La Bella y su Mafioso.

Capitulo 6.

El viento abrazaba nuestros cuerpos mientras cortábamos a través de el y la adrenalina bombeaba por mis venas junto al flujo de sangre como si ella formará parte de mí desde nacimiento. Cuando Andrew comenzó a desacelerar la moto el bullicio del gentío comenzó a filtrarse por entre las ranuras del casco lo que indicaba que el sitio estaba bastante concurrido. Estacionó la moto en un callejón poco iluminado, supuse que no deseaba que su moto llamara demasiado la atención. Cuando me baje de inmediato tuve la sensación de que yo no pertenecía a ese sitio y no alcanzaba a entender el motivo de ese sentimiento, hasta que vi que todas las mujeres que pasaban junto a nosotros cuando nos asomamos fuera del callejón me miraban de arriba abajo. Si bien estaba acostumbrada a ese tipo de escrutinio por parte de mi madre, no me resultaba cómodo que alguien más lo hiciera y menos del modo tan poco amigable con el que esas chicas lo hacían e incluso una rubia con corte Punk tuvo el descaro de escupir en dirección a mis Converse y hacer un gesto de asco mientras murmuraba la palabra “zorra” sin apartar sus ojos de mi cara. Entonces siguió con su marcha hacia la fila para ingresar mientras que yo estaba anonadada por lo ocurrido. Ni la conocía para que me tratara así.
-Oye Brownie, no prestes atención a ese tipo de actitudes.
-¿Cómo es que dices que debo ignorarlas?
-Es que es muy común ese tipo de provocaciones en estos ambientes.
-¿Por que no mejor dices que tú estás acostumbrado a este tipo de situaciones? Te recuerdo que yo asisto los Sábados a las carreras y nunca había pasado por algo similar.
-Espera entonces déjame adivinar. - Me indicó que pasara primero por la puerta y él me siguió por detrás muy de cerca y continúo hablando. -Vienes a ver a Davis Dank cada Sábado y dices que no haz tenido ningún altercado parecido al de recién, entonces eso significa que observas el espectáculo desde alguna azotea en uno de esos altos edificios y así evitas que vean tu rostro, por lo que nadie te reconocería ni podría afirmar que estuviste en ese sitio y a su vez evitas las riñas que se forman al finalizar el espectáculo por apuestas perdidas o no pagadas. Dime si me equivoqué en algo.
Lo miré con fastidio ya que él sabía a la perfección el como hacia para ver las carreras. Si lo pensaba en detalle era incluso tétrico.
-Si Sr. Sabelotodo, acertaste en todos y cada uno de los puntos.
-Bien, eso significa que me debes una Brownie.
-¿A qué te refieres?
-Shhhh. El espectáculo va a empezar.
-Cómo digas, pero que sepas que odio que me hagan callar.
-¿Entonces la niña de papá tiene algunos problemas con la autoridad?
-Primero: no soy la niña de papá. Y segundo: definitivamente odio que me den ordenes.
-Con que no eres la niña de papá. Creí que todas las niñas ricas eran las mimadas y consentidas de la familia, ya sabes, son la luz de los ojos de su padre.
-Si bueno, quizá en una familia rica normal sea así, pero en la mía no es así.
Ahora tenía toda su atención, hasta ese momento la tenía, pero solo a medias ya que sus ojos iban de la pista de carreras y de vuelta a mi rostro, pero ahora sus esmeraldas estaban tan profundamente concentradas en mis ojos que creí que podría incluso leerme el alma, algo que por un momento me dio pánico. No quería que nadie supiera sobre mis demonios internos y mucho menos él. Su cabeza se inclino hacia un lado como un felino observando una bola de mimbre y decantándose si jugar con ella o no. Al parecer esté decidió que sí.
-Explícame que quieres decir con eso.
Su tono era curioso, pero su mirada sería me indicaba que había algo más allí que no dejaba ver.
-Pues, pongámoslo así de fácil: Digamos que si alguien quisiera llegar a mi padre, extorsionarlo e incluso llegar a ponerlo entre la espada y la pared, solo tendría que meterse con sus empresas. Su imperio lo es todo para él.
-¿Estás realmente segura de eso? Digo, creo que un hijo lo es todo y es lo primero.
-Sí bueno, por lo que veo naciste afortunado en todo sentido; te felicito por conocer el amor paternal. Pero la verdad es que mi realidad es bastante diferente a la tuya, siendo sinceros los recuerdos de mi infancia no son muy distintos a mi actual realidad.
-Te escucho.
-Creí que habíamos venido a observar la carrera no a hablar de mí.
-Para mí es más interesante saber de ti.
