En lo único que mis padres siempre se ponían de acuerdo respecto a mí, era en aquello que debía estudiar y el medio de locomoción que debía usar para llegar a la Universidad. Pero a pesar de su insistencia, preferiría ir por mis propios medios y no llegar con un chófer privado. Mejor iba en taxi y el resto del camino lo realizaba a pie y tenía tiempo de pensar. De camino iba repasando para el examen, no es que lo necesitará, pero nunca estaba de más y cuánto antes terminara, más pronto podría irme a practicar.
Estaba a solo un par de calles de la Universidad cuando tuve la impresión de estar siendo observada. Me detuve y miré en todas direcciones, pero no noté nada extraño por lo que seguí caminando, aunque si creí que ya me estaba volviendo igual de paranoica que mi madre, pero fuera lo que fuera, ese sentimiento me siguió hasta las puertas mismas de la Universidad.
Una vez dentro del salón repleto de alumnos nerviosos y concentrados en repasar la información para el examen, respiré tranquila. Si alguien me estaba siguiendo, incluso si eran los tipos de la noche anterior, no se atreverían a hacer ninguna estupidez dentro del edificio y con tantos testigos. Pero ¿Qué pasaría cuando saliera? Ahí fuera y sola, volvería a estar indefensa. Cuando el profesor ingresó al salón la tensión se palpo en el aire y todos guardaron sus libros y apuntes en sus bolsos. Al comenzar a circular entre nosotros las hojas del examen, dejé de lado mi preocupación para concentrarme en el problema actual, ya pensaría en algo más tarde.
-Fue fácil el examen ¿Verdad? – Me pregunto Hana nerviosa cuando salimos juntas del salón. – Digo, tu sueles sacar excedente calificaciones, pero creo que en esta ocasión los ejercicios eran fáciles.
-Depende.
Le respondí distraída mientras luchaba con la máquina expendedora por una barra de chocolate.
-¿Cómo que depende? Se más clara Anderson.
Mis ojos la fulminaron al detectar cierto desprecio al llamarme por mi apellido; no me gustaba cuando las personas me decían Anderson en lugar de Bella o Isabella si así lo preferían.
-Me refiero a que depende de cuál sea tu criterio de “fácil”. Ningún examen o prueba académica es “fácil” y el resultado final depende únicamente de ti y de cuanto esfuerzo y empeño le hayas puesto al estudio de la materia. O de cuántas horas de tu vida sacrificaste para repasar los materiales y entenderlos, nada en la vida te es servido en bandeja de plata Mackenzie. A veces, debes esforzarte para obtener los resultados que deseas para luego no culpar a otros por tus fracasos. – Le señalé, haciendo referencia al semestre pasado donde había perdido un examen de fundamentos de economía y culpó a la profesora escudándose detrás del “es que no sabe explicar”. – Ahora, si me disculpas tengo cosas más importantes que hacer.
Ella quedó refunfuñando sin saber que decir y poco me importaba. Tomé el chocolate cuando la máquina al fin se decidió a dejarlo ir, agarré con fuerza mi bolso y me encamine hacia el baño. Allí me cambié para ponerme el mono enterizo y los calentadores de pierna debajo de la ropa deportiva casual. Ya cuando estaba en la puerta fue que recordé la sensación de ser observada. Asome mi cabeza y comencé a mirar en todas direcciones, pero aún así estaba nerviosa y no quería irme de allí sin compañía.
-¿Qué estará haciendo Andrew?
Saqué mi celular y marqué su número pensando en como explicarle que quería que viniera a buscarme a la universidad porque tenía miedo ya que creía que alguien me estaba siguiendo. Y, cómo la noche anterior él me había defendiendo, ahora me sentía segura a su lado. Afortunadamente pude evitar avergonzarme de ese modo ya que a pesar de insistir tres veces al número, él jamás atendió.
-¡Joder!
-Veo que tienes un mal día.
La repentina aparición del chico a mi lado me sobresalto, sobretodo porque no me di cuenta de cuando había llegado allí.
-Lamento haberte asustado – dijo con una sonrisa amable – creí que me habías escuchado llegar.
-No, evidentemente no te escuché – le respondí un tanto a la defensiva sin saber si podía o no ser el que me estaba siguiendo - ¿Qué haces aquí de todos modos?
Él me miró un tanto divertido y se cubrió la boca para no reírse en mi cara.
-¿Qué es tan gracioso?
-Nada. Solo que yo estoy aquí porque es donde estudio y estaba de salida, pero tú estabas aquí en la puerta. Así que la pregunta sería ¿Qué haces tú aquí? Parada en medio de la salida me refiero.
Esté chico alto de cabello castaño, ojos café, sonrisa fácil, pero elegante y muy atractivo, tenía toda la razón. Era yo la que estaba interrumpiendo el paso a los demás; él no era mi acosador.
-Ah, entiendo. – Dije mientras me apartaba del arco de la puerta y bajaba los escalones. – Solo estaba esperando a alguien, pero no responde su celular.
-Entiendo. Soy Erick por cierto.
Lo miré un segundo más para confirmar si era enemigo o amigo y a mi mente vino un vago recuerdo de familiaridad en él.
-¿Nos hemos visto en algún lado?
-Puede ser, ya que estamos juntos en tres clases.
-¿De verdad? – Dije algo más sorprendida de lo adecuado. - ¿En cuáles?
-Fundamentos de contabilidad, Fundamentos de Economía y Economía internacional.
Mi memoria era pésima cuando de recordar compañeros de clase se trataba, pero había algo en él que se me hacía familiar.
-Quizá no me hayas visto mucho porque comencé el semestre pasado.
-¿Antes no estudiabas aquí?
-No, pero gané una beca y escogí esta Universidad.
-Ya veo.
Miré mi celular para corroborar la hora y ver si Andrew me había devuelto la llamada, pero no lo había hecho.
-¿Y tú?
-¿Yo qué?
-Tu nombre, no me lo has dicho.
-Ah, soy Isabella, pero puedes decirme Bella.
-Bella. Es un placer conocerte.
-Lo mismo digo Erick.
Nos quedamos en silencio unos minutos mientras personas entraban y salían del edificio, entonces me volví hacía él con curiosidad.
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Editado: 20.09.2024