La Batalla de los Treinta y Dos (libro 3 y Final)

Capítulo 11

El caos se desató como nunca. Reff se alejó corriendo, los padres de Kháli gritaban, Jim intentaba calmar a su hermana menor mientras él exigía respuestas, Gertrude siguió a Reff, los caballos estaban fuera de control; Rochelle le gritaba a Ronnman, Crishcas revisaba un cuaderno apresuradamente, Alexandria se llevaba el cuerpo de Julian con la ayuda de la Reina y los pueblerinos discutían entre sí.

Nada de esto notó Cai quien parecía estar clavado en su lugar, la imagen de Kháli desapareciendo con las marcas de traición se repetía infinitamente ante sus ojos sin que pudiera procesarla. No había reconocido su propia voz cuando gritó creyendo que eso detendría lo que Alexandria estaba haciendo.

-¡¿Qué demonios fue eso?! - preguntó furioso, silenciando toda conmoción.

-¿Acaso no lo ves? - preguntó el Rey a pesar de que la mirada de Cai no se apartaba de Alexandria. - Kháli hirió de muerte a uno de los suyos y desobedeció mis órdenes.

-Con todo respeto, su majestad - interrumpió Lyonel con extrema timidez. - Ella salió porque yo…

-Estoy al tanto de lo sucedido, Lyon. Kháli tenía prohibido salir del escaque.

-¿Y qué esperaban? - preguntó Rochelle, - ¿Que se quedara recostada mientras Lyon era asesinado como Geratyne?

-No estás entendiendo, muchacha, - dijo Bynner tristemente. Cai lo entendía, pero no quería aceptarlo. - No importa en qué condiciones estemos, a cualquiera de nosotros se nos haría muy difícil desobedecer una orden directa del Rey…

-A menos que nuestra lealtad ya no estuviera con él, - finalizó Ronnman.

Los Peones permanecieron en silencio, sus semblantes expresando toda la indignación que sentían.

-Pero ella… solo quería despertar a Rik, - dijo Jim quedamente. Nadie le prestó atención.

Cai vio cómo se llevaban a Julian.

-El Imperio Blanco es más desastroso de lo que pensaba, - comentó su nueva discípula, a quien Cai no tenía el más mínimo deseo de entrenar. Apretando los puños, se alejó de ella; su intención era hablar con Alexandria, pero Bynner se interpuso.

-Piensa bien lo que quieres hacer, muchacho.

-¿Qué hay que pensar? Voy a averiguar a dónde fue enviada Kháli y a traerla de vuelta.

-Un marcado tiene prohibido volver a pisar las tierras de donde fue expulsado y cuando alguien traiciona al Imperio y se le colocan las marcas, las brechas a todos los mundos son abiertas para que pueda ser expulsado a cualquier lugar...

-¿Insinúas que ni siquiera Alexandria sabe dónde está? Como si fuera a creer eso. - Cai sentía su enojo transformarse en desesperación. Hizo todo lo que pudo para ocultarlo.

-Pienso que si lo supiera, no te lo diría. Además, tienes a miembros del grupo de los cuales preocuparte aquí....

-¡Kháli merece ser un Peón más que la mujer que escogieron para que yo entrenara!

-Me refería a Reff. - Cai sostuvo el aliento; ante su atención, Bynner alzó y acarició su propia barbilla. - No sé qué le pasa a ese chico, cada día se vuelve más extraño, pero a él sí puedes y debes buscarlo y traerlo de vuelta…

-No entiendes, ¿cierto?. - Cai se sorprendía de su tono pues nunca había confrontado al Caballero de esa manera. Bynner lo miró desconcertado. - Hace menos de cinco años Reff estaba encerrado en un manicomio, puede que ustedes nos salvaran al final, pero fue Kháli quien lo sacó de ahí. Fue Kháli quien lo hizo parte de los Guerreros. Ella juntó a los Peones. Reff perdió a su hermana, pero sentía que aún podía continuar porque era Kháli quien representaba el enlace que él tenía con los Guerreros; ahora, ese enlace fue roto y probablemente la lucidez de Reff también.

Se alejó rápidamente del Caballero antes de darle la oportunidad de responder.

Furioso, entró al bosque. Intentó gritar el nombre de Reff, pero no logró hacer salir ningún sonido. No era a Reff a quien quería buscar.

Enterró las uñas en sus palmas hasta sacarse sangre. - ¡Maldición! - gruñó.

De pronto sintió unos movimientos acelerados cerca de él y vio a Crishcas a lo lejos corriendo entre los árboles. Lo siguió sin vacilar hasta que el Alfil se detuvo y cuando vio que estaba a punto de salir del escaque se apresuró hacia él y bruscamente tiró de la parte delantera de su uniforme.

-¡Por todos los mundos! - exclamó el Alfil tartamudeando. - ¡Por un momento pensé que eras un oso!

-¡¿Dónde está?!

-Cai, escúchame.

-¡Sabes dónde está! ¿No es así?

-¡Baja la voz! Sí, Cai, lo sé, pero…

-¡Llévame contigo!

-¡No! ¿No te das cuenta lo peligroso que sería para ella?

-¿De qué estás hablando?

La ira de Cai hacía que sacudiera al Alfil con una fuerza incontrolable. Crishcas intentaba calmarlo sin resultado.

-¿De qué hablas? - volvió a preguntar.

-El Imperio Negro está detrás de Kháli, pero como ha dejado de ser Guerrera, tampoco ellos conocen su localización. Estarán pendientes de nuestros movimientos para poder encontrarla; tal vez yo haya hallado una forma de protegerla, planeo estar menos de dos minutos con ella aunque solo eso presenta un gran riesgo.




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