-Bueno, la verdad es que recuerdo que cuando era pequeña mi madre era amorosa conmigo, siempre estábamos jugando, ella amaba trenzarme el pelo y pasábamos horas hablando a pesar de nuestra gran diferencia de edades. Es decir, yo era solo una infante, pero aún así nos divertíamos mucho. -Sonreí ante el recuerdo y mis ojos me escocieron así que los refregué y sorbí por la nariz antes de seguir.- Recuerdo que un día vi un cachorro en la calle y le pedí a mi madre si podía ser mi mascota, pero yo ya sabía la respuesta de antemano; sería un no, por lo que decidí no insistir. No perdí el tiempo en preguntar a mi padre ya que él siempre fue frío y distante hacia mí y odiaba los animales, él era todo lo contrario a mi madre. Pero entonces ese día cuando regrese del colegio mi madre me tenía una sorpresa. Entré a mi cuarto y ahí estaba el cachorro bañado y con su propio collar esperando a que escogiera un nombre para él.
-¿Y qué pasó?
Andrew pregunto ansioso por saber el final de la historia y yo me sorprendí porque él realmente me estaba escuchando.
-Budy. Así lo llamé. Fue mi mascota durante dos años y medio. Cuando cumplí 8 años mi madre cambió drásticamente; era como si hubiera sido poseída. Su personalidad eran la noche y el día. Recuerdo que entró echa una fiera a mi habitación gritando incoherencias y su aliento olía a alcohol así que asumí que había bebido de más y solo la dejé hacer. Me hice una bola en un rincón mientras abrazaba fuertemente a Budy; él estaba tan asustado como yo. Aún puedo sentir su cálido aliento acariciar mi mejilla. Su lengua lamió una de mis lágrimas que surcaban por mi rostro. Mi madre estaba tan enfadada que comenzó a romper parte de mis pertenencias y luego empezó a buscarme con la mirada de una forma eufórica y cuando me encontró comenzó a acercarse con pasos firmes y rápidos. Su rostro solo mostraba odio y repulsión y yo no sabía el porque. Supongo que Budy presintió el peligro y se zafó de mi agarré para plantarse delante de mí interponiéndose entre mi madre y yo.
-¿La mordió?
-¿Qué? ¡No! Él simplemente dio un ladrido lastimero ya que intentaba protegerme, pero a su vez no entendía que estaba pasando. Estaba tan asustado y confundido como yo. Es decir, ella y yo jugábamos con él todos los días y entonces ¡BAM! Se transforma en eso. Recuerdo que le gritó a Eleonor para que se llevara a Budy fuera de la casa; cuando ella pregunto si al patio mi madre le dijo que no, que se refería a que lo llevará a alguna perrera y que si era posible lo “durmieran” ya que era peligroso. Cuando comprendí sus palabras me puse en pie rápidamente y abracé fuertemente a mi perro. Al ver que no lo soltaba mi madre me abofeteo tan fuerte que tuve que soltarlo para sujetar mi mejilla. Esa fue la primera vez que me pegó. Cuando se marchó yo no sabía si llorar porque sabía que ya no sería como antes, si llorar por la bofetada o por Budy o incluso por todo, pero entonces la rabia fue la respuesta a ese llamado de desahogo. Y evidentemente nuestra relación ya no fue la misma.
-¿Fue así sin más?
-Sí, ese día fue como si alguien hubiera presionando el botón rojo de mi madre y ella hubiera detonado. Ya no hubieron horas enteras de charla de chicas, ni juegos, mucho menos paseos y las pocas conversación que teníamos eran tensas. Al llegar a la adolescencia comencé a liberarme de las tantas tareas extracurriculares que mi madre me había puesto para mantenerme ocupada y verme la cara lo menos posible.
-Yo… no tenía idea de eso. Es decir, se palpa un aire tenso alrededor de ustedes lo comprobé ayer, pero no creí que fuera a tal extremo.
-Si bueno, lo importante es que encontré un salvavidas que durante años me ha mantenido a flote.
-¿Y cuál es?
Lo mire a los ojos amando su nueva mirada hacia mí, no sé que era, pero definitivamente era algo; como si me viera bajo una nueva luz. Era como si ahora realmente viera aunque sea una parte de mi verdadero yo y no ese típico estereotipo de hija rica mimada que todos veían. Le sonreí mientras le indicaba que no con el dedo índice.
-Hoy no señor misterios, ya eh revelado mucho de mí y yo aún no se nada de ti.
-Es porque no hay mucho que saber de mí. En realidad, nada es interesante. Mi infancia tampoco fue tan perfecta y cálida como tú te lo imaginas.
-Valla, supongo que somos dos almas rotas e incomprendidas vagando por un mundo lleno de prejuicios y estereotipos. Este mundo es demasiado para nosotros.
-O quizá nosotros somos demasiado para él.
-Quizá, y por eso el destino decidió reunir a dos almas errantes para que juntas hicieran del mundo un caos.
-Créeme, el destino no juega ningún papel aquí. Pero, si nos juntamos, entonces quizá sí debamos provocar nuestro propio caos mundial.
-Seremos el maravilloso caos del otro y su perdición. Dos almas heridas complementándose la una a la otra, intentando sanarse mutuamente.
-Me gusta como suena eso.
-A mí también.




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