La Batalla de los Treinta y Dos (libro 3 y Final)

Capítulo 12

Las palabras en el suelo

No había parte de su cuerpo que no le doliera, además sentía picazón en sus brazos y piernas.

¿Otra vez inconsciente? Kháli se sentó sintiéndose molesta. Restregó sus ojos y los abrió para encontrarse en una habitación desconocida nuevamente.

-Al menos no parece un hospital, - comentó observando sus alrededores, deduciendo fácilmente qué tipo de persona residía ahí: una acaparadora. Un simple vistazo fue toda la molestia que se tomó con lo que le rodeaba antes de levantarse, vestirse lo más rápido que pudo y salir.

El resto de la casa estaba en las mismas condiciones. Libros, platos, muñecos, telas y otros objetos ocultaban los muebles que se encontraban debajo.

Intentando no pisar nada, se dirigió hacia la puerta que se encontraba abierta.

-Oh, ¿estás viva? - preguntó un hombre que parecía estar recogiendo piedras. - Sí lo estás, ¿no? Después de la fiebre de anoche, no pensé que lo lograrías, pero lo hiciste ¿sí?. ¿Fue mi melodía la que te trajo aquí?

-No, ¿Tú eres Ingus? - preguntó Kháli abrazándose a sí misma, intentando en vano bloquear el viento que la azotaba y esperando que aquel loco no fuera el hombre que buscaba.

-Me sorprende que hayas podido encontrar mi casa en ese estado, sí, me sorprende. Tuviste mucha suerte, sí, mucha suerte.

-¿Suerte? - preguntó atónita y enojada. - ¡Fui expulsada de mi hogar! Yo… - se detuvo al mirar a su derecha. - ...Wow.

Estaban en la cima de una colina y a un lado se extendía una inmensa cantidad de árboles, eran tantos que no se podía ver dónde terminaba el bosque y estaban tan unidos que era imposible contarlos.

-Si te hubieras desviado un poco, te hubieras perdido para siempre. Sí, lo hubieras hecho, - continuó diciendo el desconocido.

-¿Qué hay del otro lado?

-¿Qué? ¿El otro lado de qué?

-Del bosque. ¿En dónde termina?

-No lo sé, no, jamás he entrado, no. Nadie lo ha hecho en siglos, mucho menos cruzado, no. Es el bosque infinito, todos se pierden si entran, sí.

Kháli quiso preguntar algo, pero un ataque de tos se lo impidió.

-Vuelve, vamos, vuelve adentro. - Ingus la guió y cerró la puerta tras ellos. Los papeles y bolsas dejaron de volar. - Y pon tu cabeza entre tus rodillas, sí haz eso.

Cuando Kháli se hubo calmado, tenía lágrimas en los ojos y apenas podía respirar. - ¿Qué me está pasando? - preguntó con voz carrasposa.

-Los Guerreros gozan de inmunidad a muchas cosas ¿sí?; tú has dejado de ser una así que estás más vulnerable, sí. La noche que llegaste hacía un frío terrible, el uniforme te hubiera protegido, lo hubiera hecho, pero no lo tenías puesto, no...

-Se lo di a los ShadowSliders, - explicó alzando la cabeza e inhalando profundamente. Por primera vez pudo ver el rostro de Ingus, este era un hombre del mismo tono de moreno que Crishcas, su cabello rizado parecía ser una nube negra y gris sobre su cabeza; se mantenía con su boca abierta dejando ver una serie de dientes amarillos pequeños que estaban rodeados por una impresión negra rectangular; cada uno de sus ojos vidriosos también resaltaba por la misma marca. Las marcas de traición. - Fuiste un Guerrero también, - comentó ella en tono bajo.

-Qué perceptiva, sí, - masculló sin mirarla a los ojos y cambiando el sitio de cosas al azar. Era un hombre alto, pero parecía permanecer encorvado gran parte del tiempo buscando cosas en el suelo.

-Me duele mi estómago, - dijo queriendo ponerse cómoda.

-No has comido mucho, no, intentemos con un poco de lentejas.

Le entregó un pequeño tazón con comida caliente. Una cucharada fue todo lo que pudo probar antes de devolver violentamente el poco contenido que tenía en su estómago. No sabiendo dónde estaba el baño, apenas tuvo tiempo de salir de la casa.

-Demonios, - Ingus colocó el tazón a un lado y guió a Kháli hacia adentro de nuevo.

-Lo siento, - balbuceó Kháli entre su tos.

-Es otro de los cambios, sí.

-...¿Vomitar?

-Todo lo que estás sintiendo. Los Guerreros se adaptan mejor a cualquier cambio ambiental; son capaces de sobrevivir con cualquier alimentación y poco descanso, sí. Pero tú ya no, tu estómago ha rechazado todo lo que he intentado darle en estos últimos seis días.

-¡¿Seis días?! - se puso de pie en un salto solo para tambalearse y caer de rodillas. - ¿He estado aquí seis días? - preguntó jadeando. - Tengo que irme.

-¿Y a dónde irás, eh? - Ingus tiró el tazón con el resto de platos sucios que había en el lavadero antes de ayudarla a sentarse. - Eres una marcada, la mayoría de escaques presentan un peligro para ti ahora, sí. Por cierto… ¿Qué hiciste para que te marcaran? Olvida mi pregunta, supongo que tiene algo que ver con el ánima que portas.

Kháli se llevó la mano a la frente-...¿Cómo sabes que llevo un ánima? - preguntó con sospecha.

Ingus no respondió, balanceaba su cabeza de un lado a otro y alzaba y descendía sus cejas. Kháli lanzó un quejido, no entendía por qué Crishcas la había enviado ahí.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.