La Bella y su Mafioso.

Capitulo 9.

El viento nocturno enfriaba mi rostro y a su vez me escocia en las heridas provocando bajos rezongos por mi parte. Ya habíamos perdido todo sonido de las sirenas de los patrulleros cuando Andrew aminoró la marcha y comenzó a mirar en diferentes direcciones como buscando un lugar para estacionar. En mi interior rogué para que no me dejara sola y por mi cuenta para regresar a casa.
Después de cinco minutos dando vueltas se decanato por un banco de madera en el borde de una placita con poca iluminación y demasiados árboles y arbustos; como si su cuidado estuviera algo abandonado últimamente. Cuando bajé de la moto me sentí exhausta de repente y comencé a temblar de frío.

-Ten, ponte esto.

Me colocó una sudadera sobre los hombros; la cuál saco de debajo del asiento de la moto.

-No te muevas de aquí, vuelvo en un minuto.

Se dispuso a cruzar la calle, pero entonces se volteó y me miró a los ojos como desafiándome a no obedecer su orden. Cuando estuvo seguro de que no me movería, cruzo trotando la calle sin mirar a los lados. Algo que me puso nerviosa.

-Tendré que enseñarle normas básicas de como moverse por las calles.

Él entro en un local de grandes puertas corredizas de cristal y se perdió en el interior. Cuando levanté la vista divisé un gran cartel de neón que ponía “Farmacia 24 hs”.

-¿Con qué eso estaba buscando entonces?

Fiel a su palabra un minuto más tarde ya estaba cruzando la calle hacia mí en un trote apresurado. Su cuerpo se tensó al ver que no estaba donde él me había dejado. Cuando alcanzó la moto tomó el casco que le había dejado sobre el asiento y maldijo en voz baja mirando de un lado a otro; excepto a la banca bajó la sombra de un gran roble y oculta en la penumbra de la noche. Estaba a punto de subirse a la moto, cuando una risa se escapó de entre mis labios provocándome dolor.

-¡Auch!

-¿Brownie? ¿Estás ahí?

-Ya te he dicho que no me llames así.

-¡Joder! ¡Por un momento creí que te habías escapado!

-Y yo por un momento creí que eras más listo.

-¿A qué te refieres con eso?

Me puse de pie y me acerque a su impresionante forma de dios griego. Solo podía imaginar la reacción del farmacéutico cuando Andrew se le presentó con la camiseta bañada en sangre y su brazo con un corte en su cara interna.

-Me refiero a que creíste que me había ido. ¿A dónde demonios me voy a ir con estás pintas? Ni modo que me aparezca así en mi casa. Puede que a mí madre no le preocupe mi persona, pero sí el qué dirán los demás.

-Hablando de eso. Me debes una historia. Ven, siéntate aquí voy a curarte.

Le dio palmadas al asiento de su moto invitándome a sentarme.

-No es una sugerencia es una orden, pequeña.

-¿Disculpa?

-Si quieres volver a tu casa medianamente presentable, hazme caso.

Con un suspiro le obedecí. Él me ayudó a subir a la moto y cuando estuve cómoda volví a suspirar.

-¿A caso tú vives de eso?

-¿De qué?

-De los suspiros.

-Ja,ja,ja muy chistoso.

Le eché un vistazo a su mano y noté una bolsa blanca abultada colgando de ella. Andrew siguió mi vista y chasqueó la lengua.

-Compre desinfectante, algodón, gasas, cinta, pomada y algo de maquillaje. En eso me ayudó la farmacéutica. Debo admitir que al principio estuvo algo disgustada, pero cuando le dije que era para mi hermanita principiante en esa área, estuvo más que feliz de ayudarme.

-¿Tu hermanita?

-Sí. Me refería a ti. Quédate quieta, esto te va a escocer un poco.

-¿Le dijiste que soy tu hermanita que no sabe maquillarse? Además, ella ni siquiera sabe mi tono de piel ¿Cómo va a saber el tono de base correcto?

-No entiendo de que demonios me hablas Brownie, pero por favor… ¡Quédate quieta de una puñetera vez! Necesito atender tu labio y si no dejas de hablar esté no deja de moverse.

Hice puchero y él me miró serio a los ojos por lo que decidí comportarme.

-Ahora, respondiendo a tu pregunta. Puede que la farmacéutica no sepa tu tono de piel, pero yo sí lo conozco: así que solo se lo describí. Me dijo que una base en polvo es bueno para que comiences a practicar. Que un labial color cereza suave y un toqué de brillo acentuaría tus labios. Y debo admitir que en eso la apoyo. Me recomendó que te hiciera ver un tutorial de maquillaje para ayudarte.

-¡Pero yo sí sé maquillarme!

-¿Qué parte de no hables no quedo clara?

Sus dedos tomaron mis mejillas presionando hasta que mi boca hizo forma de pescado.

-Ya déjame tonto.

-Compórtate entonces.

Él continúo limpiando mis heridas en silencio mientras yo intentaba reservar para mí foro interior las maldiciones. Colocó un poco de pomada en la herida del labio y al instante sentí alivio.

-Muy bien. Ahora que tu labio está atendido ¿Te gustaría contarme la historia de como terminaste en este estado?

-Pff, deberías de ver a la otra.

-¿La otra?

-Si, bueno. La verdad es que cuando nos separamos tuve un altercado con una rubia Punk.

Andrew detuvo su labor un segundo para mirarme a los ojos.

-¡Juro que intenté evitarla! Pero ella no escuchó razones y asestó el primer golpe, y obviamente yo debía responder. Pero…

-¿Pero?

Me preguntó mientras colocaba una venda sobre mi ceja izquierda dando por terminado su trabajo. Yo solo aparté la vista tratando de evitar responderle y tomando el desinfectante en mis manos para atender su brazo. ¿Cómo decirle que esa chica me golpeó por la rabia e impotencia de perder a su madre por culpa de la mía? ¿Cómo me vería él entonces?

-Bella.

-Es solo que ella me reconoció tan rápido. En cambio, yo no la reconocí hasta que me hizo verlo. Pero supongo que es fácil recordar el rostro de la persona que odias por matar a tu madre.

-¿Qué?

Él sujetó mi muñeca apartando mi mano de su herida para que lo viera a los ojos.

-¿A qué te refieres con lo que acabas de decir?




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