Introducción.
El bosque muerto, como se le conocía actualmente a la antigua arboleda del norte, era el escenario perfecto para una deprimente batalla. De los enormes robles y caminos verdes ya solo quedaban pinturas, en su lugar, una fina capa de árboles muertos con troncos negros adornaba este triste sitio. Los monstruos del ejército celestial se sintieron cómodos recorriendo sus acabados senderos, incluso ellos eran capaces de sentir algo de alegría con semejante paisaje.
La caída del Fuerte Tormenta fue un durísimo golpe a la moral de los imperiales, aquella fortaleza famosa por resistir 20 años de asedio en la vieja guerra de sucesión tenía fama de ser implacable. Y sin embargo, cayó como todas las demás, ni siquiera sus poderosos muros y férreos defensores pudieron hacer algo contra las hordas del ejército celestial.
Cuando la fortaleza cayó, los sobrevivientes huyeron hacia el noroeste para reunirse con Lord Gustavo, el Gran Duque de la región, un hombre influyente que podía manejar grandes cantidades de soldados. Incluso en tiempos oscuros, Lord Gustavo se jactaba de tener un gran ejército listo para defender al Imperio Cross de cualquier enemigo.
Y para su mala fortuna, los monstruos llegaron a sus fronteras.
Era la oportunidad que tanto había esperado, por años, sus tierras fueron discriminadas e ignoradas por las autoridades centrales del Imperio Cross, pero si detenían allí mismo a los enemigos y salvaban al país entero, entonces el Emperador Maximiliano II los tendría que tomar en cuenta siempre, serían tierra de héroes, una utopía para toda la humanidad.
Lord Gustavo soñaba despierto, pero no estaba equivocado.
Con 3 años de guerra constante, la humanidad estaba urgida de victorias, hasta ahora, solamente las huestes del Emperador habían sido capaces de repeler la invasión de regreso al norte. Pero el resto del imperio no tuvo la misma suerte, era pan de cada día escuchar noticias de fuertes caídos y pueblos saqueados, los refugiados se movían en masa hacia las ciudades del sur, huyendo de la guerra y sus aterradoras visiones.
Por otro lado, el avance de las tropas celestiales iba lento, pero seguro, se detenían hasta en los pueblos más insignificantes y saqueaban todo, no dejaban ni un edificio en pie, rodeaban las cercas, entraban y mataban a todo ser vivo que encontrasen. Esta táctica de terror desmoralizaba a los humanos, pero al mismo tiempo, retrasaban sus asaltos, dándole tiempo a los defensores humanos de formar nuevos ejércitos y chocar contra ellos nuevamente.
El General Dullahan a cargo no tenía nombre propio, pues solamente los guerreros más renombrados de su raza tenían derecho a elegir uno. Su coraza negra y visor morado le daba un aspecto atemorizante, casi divino, la humanidad los veía como deidades invencibles, seres capaces de comandar ejércitos malvados para destruir la tan costosa civilización.
El bosque muerto no era un lugar estratégico, no conducía a ninguna ciudad importante y su escasa vegetación le hacía un lugar inútil para ambos bandos. Los humanos no conseguían ningún recurso valioso acá y el ejército celestial no ganaba nada con destruirlo.
Y fue por esa misma razón que Lord Gustavo decidió atacarlos allí, en lugar de esperarlos en su ciudad.
“Es hora de hacerles pagar”
Con esas palabras en voz alta y una fiera determinación, Lord Gustavo sacó a sus hombres de la fortaleza negra y les hizo marchar hacia el bosque muerto, lugar donde acampaban los celestiales antes de emprender camino hacia los dominios del Gran Duque.
Y así, en el día 23 del cuarto mes, del año 1803 del calendario imperial, la Batalla del Bosque Muerto comenzó.