrido tanto tiempo, Kháli casi esperaba ver los cuerpos aún tendidos en el suelo, pero la tierra se presentaba desierta ante ellos. El césped era de color negro; había pocos árboles a su alrededor, todos ellos de color naranja, un par de grandes rocas era lo único que adornaba la superficie por lo demás plana. No existía viento ni pájaros que los distrajera del silencio abrumador.
Bynner lucía disgustado. -Tarde como siempre.
-Vamos, - indicó el Rey que comenzó a caminar.
-¿Por qué aquí? - preguntó Rochelle mientras seguía al Rey. - ¿Por qué este escaque?
Todos comenzaron a avanzar. -Los Guerreros Negros tienen un enfermo sentido del humor - comentó Danna.
-¿Ellos escogieron este lugar? ¿Y por qué aceptamos?
-Porque no tenemos nada de qué avergonzarnos y nada qué temer, - respondió la Reina tranquilamente caminando junto al Rey. - De hecho, creímos que era una perfecta oportunidad de honrar las acciones de Rita; sin ella, Fausto hubiera tenido éxito. Sólo el cielo sabe dónde estaríamos ahora.
Kháli miró a su mentora; como siempre, el rostro de Alexandria no revelaba nada. Por primera vez desde que era Guerrera, contemplando el campo y los árboles, Kháli se preguntó cómo había sido la batalla en esa Tierra. Ocho Peones traidores liderados por un Alfil contra un Alfil y Torre leales a su Imperio. Si Rita y Alexandria no hubieran salido victoriosas, era claro que ni Kháli ni ninguno de sus amigos estaría ahí, siendo ellas las que les revelaron su verdadera identidad. Kháli se estremeció al pensar en ello y silenciosamente dio las gracias a Rita en medio de ese terreno vacío y se dio cuenta que no fue la única afectada; con los puños apretados y los ojos entrecerrados, Cai también contemplaba el campo. ¿Qué hubiera sido de él? se preguntó ella, ¿Seguiría vagando por las calles? ¿Se hubiera convertido en un criminal o Valerie lo hubiera podido aniquilar? Kháli se estremeció por segunda vez y recordó que Cai había perdido a su mentora al igual que a Diana. A pesar de que Rita no logró contagiar su alegre personalidad a su discípulo, ella y Cai pasaron mucho tiempo juntos en entrenamientos y charlas sobre los deberes de la Torre, era lógico suponer que también se sentía afligido por ello aunque lo disimulara.
Las Piezas Mayores se detuvieron y mantenidos en un silencio respetuoso contemplaron el terreno frente a ellos, los Peones asumieron el mismo aire pues supieron que ahí había sucedido todo. Cada uno conmemoró a Rita y la magnífica Torre que había sido. El miedo que los Peones sentían en ese momento hubiera podido ser extinto por los comentarios jactanciosos y socarrones que tanta falta harían de ahí en adelante.