La Batalla de los Treinta y Dos (libro 3 y Final)

Capítulo 70

Reff perdió la consciencia poco después. Kháli lo mantenía en sus brazos, con sus ojos cerrados esperando desmayarse en cualquier momento. Pero algo le hizo abrirlos de nuevo y vio el maravilloso paisaje de destrucción y oscuridad, pero en el que divisaba a cada uno de sus compañeros ponerse de pie. A lo lejos vio a Danna, también estaban los Reyes mirándola, allá estaba Cai vivo e ileso. Jim, Rochelle y Gertrude también se ponían de pie débilmente.

A Kháli le dieron deseos de estallar de llanto por el alivio y la felicidad, pero de pronto sintió una enorme paz invadirle casi en contra de su voluntad y para su enorme sorpresa, desde atrás de ella emergió un hermoso y gran Maiestas Claro que le recordó al primero que había conocido. Si no hubiera presenciado su decapitación, diría que el que estaba frente a ella era el mismo.

-¿Me permites? - preguntó él de forma gentil, quitándole al inconsciente Reff de sus brazos y alzar el vuelo con él.

Al mirar arriba, Kháli vio que el cielo se estaba llenando con esas criaturas maravillosas. Ahora eran ellas las que se ofrecían a curar a los Angelinos, Mayalles, AntroFranks y demás seres.

Los demás Guerreros también contemplaron pasmados. Las hermosas criaturas creaban un nuevo escenario de completa paz y esperanza.

-¿Puedes creerlo? Alexandria realmente lo hizo. - Era Cai que se acercaba y se sentaba a su lado. - Eliminó la fórmula negra en toda la humanidad.

-Me sorprende que haya tardado tanto, - aseguró Kháli y se dejó caer, recostándose sobre la tierra húmeda. - Pensé que salvaría a las personas…

-Ella nunca dijo eso, me imagino que no era su intención. Tú tenías razón, los Maiestas son criaturas grandiosas, ¿por qué eliminar la posibilidad de que alguien sea uno si ya no hay riesgo de que las cosas vayan mal?

Kháli estuvo de acuerdo. Permaneció largo tiempo viendo el cielo con los nuevos habitantes de la Tierra, como si fueran hermosas aves que estaban migrando. No podía creer que había presenciado la extinción de la humanidad. Seguramente había uno que otro en el Mercado Blanco y en otros lugares, pero en la tierra ya no habitarían personas. Pensar en ello era algo abrumador.

Pensaré en eso después, se dijo a sí misma. Ahora puedo descansar. Cerró los ojos, pero los volvió a abrir cuando sintió a Cai levantarse. - ¿A dónde vas? - había esperado que se quedara con ella.

-A buscar a Alan, - dijo sin mirarla.

A Kháli se le apesadumbró su corazón una vez más. Inhaló, asintió y también se puso de pie. La Guerra había terminado, ahora correspondía sobrevivir a las secuelas.

Hallaron el cuerpo de Ronnman antes. Cai se arrodilló frente a su compañero. Ronnman había muerto arrodillado. Lo encontraron como una estatua, sin dos de sus extremidades, pero firme. Se había desangrado por la pérdida de sus dos brazos, pero había luchado hasta el final. Por primera vez en mucho tiempo, Cai lloró. Al verlo arrodillado lamentando la muerte de la otra Torre, Kháli repitió lo que ya todos habían dicho una y otra vez sobre Cai.: -Eres una magnífica Torre.

Cai tomó a su compañero entre sus brazos y continuaron su camino. Fue el turno de Kháli para llorar al encontrar a Alan. Pensó en el pobre padre a quien tendrían que llevar las catastróficas noticias.

-¿Necesitas ayuda? - preguntó Cai.

Kháli negó con la cabeza y tomó a Alan de forma que lo llevaba sobre su espalda. Pronto sintió la sangre de su amigo correr sobre ella.

Ambos los llevaron donde estaba la Reina y los demás heridos. Olizea, Danna, Rochelle y Jim yacían inconscientes. Los Maiestas Blancos también los estaban atendiendo. Gertrude y Zuba estaban ayudando a otros seres a salir de las ruinas. Supieron que Bynner estuvo a punto de morir, pero la emperatriz de los Angelinos lo había puesto a salvo justo a tiempo.

-Quédate aquí, yo buscaré a Crishcas, - indicó Cai para que Kháli descansara.

-Puedo acompañarte, - le aseguró ella. - También debemos buscar al Rey.

A pesar de que él había sobrevivido, no lo habían visto desde la destrucción de Mathán.

-El Rey está bien, - aseguró la Reina. - Y Alexandria viene en camino con el cuerpo de Crishcas. Ustedes dos deben descansar.

Con un suspiro, Cai se dejó caer sobre el suelo para sentarse medio derrumbado. Kháli se sentó junto a él.

Ambos ignoraban el hecho de que a cierta distancia de ellos, el Rey del Imperio Negro continuaba respirando.

Apenas con vida, Mathán tenía medio cuerpo enterrado en la tierra y algunos cadáveres. La parte superior tenía apenas la libertad para poder expandir los pulmones de vez en cuando. A diferencia de Quilúa, él sí había podido sobrevivir a pesar de que Reff había devorado su ánima.

Sin poder moverse, vio cómo unas botas blancas y sucias se acercaban a él. El Rey del Imperio Blanco lo veía desde arriba sin tener el gesto de una victoria, sin la felicidad que acompaña el ganar una Guerra.

-Repaso todo en mi mente, - dijo débilmente el Rey del Imperio Negro. - De inicio a fin,. La victoria debió ser mía.

-No contabas con el elemento clave.

-Te juro que si dices que era el “amor”, me ahogaré con mi propia bilis.




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