La muerte de Alan casi hizo caer a Reff del Maiestas. No tuvo tiempo de asimilar la pérdida de su amigo, pues Lince atacó de inmediato. -¡”Qa´w´saxik”! - exclamó el Alfil, que con la palabra de la Techno incendió al Maiestas quién dio sonoros alaridos.
Las manos de Reff se quemaron. Se soltó antes de que otros miembros de su cuerpo salieran afectados. - ¡”B´oot ”! - exclamó para suavizar su aterrizaje.
Lince descendió tranquilamente detrás de él.
-Reff, - llamó alguien a un lado de ellos. Era Crishcas. - Ve con Cai.
Reff asintió y con una última mirada al Alfil Negro, se retiró temiendo que este le siguiera, pero Lince se quedó en su lugar.
-Es difícil decirlo con la máscara que tienes, - comentó Crishcas, - pero algo me dice que no estás complacido. - Se puso en posición de ataque.
Lince permanecía tranquilo. - No eres el Alfil que me interesa eliminar.
-¿Cuánto tiempo llevas intentando matarla? ¿Más de 20 años, no es así? ¿Cuándo vas a aprender que no puedes contra ella?
Vio a Lince tensarse bajo su traje.
-Trece de esos años no cuentan…
-¿Porque Alexandria congeló los árboles ese tiempo? Tú no puedes hacer eso. Te demuestra la diferencia de poder.
Ahora sabía que Lince sí estaba enojado, sus puños estaban apretados y divisó sus hombros temblar un poco. - ¿Sabes que sí puedo hacer? - preguntó - ¡”uq´atexik”! - exclamó. Tres de los Maiestas más cercanos se detuvieron como si una fuerza invisible los hubiera paralizado. - Puedo controlar la fórmula negra. - ¡”Nim raqan”! - Uno de los Maiestas rugió cuando se deformó aún más y de tal forma que se aplanó, rodó y se extendió hasta que se asemejaba a un látigo. Si Crishcas no lo hubiera presenciado, no lo hubiera creído. - ¡”Kinximoh”! - profirió Lince seguidamente y el látigo persiguió a Crishcas, este lo evadió de primero hasta que sus movimientos mostraron ser muy lentos para la masa negra. Fue rodeado y atado fuertemente.
-Dejé tu boca libre a propósito, - informó el Alfin Negro. - Anda, di algo.
El látigo negro presionaba tanto la garganta de Crishcas, que él podía apenas respirar por cortos intervalos. No quiso darle la satisfacción a Lince de intentar invocar inútilmente la Ayuda.
-Eres reconocido por experimentar diferentes sustancias, ¿no quisieras probar nuestra fórmula?
Crishcas quería mover su cuerpo. Sus manos, sus pies y estómago estaba fuertemente atado como si una boa constrictora creada para destruir Alfiles lo estuviera estrangulando.
-Algunos dicen que la fórmula no afecta a los Guerreros Negros, pero sabemos que eso no es totalmente cierto. “Nim raqan” - Lince deformó a los otros dos Maiestas que estaban paralizados, los hizo de una forma similar al primero, pero mucho más delgados y los guió hasta la boca de Crishcas. El Alfil Blanco forcejeó. Su constitución de Guerrero evitaba que la estrangulación lo matara rápidamente, y era evidente que Lince tenía otros planes. - ¿No te da un poco de curiosidad? Saber si serías un Maiestas Claro u Oscuro. La lógica nos diría que serías un Claro, pero uno de nuestros Antiguos Peones se convirtió en un Maiestas opuesto a lo que creíamos, así que… no es definitivo.
Lentamente presionó a los Maiestas deformados sobre los labios de Crishcas hasta que los obligó a abrirse. Crishcas se retorció, intentó apartar su rostro, pero ya las cosas serpenteantes estaban ingresando en él. Lince vio cómo el Alfil Blanco luchaba y tosía sin lograr liberarse de lo que le atormentaba. Las masas oscuras continuaban ingresando. Pus negro comenzó a salir de sus ojos, nariz y oídos.
Las masas terminaron de ingresar. Lince dejó libre a Crishcas, quien se derrumbó sobre el suelo, sus brazos y piernas convulsionando de forma lenta y apartada a los otros miembros.
-Si tan solo fuera el otro Alfil, - comentó Lince al verlo querer toser largarmante fluido negro y finalmente morir con los ojos abiertos y el pus aún saliendo.
Fue la siguiente gran pérdida del Imperio Blanco.
En ese momento sonó un estruendoso estallido. Todos y cada uno de los Guerreros del Imperio Blanco y Negro se estremecieron y detuvieron sus ataques. El cielo ya estaba oscuro desde hacía una hora. Entre la negrura vieron dos explosiones muy apartadas una de la otra y segundos después presenciaron lo que pareció una lluvia de estrellas, mas estas eran totalmente blancas o totalmente negras. El cielo se cubrió de esos resplandores fugaces, pero increíblemente numerosos.
-Lo lograron, - musitó Cai para sí. Esperó unos segundos para asegurarse de que la explosión no había matado a Kháli ni a Alexandria.
-¡¿Qué demonios fue eso?! - preguntó el discípulo del Rey Mathán con su mirada aún arriba, pues la lluvia de ánimas no llegaba a su fin.
En un gesto involuntario, todos los Guerreros de ambos Imperios guiaron sus miradas hacia sus muñecas. Las finas líneas continuaban ahí. Esto los relajó, pero confundió de gran manera.
-Tú eres como una bacteria difícil de eliminar, - comentó la Reina Mazamba al ver a Reff aproximarse. Estaban ella, su Peón, Cai, Zuba y el discípulo del Rey Matán.
Tres contra dos. Ahora tres contra tres.