Era la primera vez que la hacían llamar a las habitaciones del Rey. Con paso lento, subió hasta lo más alto del castillo y fue recibida por un par de enormes puertas negras. Estas se abrieron a su paso y entró.
La habitación era la más grande que había visto, con altas ventanas que tenían marcos negros, una gran cama en el centro, una chimenea en la izquierda y un enorme jarrón con forma de reloj de arena en la derecha.
Rubén estaba recostado sobre la pared, la usual sonrisa socarrona plantada en su rostro. La Reina sentada en una elegante silla al lado opuesto y el Rey contemplando el líquido gris dentro del jarrón.
-¿Quién era el otro sujeto que estaba con Zador? - preguntó el Rey Mathán, toda cortesía y gentileza había abandonado su voz.
-No lo sé. Un zoomorfo, un aliado de él con cara de Águila. No sé su nombre.
-¿Lo busco para degollarlo? - preguntó Rubén.
El Rey dio unos toquecitos al reloj de arena. - Hazlo. - Giró y se acercó a Kháli. Sus movimientos eran lentos, pero ella veía lo enojado que estaba. - Me parece que aún no entiendes qué es lo que intentamos hacer aquí… ¿Qué pasa? - preguntó impaciente al ver que Lince aparecía en las puertas.
-El nacimiento de un bebé, - fue lo único que dijo.
Kháli sintió un horrible escalofrío, en su tiempo ahí no había visto a niños, animales (aparte de los zoomorfos) y mucho menos a bebés; no se imaginaba a un infante existiendo en medio de aquel infierno. Esto pareció irritar más al Rey.
-¡¿Qué tiene que suceder para que esta gente deje de reproducirse?!
Kháli lo miraba expectante, temerosa ante la idea de cualquiera asesinando a un bebé.
-¿Me crees un vulgar psicópata? - le preguntó el Rey al ver su expresión. - ¿Por qué razón mataría a un bebé? - a Lince le dijo: -Envíalo a la Tierra y mata a los padres.
-¡¿Lo dejarán ahí solo?! Eso sería como matarlo.
Él se encogió de hombros. -¿No es eso lo que hacen los humanos? ¿Abandonarlos en baños públicos o lanzarlos a un barranco?
La Reina Mazamba no abandonó su lugar ni su aire tranquilo, pero su voz resonó por toda la habitación cuando preguntó: - ¿Se me permite recordarte qué sucedió con el último bebé que enviaste a la Tierra?
El silencio que siguió a sus palabras cayó sobre todos y Lince que estaba a punto de irse se detuvo. El Rey perdía su paciencia. - ¡Siendo testigo de cómo creció y se volvió una Torre, no necesitas decírmelo!
-...¿Cai? - preguntó Kháli.
El enojo del Rey se tornó en gesto pensativo. -Está bien, no mates a los padres.
-Muy tarde, - dijo Lince.
El Rey rodó los ojos. - Te diré qué hacer después, por ahora me encargaré de Kháli. Ven conmigo.
Salió de la habitación y ella no se atrevió a desobedecer. La Reina y Lince no los siguieron.
Cuando salieron del Castillo, la Torre que no era Collan se les unió. Kháli no recordaba su nombre. Junto a dicha compañía, los habitantes se alejaban al verlos. Caminaron un largo tramo antes de salir del escaque.
El bullicio fue sustituido por total tranquilidad. Lo rojizo del panorama se tornó tan claro que Kháli tuvo que entrecerrar los ojos en lo que se adaptaban. El olor rancio desapareció dando lugar al olor fresco de la naturaleza y el hermoso cantar de los pájaros llegó a sus oídos después de meses sin escucharlo
-Kháli, - dijo el Rey llamando su atención. - Nuestro propósito es convertir a todos los seres posibles en Maiestas, ¿no lo recuerdas? Ese es nuestro objetivo, lograr desaparecer las enfermedades, las debilidades y la violencia.
-Tus palabras me parecieron bonitas cuando las escuché por primera vez, pero luego de vivir en el Imperio Negro todo este tiempo, no les veo sentido. ¿Por qué ustedes propician tanta violencia e incitan que se maten unos a otros?
El Rey comenzó a pasearse. - Les damos la oportunidad a todos de convertirse en Guerreros, necesitamos a los más fuertes y astutos de nuestro lado para combatir en la Guerra. Todo lo que ves en el Imperio Negro es un medio para llegar a nuestro último fin: ¡queremos el regreso de los Maiestas! ¡El regreso de la perfección!
-¿Y si los Maiestas son tan perfectos, por qué no conviertes a todos los Guerreros Negros en ellos? - confrontó ella. - ¿O tienen miedo a morir en el intento? Si es así, no merecerían combatir, ¿no es esa su lógica? solo deberían de ser reemplazados por alguien más capaz
-Morir no es el problema…
-¿Entonces? ¿Por qué no toman la inyección ustedes?... o tú como Rey.
El Rey Mathán le indicó un camino. -Me alegra que lo preguntes. En lugar de responder, te lo quiero mostrar.
Kháli dio unos pasos sobre el césped fresco. El camino indicado por el Rey atravesaba unos árboles frondosos. Cuando cruzó esa pequeña parte, se encontró con un paisaje similar en donde el suelo era verde y el lugar estaba rodeado de árboles grandes y poblados. En el centro, había un árbol que hacía gran contraste con el resto de la naturaleza ya que este era de mayor tamaño, pero de un color completamente negro. Las ramas no se divisaban en aquel follaje oscuro y brillante; se veían lianas negras tocar el suelo y agitarse lentamente con el soplar del viento.