La Batalla De Un Sueño Invencible

CAPÍTULO 2 EN BUSCA DE LA CARTA

 

Había pasado dos semanas. Decidí ir al hospital para ver a Wilder. Preparé una baraja de cartas con una bolsa con frutas. Y me dirigí a la casa de su  mamá de Wilder para ir todos juntos al hospital. Llegué a su casa y le dije a la señora si podríamos ir a visitar a su hijo; ella me respondió que no podía ir, tenía  que preparar comida para vender. (Ella es vendedora ambulante).

      En  las tardes sale a vender en una avenida de mi barrio.

      Me dijo que solo su hija  Kimberly podía ir, y que si yo quería podía ir con ella. Me hizo pasar a su sala.

     

      ―Tomen un poco de refresco hace calor, refrésquense ―nos dijo.

      ―Gracias señora ―le dije. Mientras recibía el refresco en una botella de plástico.

      ―¿Hija ya estás lista? Le vas a llevar esta comida a tú hermano. 

      ―Sí, mamá ya estoy preparada, aquí está la mochila.

      ―Iras con este muchacho, ¿Cuál es tu nombre? 

      ―Ryan.

      ―Cuida a mi hija, crucen bien las calles, no se olviden mirar por los dos lados de  la pista.

      ―Estaremos atento y tendremos mucho cuidado ―le dije. Me despedí de la señora. Salí con su hija al hospital.

         

      Cuando llegamos al hospital Wilder ya se encontraba un poco mejor. Entramos a la habitación, habían varías camas apiladas, la cama de Wilder era la quinta. Lo vi y le dije: “Hola”,  se quedó un poco sorprendido que yo fuera a visitarlo.

      Debes en cuando su grupo de amigos de su barrio y mi grupo de amigos de mi barrio ya habíamos tenido enfrentamientos de fútbol. Algunas veces ganábamos nosotros y a veces ellos. Me reconoció y me respondió el saludo.

     

      ―Hola, Wilder, aquí te traigo frutas y un paquete de cartas para jugar.

      Se encontraba recostado en su cama. Todavía convaleciente por el accidente, pero un poco mejor que antes.

      ―Gracias, Ryan, y sobre los arcos este...

      ―Olvídalo amigo yo he venido a verte y no de hablar de cosas que ya pasaron. Tu mamá te ha enviado comida come para después jugar varios juegos de cartas ―le dije. Luego que terminó de comer, me puse a jugar con él. Su hermana interrumpió diciendo que también quería jugar. Jugamos los tres un rato.

      Antes de retirarnos le dije:

      ―¿Qué fue lo que te sucedió aquel día del accidente?

      ―Estaba en el salón de clases media hora antes de salir, se acerca a mí una niña de ocho años y me entrega una carta, la carta era de una chica de trece años llamada Antonela, de la cual yo estoy enamorado, varias veces le había enviado poemas de (Cesar Vallejo), y otros poemas escritos por mí. La niña me entregó la carta y se fue. Cuando tocaron la campana de salida; estaba caminando cerca a la puerta de salida, saqué la carta para leerla, en ese momento mi amigo de clases me arrebata la carta, corrí para seguirlo y no me percaté que venía un auto: salí disparado rebotando en la vereda, caí a un costado del césped. Vinieron los profesores y trasladaron a la posta médica, después me llevaron al hospital.

      ―¿Sentiste dolor?

      ―Sí, mucho, en el estómago, el pie derecho y el hombro. Pero ya me está pasando el dolor, el malestar viene por momentos y se va; estoy tomando antibióticos para el dolor.

      ―Quiero que te recuperes rápido para volver a jugar fútbol como lo hacíamos antes ―le dije.

      ―Ryan, quiero pedirte un favor.

      ―Qué favor quieres que haga por ti.

      ―Es sobre la carta.

      ―Juguemos de nuevo esta entretenido, ¿Verdad?

      ―Me refiero a la carta que me quito mi amigo.

      ―Te refieres a  la carta de amor.

      ―Sí.

      ―De acuerdo, que voy hacer…

      ―Quiero que vayas a mi colegio: “Antenor Orrego Espinoza” en Avenida Chimú  Urbanización Zarate, cruzando el patio en el segundo piso, salón “B” tercero de secundaria, en la segunda puerta a la izquierda es mi salón. Allí  vas a encontrar al que me quito la carta; él es un poco gordo, pelo negro y corto, rapado a los costados, su nombre es: “Chester”, tiene catorce años como yo. Quiero que le digas que me entregue la carta.

      ―Esta bien mañana iré a buscarlo ―le dije. Me despedí de él junto con su hermana.

 

* * *

 

      Al día siguiente en la tarde tenía que ir a estudiar, decidí primero ir a buscar a Chester. Subí al autobús y me dirigí a la escuela. Bajé en la Avenida Chimú.

      Caminé varias cuadras hasta llegar a la escuela. Hablé con el señor que cuida la puerta, pero no me dejo entrar, le dije que estudiaba en la escuela. Le pedí permiso para entrar, él me responde diciendo que si no tenía carnet no Podía entrar “¡Que malo es este tío carajo!”. Me di vueltas por el colegio para ver si se podía entrar por alguna parte. Siempre en cada colegio hay piedras grandes junto a las paredes y  huecos en la pared para entrar por los alrededores, lo hacen la mayoría de alumnos en las diferentes escuelas de la ciudad cuando llegan tarde y no les dejan entrar a la escuela. 




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