¡Por los mundos! ¡Por los mundos! ¡Por los mundos! ¡¿Sabes dónde estamos?! - preguntó una voz llena de emoción.
-¡Cállate!
-¡Lo encontré! - exclamó la voz de Rik en medio de la oscuridad.
-¡¿Lo encontraste?! - preguntó el primogénito de la Emperatriz de los Angelinos. - ¡Se supone que este lugar es para no encontrarlo!
-¡¿Entonces sí estamos en el lugar correcto?! No es que haya sido fácil, ¡Nos costó años!- preguntó quien había hablado de primero, se trataba de una de las hijas de Bynner y la Emperatriz.
-¡Qué emoción! ¡Qué emoción! - exclamó su gemela.
-¡No veo nada! ¡No lo creeré hasta verlo! - aseguró la trilliza.
Rik ignoraba a todos y continuaba con su camino. - Debe haber algo que ilumine la cueva por aquí.
-¿Qué esperas encontrar? ¿un flipon? - preguntó el primogénito.
-¡Agh!
Todos ahogaron un grito cuando la cueva fue iluminada por colores lila y celeste. Boquiabiertos contemplaron el lugar de donde provenía la luz.
Pasmado, Rik dio un par de pasos hacia adelante. - Te encontré, - susurró.
-¡La leyenda era cierta! - exclamó una de las trillizas.
Su hermana le dio un golpe en la cabeza. - ¡Shh, claro que era cierta! ¿Qué esperabas?
La tercera hermana estaba tan maravillada como Rik y contemplaba con gran emoción y respeto. Frente a ella estaban doce Guerreros en lo que parecía un enorme estanque de hielo. - ¿Están durmiendo? - preguntó pues los rostros de los Guerreros lucían de lo más apacibles.
-Están congelados, - respondió Rik y relató la leyenda que se había transmitido de generación a generación durante décadas: - Algunos años después de la gran y última Guerra contra el Imperio Negro y la destrucción de los dos árboles, los Guerreros Blancos que quedaron, se dieron cuenta que la única manera de evitar que las ánimas de ambos árboles volvieran a reunirse, era repetir lo que Alexandria hizo por 13 años, solo que ahora debían estar congelados de forma indefinida… de esa manera detuvieron el avance de las ánimas cuya existencia continuaba, pero permanecía paralizada sin buscar a sus compañeras.
A través de los siglos, los seres de diferentes escaques sabían que lo que había sucedido era cierto, pues había ánimas por doquier y escrituras y récords sobre lo sucedido en la Guerra, pero la ubicación de los Guerreros era desconocida para todos, incluso para los líderes de aquellos tiempos. ¿Cuánto había tardado Rik en finalmente encontrarlos ¿100 años? ¿150? Suspiró sin recordarlo.
-Pero acorde a algunas escrituras, la unión de las ánimas podría tardar siglos o hasta milenios, - comentó una de las hermanas. - Pudieron continuar con sus vidas ¡Pudo haber varias generaciones de Guerreros Blancos antes de que naciera un Guerrero del Imperio Negro!
-¡Yo pude ser una Guerrero Blanco! ¡Yo sería una Alfil!
Su hermana se burló: - ¡No llegarías a Peón! Pero estoy de acuerdo, debieron darle la oportunidad a otros.
-Ellos decidieron sacrificarse, - dijo el primogénito con los brazos cruzados cortando la emoción de sus medias hermanas. - No les falten el respeto por sus deseos egoístas.
Las tres hermanas hicieron silencio.
Rik y una de las trillizas continuaban contemplando. Ella preguntó suavemente: - ¿Nunca salen? He escuchado rumores de que salen.
Efectivamente había habido rumores de avistamientos de algún Guerrero. Estos vistazos habían pasado a ser cuestiones de breve fama de quien lo decía, aun más si clamaba poder presentar alguna evidencia.
Rik estaba seguro de que los Guerreros se turnaban para salir. Imaginó que los Reyes a veces querían pasar tiempo juntos, al igual que Julian y Alexandria navegando por alguno de los mares. Rochelle se había vuelto madre, por lo que había vivido el resto de su existencia con los AntroFranks. Jim de vez en cuando querría ir a ver a los descendientes de su pequeña hermana.
A pesar de que todo eran deducciones de Rik, de algo estaba seguro. Había dos Guerreros que nunca emergían.
Su mirada no se despegaba del rostro de Kháli quien sostenía la mano de Cai. Cada uno estaba de manera que su cuerpo entero encaraba al otro. Sus uniformes parecían estar suspendidos, flotando debajo de agua. Las dolencias de ambos, detenidas desde el momento en que fueron congelados.
Rik recordaba el día en que el Imperio Blanco decidió sellarse para evitar el renacimiento de un nuevo Imperio Negro.
-¡Yo te encontraré, tenlo por seguro! - le había dicho Rik a Kháli.
-Ni siquiera lo intentes, - advirtió Cai de forma amenazante. - Perdería el sentido a todo lo que pretendemos.
Rik le había guiñado el ojo y Kháli sólo había sacudido la cabeza sonriendo. El rostro de ella había madurado, sus ojos lucían más serenos y cansados. Era la última vez que la había visto despierta. Ahora que la miraba, parecía ser una Kháli rejuvenecida que estaba durmiendo tranquilamente frente a la persona que ella amaba.
Rik miró a Cai. - Nunca tuve oportunidad frente a ti, ¿o sí? - le preguntó a quien consideraba su archienemigo. Rik continuaba alardeando de que había logrado enamorar a una Guerrera del Imperio Blanco. Conforme pasaba el tiempo, la gente fue dejando de creerle, pero a él no le importaba.