La Bella y su Mafioso.

Capitulo 4.

Bella.
Sentía el sudor en mis manos e instintivamente las restregué contra las piernas de mi pantalón. Mis ojos se dirigieron a los de mi madre sabiendo de antemano cuál sería su expresión y me felicité mentalmente por haber acertado. Sus ojos estaban serios y su seño fruncido, estaba segura de que casi podía escucharla en mi cabeza regañándome. “Isabella, compórtate. Esa no es la actitud adecuada ante un invitado, deja de hacer esa asquerosidad con tus manos, arruinaras tu ropa.” Sabía exactamente cuáles serían sus palabras porque eran las mismas que me decía en cada ocasión que estábamos en público. Era como si se pusiera una cinta pregrabada con las frases correctamente incómodas y más humillantes para utilizarlas en lo que según ella, era un “pequeño llamado de atención discreto” cuando en realidad medio público se volteaba a observarnos al escucharla retarme cómo a una niña pequeña. Y por supuesto, luego terminaba culpándome.
Sacudí mi cabeza y decidí no prestar atención a las constantes navajas que sentía clavándose en mi nuca cuando volteé para saludar “por primera vez” a un Andrew que parecía incluso más guapo que hace un rato.
-Hola Sr. Andrew. Es un placer conocerlo.
Hice énfasis en la palabra “conocerlo” para ver si el idiota captaba la indirecta.
-Lo mismo digo Srta. Anderson.
Cuando estuve segura de que había entendido la situación fue que tomé asiento y automáticamente Anna ingreso al salón y me sirvió una taza de té sabor frambuesa para acompañar las tostadas con mermelada.
-¿Necesita algo más Srta.?
-No gracias Anna…
-Si necesitamos algo más te llamaremos Anna. Ve a la cocina con los otros empleados, gracias.
-Si Sra.
La pobre Anna se marchó de la sala prácticamente corriendo ante la orden de mi madre. Más tarde tendría que disculparme con ella por la falta de cortesía que está había tenido.
-Lamento lo ocurrido Andrew, querido.
-No se preocupe Sra. Aunque no vi que es lo que la pobre mucama hizo mal, solo le pregunto a su hija si necesitaba algo más. No creo que sea un motivo válido para tratarla como se le trato, pero, también es cierto que no es mi empleada ni tampoco es mi casa.
-Ah, si, claro. Yo…
Ante la falta de palabras mi madre decidió solo sorber un poco de su café negro así que me tocaba a mí hablar. En esta ocasión le sonreí al tonto para hacerle saber que había estado en lo correcto al decir eso.
-Entonces Sr…
-Andrew. Simplemente Andrew.
-El Sr. Andrew prefiere mantener su anonimato por lo que solo nos dirá su nombre Isabella. Debes entender que es un hombre de negocios muy reconocido y prefiere la discreción ante todo.
-Oh, entiendo madre.
Solo que unas horas antes la discreción y el anonimato le habían válido madres ya que me dio su nombre completo. O quizá solo me había dicho cualquier cosa y no era su nombre real.
-Entonces Sr. Andrew…
-Solo Andrew por favor.
Su asentó me estaba matando, era excitante y su sonrisa solo lo empeoraba.
-Muy bien, Andrew entonces. ¿Qué lo trae por la ciudad de Boston?
-Es una buena pregunta Br.. Bella.
El muy idiota casi me llama “Brownie” delante de mi madre. “Juro que la próxima vez que estemos solos lo mataré.” “¿A caso eso significa que quieres volver a estar a solas con él Bella?” Y oficialmente podía decir que me estaba volviendo loca ya que ahora me hacía preguntas yo misma.
-Respondiendo a tu pregunta -Andrew me devolvió a la realidad.- el motivo de mi visita a Boston es porque me enteré sobre cierto corredor de motocicletas que al parecer es muy conocido por aquí, su nombre es “Davis Dank”. ¿Tú lo conoces Bella?
La taza casi se me resbala de las manos y a punto estuve de acortar la distancia que nos separaba y colocarle mis manos alrededor de su cuello. Pero entonces recordé que mi madre estaba presente por lo que recupere mi compostura y actúe con serenidad.
-No. No es como que tenga algo que ver conmigo.
-Exacto. A Isabella no le interesan ese tipo de locuras.
-Oh, es una lastima en verdad.
-¿Ah si?
-Si Sra. Anderson, como sabrá la razón principal de mi visita es porque usted me invitó a su baile anual de beneficencia y acepté venir, pero la verdad es que tengo un segundo motivo por el cuál vine y ese es por Davis Dank.
-¿A usted le atraen ese tipo de espectáculos?
-La verdad es que la adrenalina me atrae desde muy temprana edad, nací y crecí en un ambiente muy propicio para tal condición y mis padres me alentaban a seguir mis instintos. Por lo que sí, diría que más que atraerme me fascina ese tipo de espectáculos.
-Bueno… siempre es bueno para un joven experimentar nuevas… aventuras.
Vi el rostro de mi madre contorsionarse en busca de una respuesta correcta, pero eso no le salía naturalmente.
-Eso me parece perfecto y muy adecuado para mí siguiente petición entonces Sra. Anderson.
-¿Ah, si?
-Si. Porque de hecho he sabido que Davis Dank dará un nuevo espectáculo mañana por la tarde y debo reunirme con él para charlar sobre ciertos negocios y me gustaría que su hija me acompañara.
-¿Isabella?
-Si, hasta donde se solo tiene una hija. ¿No?
-Oh, si es solo que…
-Fue usted quien me pidió que pasara tiempo con su hija. ¿O me equivoco?
-No, no, por supuesto tiene razón. Es solo que su padre, mi esposo no aprueba ese tipo de… entretenimiento.
-Entonces procuremos que él no se entere.
El muy descarado le dio una guiñada a mi madre con mucha complicidad y ella solo supo sonrojarse. Y no solo eso me molestaba sino también el hecho de recién enterarme por Andrew que mi madre le pidió que pasara tiempo conmigo como si fuera una obra de caridad o algo por el estilo.
-Si, en eso tiene razón Andrew, procuraré que mi esposo no sepa nada del asunto.
-Muy bien. Dicho esto, lamento decirles que debo dejarlas señoritas. Fue un gusto charlar con ustedes y prometo que en la próxima ocasión será más extensa nuestra conversación.
Él se puso de pie rápidamente y no nos dio tiempo a seguirle el ritmo, simplemente rodeo la mesa hasta alcanzar a mi madre quién estaba encantada y estupefacta con su presencia.
-Ah, y Bella. Vendré por ti a eso del medio día, espero que estés lista. Sra. Anderson.
Besó la mano de mi madre y a mi me dio una guiñada y se dirigió a la puerta dejando a mi madre anonadada y sin habla.
“¿Pero quién demonios era este tipo que lograba dejar en ese estado a mi madre?”




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