La Batalla de los Treinta y Dos (libro 3 y Final)

Capítulo 16

El entrenamiento para dominar el Tecno probó ser más duro de lo que Kháli pensaba. Por la experiencia que tenía, creyó que el poder surgiría automáticamente, pero cuando Ingus había dicho que se trataba de “obligar” a la naturaleza a brindar Ayuda, era precisamente eso. Era imposible explicarlo mejor. Kháli descubrió que ese forcejeo requería gran cantidad de energía por su parte, tanto mental como física.

Ingus seguía mostrándose reacio a asistirla y lo hacía solo después de muchas amenazas y gritos por parte de ella. La frustración de Kháli se vio prontamente compensada con pequeños resultados; a pesar de la debilidad que le sobrevenía por el esfuerzo, pudo volver a hacer las pequeñas cosas que hacía cuando comenzó a ser Peón.

Esto la ponía de buen humor. Cuando era así y quería descansar, se ofrecía a ir al Mercado Blanco a intercambiar cualquier cosa que Ingus tuviera por comida; mas se percató que esto tampoco era tarea fácil; la gente, al verla marcada, la intentaban repeler tirándole cosas, amenazándola o insultándola. Kháli respondía a estas injurias de la misma manera, varias veces estando a punto de invocar la Techno solo para deshacerse de tan molestos individuos. Ingus era quien finalizaba con la riña, extrayéndola y obligándola a regresar.

Eran pocos los que aceptaban negociar con ambos marcados, siendo los Shadowsliders los únicos que no mostraban repulsión aunque sí desconfianza.

-¡¿Un trozo de pan por dos linternas, un jarrón y tres servilletas?! - exclamaba Kháli, echando humo por la cabeza mientras el Shadowslider se cruzaba de brazos - ¿Estás loco? ¡Merezco por lo menos una tira entera!

El Shadowslider sacudió su cabeza y balbuceó algo en su idioma.

-¡No entiendo lo que dices! ¡Si no me das el pan, te lo arrebataré! ¡No permitiré que me robes!

El Shadowslider continuó hablando y agitó la ropa de Kháli entre sus dedos.

-¿Por qué les interesa tanto la ropa? ¡Esta ni siquiera es de Guerrero! No puedo dártela, ya no tengo otra que ponerme. Pensarías que Ingus tendría más atuendos entre tanta basura, - musitó.

El Shadowslider volvió a sacudir la cabeza y se cruzó de brazos.

Kháli se enfureció y sintió en su interior el deseo de utilizar la Techno. Bruscamente, tomó al Shadowslider del pescuezo. - ¡Debería partirte en dos y llevármelo todo!

De pronto algo cayó sobre ella tirándola al suelo del golpe. Levantó la vista, pero solo pudo ver a los Shadowsliders esparciéndose como moscas espantadas. Con el peso encima, no lograba ver a su atacante

-¡¿Pero qué…?! - antes de tener tiempo de forcejear, sintió como si el suelo desapareciera bajo su cuerpo.

Estaba siendo obligada a viajar entre escaques.

Aterrizó bruscamente, perdiendo el aliento. Se vio obligada a toser varias veces haciendo que el dolor en sus extremidades, por el golpe, incrementara. Se incorporó parpadeando y tambaleándose y vio que el suelo debajo de ella parecía estar hecho de fuertes alambres de hierro. Cuando recuperó el aliento, se dio cuenta que estaba dentro de una jaula de tamaño humano, colgando del techo de la biblioteca más enorme que había visto en su vida. El inmenso tamaño del edificio y las estanterías la tuvieron aturdida unos instantes y olvidó temporalmente los moretones que se apresuraban a salir.

Jamás había visto tantos libros. Estaba rodeada por ellos en todas direcciones y parecía que las filas se perdían en el infinito.

Unas voces que provenían desde abajo la distrajeron. El suelo parecía estar a 15 metros debajo de ella. Entrecerró los ojos y para su sorpresa distinguió al papá de Alan que discutía calurosamente con una criatura que tenía la cara de mono, alas de murciélago y patas y pico de cigüeña.

-¡No puedes mantenerla aquí! ¡¿Sabes lo que eso implica?! ¡Obviamente no! - vociferaba el padre de Alan.

-Los criminales que atentan personalmente a la Biblioteca Universal, son prisioneros de la Biblioteca Universal - decía la criatura con voz grave, - y francamente, tú también deberías estar encerrado en una.

Instantes después, Kháli cayó de pie al lado de ellos.

-¡¿Pero cómo…?! - las alas de la criatura se agitaron por la sorpresa.

El papá de Alan rodó los ojos e hizo un gesto hacia ella. -Era una Guerrera, es de esperarse que una jaula no la vaya a contener…

-¿Fuiste tú el que me atacó y me trajo aquí? - Kháli avanzó amenazadoramente hacia la criatura. Él la ignoró completamente.

-¡Dijiste que sus habilidades se reducían cuando dejaban de ser Guerreros! - la criatura levantó un dedo acusatorio hacia el padre de Alan.

-Y así es, - respondió él. Se acercó a Kháli y la examinó de cerca, pero supongo que algunos aprendizajes no pueden simplemente desvanecerse. Hola, Kháli ¿Cómo te sientes?

-Ho...hola - respondió ella torpemente al ver invadido su espacio personal; no sentía la misma vergüenza que Cai o Jim la hacían sentir; el papá de Alan la miraba como si fuera un espécimen frágil, nuevo y no como si fuera una traidora.

-Déjame ver, - dijo él y sin esperar su permiso tocaba las marcas de sus ojos. - ¿Te duelen?

Ella retrocedió un poco. -Al inicio ardieron, pero ahora es solo un constante cosquilleo…




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