La Bella y su Mafioso.

Capitulo 3.

10 Horas antes.
Andrew.
Podía sentir la ansiedad de mis hombres y eso no era bueno. No era bueno porque un ser humano ansioso comete estupideces e incluso podría llegar al extremo de insubordinarse llevando consigo a otros más a cometer el mismo error. Ese era un riesgo que estaba corriendo en estos momentos, sobre todo al tener a Barckat entre ellos.
En las últimas semanas se había convertido en un reverendo fastidió y si aún seguía con vida es porque sigo necesitando de sus servicios. De no ser así, él ya estaría a tres metros bajo tierra desde hace mucho. Una vez que este seguro de no necesitarlo más, entonces: lo mataré.
El golpeteo de unos puños en la puerta hacen que abra mis ojos para enterarme de quién es o porque asunto están llamando.
-¿Qué?
-Sr. Lamento interrumpirlo, pero Barckat desea hablar con usted.
-¿Solo es él?
Pude sentir el titubeo de Rizzo y solo eso basto para saber que Barckat venía acompañado de De Luca.
-Muy bien Rizzo, gracias por informarme. Déjalos pasar.
-Muy bien Sr.
La puerta se abrió y el primero en entrar fue De Luca, como era de suponer. Barckat cerro la puerta tras de sí al entrar. Su presencia podría intimidar a cualquiera que lo viera caminar por la calle; alto, fornido, musculoso, rapado y con más tatuajes que pelos en la barba, pero ambos sabíamos que esa apariencia no servía en mi contra. Él mismo lo había comprobado en una ocasión, cuando mi padre me presentó a todos como su sucesor y me dejó a solas con los muchachos. Por supuesto que Barckat fue el primero en saltar a querer mostrar su superioridad ante los demás. Quiso ridiculizarme y fue él quién terminó mordiendo el polvo. De hecho, la cicatriz de los 10 puntos que tuvieron que colocarle en el mentón se lo recuerda cada día, supongo que me a tenido rabia y rencor desde entonces, pero solo ahora, cuando cree que estoy débil por mi perdida es que se animó a rebelarse. Lo que no sabe es que la perdida de mi hermano solo me hizo ser peor que antes.
-¿Qué tanto piensas Andrew?
-Ya sabes De Luca. En todo y en nada.
Él solo sonrió fríamente mientras caminaba en dirección a la mesa donde estaban las bebidas. De Luca era todo lo contrario de Barckat, eran el día y la noche. Mientras que uno era grande y robusto como un toro, el otro era de estatura promedio, complexión media, rubio, ojos claros, sonrisa perfecta y un aspecto angelical que hasta la más religiosa le rezaría, pero a pesar de su aspecto; era peor que Barckat. Con un simple movimiento de manos quebraría tu espina dorsal o tu cuello. Su voz era cálida y con eso encantaba a las personas junto a su asentó de Tano, pero aquellos que lo conocíamos sabíamos que era un ser frío y sin escrúpulos que no dudaría en matarte. Por eso debía mantenerlo cerca, de mi lado, pero jamás bajar la guardia y por nada del mundo debía dejarlo pensar ni por un segundo, que tenía más poder que yo. O estaría acabado.
-¿Este era tu ingenioso plan?
-¿A cual de todos te refieres?
-Al de traernos junto a tus mejores hombres a buscar venganza por la muerte de Matthew. Al menos eso es lo que dijiste que veníamos a hacer. ¿Y qué has hecho en este tiempo? Acechar a esa niñita sin razón aparente.
-De Luca.
Él dejó la botella de whisky con suavidad sobre la mesa y se giró lentamente para verme. El vaso que tenía en su mano temblaba ligeramente, señal de que el tono que había utilizado para llamar su atención había sido lo suficientemente duro.
-¿A caso tú o alguno de ustedes está dudando sobre mis decisiones?
-Yo no dije eso. Solo que estamos un tanto intranquilos.
-¿Intranquilos? Con que era eso. ¿Y porque no lo expresaron antes?
En un movimiento rápido tome el abre cartas que había sobre mi escritorio y con el brazo libre alcance el cuello de De Luca y lo estrellé contra el librero que había detrás de él. Sus ojos se agrandaron y sentí como tragaba fuertemente al ver que tenía la hoja sobre su garganta y en mis ojos lo único que podía atisbar era frío y cero compasión. Por el rabillo del ojo vi que Barckat intento dar un paso hacia nosotros en un intento de ayudarlo.
-Mueve un solo músculo más y no solo será su garganta lo que abriré está noche Barckat.
Al parecer mi amenaza funcionó para tranquilizarlos a ambos.
-Muy bien. Ahora tú, De Luca; ve y dile a los demás que se calmen. Aquí el que da las órdenes soy yo y al que no le guste, ya saben como es el retiro en este tipo de trabajos. Y no creo que esa idea les agrade. ¿Entendido?
-Si. – Presioné con más fuerza la navaja y él se apresuró a continuar. - Señor.
-Muy bien. Ahora váyanse. Mañana debo madrugar.
Cuando se fueron me moví hacia la ventana y observe la oscuridad de la noche.
-Mañana tengo una cita con un Brownie.




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