La Batalla de los Treinta y Dos (libro 3 y Final)

Capítulo 26

Unos momentos después, con lo que ofrecían sus ojos, ella prefirió regresar a los círculos explosivos.

Las tribus de AntroFranks los rodeaban. Pronto vio acercarse a dos figuras. Una tenía que ser el padre de GeroTank y la otra era Rochelle. El padre de GeroTank habló toscamente y de forma preocupada, Kháli no podía entender lo que decía.

GeroTank yacía en el suelo jadeando e intentando, con poco éxito, detener la sangre que continuaba emanando. Su padre llegó con una expresión extremadamente afligida y se arrodilló junto a él. Le hablaba al hijo y con telas cubría la herida. Gritó algo y cuatro AntroFranks se acercaron y se llevaron a GeroTank a una de las cuevas más cercanas.

-¿Kháli? - Kháli creyó estar lista para la furia de Rochelle, pero en su lugar encontró más agonía que indignación. - ¡Por favor dime que no fuiste tú la que le hiciste eso! ¡Dime que fue él! - imploró señalando a Dereck con la barbilla. - ¡Por favor dime que no fuiste tú!

Pero el trozo de espada ensangrentado aún estaba en manos de la verdadera culpable y sus ojos, clavados en el suelo, no tenían defensa para ella. Ante su silencio, Rochelle se enfureció.

-¡¿Por qué?! ¡Las heridas de los AntroFranks no pueden cerrarse! ¡Tú lo sabes! ¡¿Qué sentirías si yo fuera en estos momentos a apuñalar a Rik?...

-¡No es lo mismo!

-¡Claro que no es lo mismo! Porque aunque lo apuñalara, él no moriría. Tú… tú lo mataste.

-¡No, Rochelle! Bill se apareció ante mí. Me dijo que GeroTank no moriría aunque lo hiriera…

-¿Billmorthei dijo eso? - preguntó Rochelle sin creerle. - Y dime, ¿cómo se puede salvar? - Pero sin esperar su respuesta, se volvió y entró a la cueva. Sin saber qué más hacer, Kháli la siguió. Dereck también se mantenía cerca.

Las telas absorbían la sangre de GeroTank sin poder detenerla. - Intente con esto. - dijo Rochelle quitándose la capa y se la entregó al padre para que la colocara sobre la herida. La hermosa capa beige no tardó en comenzar a tornarse roja. Rochelle le susurraba al oído palabras cariñosas, pero GeroTank había perdido la conciencia. El padre dijo algo y Rochelle negó con la cabeza y comenzó a llorar. - Yo no puedo salvarlo. ¿Puedes tú? - Preguntó, sus ojos acusatorios regresando a su antigua compañera.

Kháli apretó los puños. Bill no le había dicho cómo ayudar al AntroFrank y ella no se había molestado en preguntar considerando que no planeaba herirlo. - ...No.

-Yo, sí.

En la entrada de la cueva, medio recostado en la pared, estaba Lince. Los AntroFranks dieron un grito ahogado y discretamente intentaron alejarse de él.

-Esto te interesará escuchar. “Tatab´exik”, - le susurró Derick al oído y los murmullos que antes sonaban indistintos a los oídos de Kháli, se volvieron claros y comprensibles.

-¡Un Alfil Negro!

-No es solo un Alfil Negro, es Lince.

-¿Cómo llegó aquí?

-¡Es un Alfil!

-Que alguien le quite la máscara.

-Nunca se ha visto su cara.

-Dice que puede salvar al hijo del jefe.

-Eso es imposible.

El padre de GeroTank se irguió y con una expresión seria se acercó sin quitarle la vista al recién llegado. Se detuvo a una distancia que consideró segura y le indicó que tenía toda su atención.

Lince extrajo una extraño frasco que parecía ser mezcla de una cantimplora y un termo. - Tengo una pasta que estoy seguro puede sellar la herida en un AntroFrank…

-¡Qué conveniente! ¿no? - Rochelle se puso de pie y desenvainó su espada. Fue detenida por el brazo del jefe. - ¿Y por qué los Guerreros Blancos nunca habíamos escuchado de esa pasta milagrosa?

Los lentes negros de la máscara de Lince parecieron posarse sobre ella. - Porque no existía hasta recientemente. Verás, es un extracto de cadáveres de Dacterianos. Los Dacterianos son una curiosa especie que puede absorber el material con lo cual es atacado y desarrollar…

-Una resistencia a ello. Ya lo sabemos.

El padre de GeroTank la miró de reojo pues todo eso era nuevo para él. Rochelle señaló a Lince con la punta de su espada. - No has respondido a mi pregunta.

-La piel de un AntroFrank es resistente, pero hay un material más duro aún.

Rochelle retrocedió. - La espada de un Caballero.

-Precisamente. Lo único que debía hacerse era matar a Dacterianos con una de esas espadas y estos absorberían un poco de aquel material tan poderoso. Se necesitó de una inmensa cantidad, pero al final eso no fue problema.

-Entonces no has probado esta...pasta - señaló el jefe.

-Aún no, pero estoy seguro de que funciona, - aseguró Lince ofreciéndole el frasco.

-¡Alto! - exclamó Rochelle. - No creo que los estés ayudando por tu buen espíritu.

-No. Es obvio lo que pido a cambio.

El jefe frunció el ceño. - Explícame.

Lince hizo un lento gesto con los brazos. -La pasta por tu lealtad y la de todos los AntroFranks. Este escaque ya no podrá ayudar ni se comunicará con el Imperio Blanco.




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