La batalla del Apocalipsis

Capítulo IV: Un Secreto Revelado

El tiempo transcurría bastante rápido, habían pasado ya un par de semanas desde aquella batalla en la cual casi pierdo a mis amigos, aquella batalla en la cual desperté mis poderes como "Acromata"; Emma aún seguía hospitalizada por la cantidad de sangre y heridas que había tenido, pero a pesar del tiempo transcurrido visitaba a Emma solamente en las noches cuando ella dormía, teníamos ya un par de semanas que no hablábamos y que ella no me veía.

Estaba encerrada en mi habitación, no permitía que nadie entrara ni tampoco hablaba con nadie, el sacerdote constantemente tocaba a mi puerta para contarme cómo iba recuperándose Emma, y como día a día preguntaba por mí.

Ernesto, Yuko y Damián intentaban de todo para hacerme salir de la habitación pero simplemente los ignoraba, no quería acercarme a nadie, estaba confundida aún seguía sin saber quién era realmente yo, y quien era mi madre, sabía que mi padre era un gran guerrero, un gran caballero era el dios Zeus, pero por que los demonios me llaman su reina, aun no sabía con exactitud qué había pasado, estaba cansada, estaba afligida, angustiada de no saber qué hacer lo único que me pasaba por mi cabeza es que todo lo que había ocurrido era mi culpa, eso era lo único de lo que estaba segura, y mientras lloraba de coraje el sacerdote, Damián, Ernesto y Yuko derribaron mi puerta mientras al mismo tiempo estaba dando un gran golpe a la pared de mi cuarto, empezaba a sangrar mi mano por la fuerza que había aplicado, Yuko salió corriendo abrazarme y decirme:

¡basta ya Alexandra!, sabemos cómo te sientes, sabemos que nos evitas por temor a que algo vuelva a suceder, crees que eres la culpable de que nosotros estuvimos a punto de morir, te equivocas si no fuera por ti no estaríamos vivos, inmediatamente me zafé del abrazo de Yuko y le dije:

- ¡Por favor sálganse!, Damián se acercó me abrazo y mientras trataba de zafarme de su abrazo, me tomo con sus manos el rostro y me dio un beso después me dijo:

No sabes que estamos preocupados por ti, lo único que haces es que Emma no se recupere porque tiene prohibido levantarse de la cama, que no piensas en ella si realmente es tu mejor amiga debes saber cómo se siente que después de todo lo que ella vivió no ha podido abrazarte, ¡por favor piensa Alexandra!

Lo único que podía pensar con esas palabras era como las lágrimas circulaban su rostro y como su voz se tornaba algo dudosa y enojada al mismo tiempo, veía esas expresiones como si realmente me hubieran extrañado.

El sacerdote puso su mano en mi cabeza y me dijo:

-Sabes que para mí tú y Emma son como unas hijas, ambas están sufriendo y creo que son las únicas capaz de hacer que uno o la otra sonrían, deberías ir a visitarla a la enfermería.

Agache la cabeza junto con mi mirada, mientras les pedía disculpa a todos y en ese momento los 3 saltaron y me abrazaron me tomaron de la mano mientras íbamos directamente a la enfermería a buscar a Emma, al llegar nos colocamos atrás de la puerta mientras el sacerdote entraba, podía ver desde mi posición como tenía la expresión de tristeza Emma, mientras le decía al sacerdote:

¿Aún no ha querido venir a visitarme?

El padre le pregunto:

¿La extrañas mucho?

Ella respondió:

-Claro, usted sabe que para mí Alexandra siempre será mi mejor amiga, aun no sé porque no ha venido a verme esa tonta, sé que piensa que lo que paso es su culpa, y de segura llora en su habitación mientras se reclama a si misma lo débil que fue y que a causa de ello todos casi morimos.

El sacerdote soltó una risa, y dijo vaya que bien la conoces, pero ten esperanza nos sabemos cuándo pueda reaccionar.

Mientras escuchaba decir eso al sacerdote, podía observar que Yuko, Ernesto y Damián intentaban taparse la boca pues querían soltar una risa al escuchar las palabras de Emma, así que mientras el sacerdote salía de la enfermería iba entrando yo.

Podía sentir esa expresión de Emma, era algo así como, dios mío viniste, pero al mismo tiempo era como de voy a golpearte por haber venido hasta ahora; cuando trataba de disculparme, se levanta de la cama y corrió abrazarme, fue un abrazo tan fuerte, tan cálido, un abrazo que necesitaba para sonreír, se me salieron las lágrimas mientras decía con mi voz llorosa:

-Emma perdóname, soy una tonta, Emma también soltaba el llanto mientras volteamos las 2 al mismo tiempo en dirección a la entrada pudimos ver que los 4 estaban llorando, y fue ahí cuando soltamos una risa, el sacerdote jalo de la ropa de cada uno (Ernesto, Damián, Yuko) diciendo:

-Nosotros nos retiramos, cuando te sientas mejor Emma te daremos de alta creo que deben platicar ustedes dos y arreglar sus diferencias.

Se marcharon los 4, bueno para ser sincera podían verse sus pies desde mi posición, solo estaban ocultándose, Emma tomo mi mano, y me dijo:

-No hay necesidad de decir nada, las dos nos equivocamos y las dos hemos estado sufriendo, que te parece si ambas nos perdonamos, le di un fuerte abrazo, mientras lloraba más fuerte y le decía eres una tonta, nunca me vuelvas abandonar no sabes cuánto sufrir por todo lo que pasamos.

Emma acariciada mi cabeza mientras me abrazaba y me decía:

-Te prometo que nunca te volveré abandonar, te quiero mucho Alexandra.

Habían pasado ya un par meses, Emma nuevamente estaba entrenando día y noche y a causa de ello realmente se había puesto con una gran figura espectacular, Ernesto y Yuko trataban para mejorar sus habilidades intentando derrotar sorpresivamente a Emma o a mí, Damián y yo intentábamos hacer posible esta relación, a pesar de que él tenía muchas fans, y por mi parte pues curiosamente después del rescate me volví muy popular, no solamente en mi academia si no en los 4 restantes era conocida en todo mi mundo, por lo tanto los hombres me veían como un trofeo difícil de ganar y que todo debían tener.

La forma de entrenar había sido forzada a ser un poco más fuerte eran batallas por pareja normalmente las parejas (equipo) se conformaba de la siguiente manera:




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