La Batalla de los Treinta y Dos (libro 3 y Final)

Capítulo 46

Ya no esperaba a que alguien la atacara. Cualquiera que estuviera cerca de ella, moría por su mano, pues poco a poco se dio cuenta que no había ser en ese mundo que mereciera ser perdonado. Los habitantes comenzaron a evitarla; intentaron emboscarla varias veces y aunque salía muy herida, al final siempre era victoriosa. Otros la observaban de lejos, esperando a que la debilidad la tirara al suelo o seguros de que la vencerían en el coliseo.

A pesar de que se encontró a sí misma con días tranquilos, conseguir comida era siempre difícil. Tan difícil que comenzó ella a emboscar a otros para arrebatarles lo que tuvieran, pero eran siempre miserias. Con las manos vacías y más cansada que antes, abandonaba los cadáveres sintiéndose molesta.

Tomó refugio en la enorme construcción que había encontrado el día del fallecimiento de Melvin. Nadie se le acercaba en ese sitio excepto por Sten.

-Vine a traerte la cena, - dijo alegremente mientras le mostraba una rata sangrienta.

Ella le dio la espalda. -Muérete.

Sten lanzó el animal a un lado y comenzó a caminar por el lugar. - En medio de esta porquería, debes extrañar el Castillo.

-Cállate.

-Y a tus amigos.

Ella lo miró con odio. -Ustedes no son mis amigos.

Él se rió y se acercó. - Hablaba de tus antiguos compañeros.

Ella se tensó. - Tampoco son mis amigos.

-No lo sé… Obviamente tienes una conexión con mi hermano. Fuiste para ayudarlo en el escaque seco aunque no le serviste de mucho. Y ahora estás aquí en el lugar en que él nació.

Kháli sintió su sangre helarse.

-Nació aquí de mi pobre madre. Collan y yo ya habíamos sido arrebatados por el Imperio Negro. Vieron potencial en nosotros, pero Cai era un bebé débil. Mis padres y su grupo estaban planeando un ataque a los Guerreros Negros, ¿puedes creerlo? se reunían aquí para rezar y tramar. El Rey mandó a sellar este edificio desde afuera, dejándolos sin agua y sin qué comer después de que enviara al escuálido bebé a la tierra . Creo que este edificio no había sido abierto desde entonces.

Ella lo miró recelosa, - ¿tú no quisiste venir a ver? se trataban de tus padres.

-Nunca me importó. Tampoco me importaba mi hermano que creí muerto hasta que me dijeron que se había convertido en Guerrero.

Ella rodó los ojos. - ¿Y por eso lo odias?

Sten se había acercado hasta hacerla sentir incómoda. Kháli se enojó al ver que la había arrinconado, pero se negaba a mostrarse intimidada.

-Odio a todos los Guerreros Blancos, yo pienso que es natural. Está en nuestras marcas, - el tono de Sten descendió hasta ser uno de seducción. - ¿No nos odiabas tú cuando eras uno de ellos?

-Es diferente. Ustedes hacían cosas atroces.

-Y ahora tú las haces. Mírate. Duermes entre esqueletos sin que te importe y hace poco te vi deshaciéndote de una inocente Angelina.

-No seas hipócrita, nadie aquí es inocente.

Su sonrisa se extendió y continuó acercándose. - Entiendo por qué a mi hermano le gustas tanto.

Inmovilizó sus brazos y la besó.

Era imposible liberarse del agarre de un discípulo de Torre. Por más que forcejeó, ella no pudo apartarlo. El beso fue tan brusco que su boca le dolió y no podía respirar. Cuando él se movió al fin, ella giró violentamente. - ¡Te voy a matar!

Él rió y le besó el cuello, luego con fuerza la lanzó contra la pared. Kháli rebotó y el dolor en su espalda la dejó inmóvil sobre la rata muerta durante varios segundos. Ni siquiera alzó la mirada cuando se levantó, sabiendo que él se había ido y odiándolo con todo su ser.

Días después, estaba siguiendo a un humano que cargaba un trozo de carne cuando sintió el brusco palpiteo que conllevaba la entrada de una Pieza Mayor. Este era diferente al que sentía con los del Imperio Negro y supo que se trataba de alguien del Imperio Blanco.

Olvidando su hambre y su cansancio, se apresuró hacia el lugar en donde la Pieza había aterrizado. Vio que era la parte en donde estaba la niebla; se puso de cuclillas y rápidamente avanzó por el suelo. Ahí, en medio de la niebla vio los gruesos tobillos que con alegría pudo identificar claramente.

Después de que Kháli le relatara a Cai todo lo que le había acontecido, enfatizó la última parte: - ¡Pero el Maiestas, Cai! ¡Deberías de verlo! No es que lo envidie. Es solo que no creerás la paz que transmite. No hay un atisbo de ambición en él, no desea poder ni lastimar a nadie…

Cai se mantuvo en completo silencio mientras ella hablaba. Volvía a sentir la misma furia cada vez que escuchaba que alguien le había hecho daño y su deseo por descuartizar a los Guerreros Negros incrementó, sobretodo a su hermano Sten.

Kháli había hecho su relato con poca emoción, mostrando su ilusión únicamente cuando hablaba del Maiestas. A veces se había puesto de pie y paseado por el lugar, pero su tono era siempre desapegado, incluso con la muerte del tal Melvin. Cuando terminó, se sentó junto a él. Él no quería moverse, temiendo romperla de lo delgada que estaba.

-Estoy tan contenta de que estés bien, - le dijo tonando su mano, su rostro radiante no podía ocultar lo demacrado que estaba.




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