La Bella y su Mafioso.

Capitulo 33.

El silencio entre nosotros se prolongó tanto que llegué a creer que ya no me hablaría nuevamente, pero entonces él abrió la boca para decir una palabra y de sus labios solo salió un suspiro. Supuse que debía de ser yo quien rompiera el silencio entonces revelando como me había enterado.

-En realidad, no fue algo muy difícil de adivinar e incluso, en el fondo creo que inconscientemente me diste todas las pistas e indicios para que yo lo descubriera por mi cuenta. Así te quitarías un peso de en sima.

-¿Cómo lo descubriste?

-Te busque en internet; sospeché algo cuando me diste tu nombre completo en la azotea, pero en mi casa, cuando conociste a mi madre solo te presentaste con tu nombre sin revelar tu identidad del todo y te escudaste bajo la excusa de ser un empresario muy reconocido, pero, al buscarte en internet descubrí que tu madre era la hija del mafioso más temido de Italia y tu padre de Rusia ¿A caso ellos dos, tus padres, realmente se armaron o solo fue una estrategia para unir fuerzas? Es decir, las dos grandes mafias se consolidan bajo un matrimonio y luego tienen hijos ¿Qué mejor para demostrar poder y unión?

-No. Ellos realmente se enamoraron, si es cierto que la idea principal de mis abuelos fue la de crear lazos de unión a través del matrimonio arreglado, pero no fue necesario persuadir a ninguno de los dos ya que fue amor a primera vista. No había amor fingido allí. ¿Qué más averiguaste sobre mí o mi familia?

-Bueno – desvíe la mirada no queriendo verlo directamente a los ojos ya que sabía que el tema a continuación era delicado. Mis dedos se entrelazaron en un intento de evitar rascármelos por la ansiedad. – no sé si es algo que yo deba decir….

-Solo dilo, no creo que puedas molestarme.

-También leí lo que pasó con tu hermano menor, dicen que al parecer fue un ajuste de cuenta entre mafias.

Andrew mascullo algo en ruso y estaba bastante segura de que no eran buenos deseos para nadie. Sus ojos ahora emanaban rabia y enojo, pero no era dirigido hacia mí.

-Esos malditos idiotas. Matthew era un chico inocente, sus manos siempre estuvieron limpias, yo me encargué de eso. Él no estaba hecho para vivir en el mundo en el que nacimos, él…. Era diferente, pero en el buen sentido; era amable y compasivo, todo lo contrario a lo que un mafioso necesita que corra por sus venas y es por eso que siempre me encargué de que el peso de los negocios y asuntos familiares recayera sobre mis hombros y así, mi hermanito tendría el camino libre para hacer de su vida lo que su corazón le dictará.

-Pero – dije al ver que el silencio en el que se había instalado era dándome pie a continuar hablando – esa noche, no era a él al que buscaban ¿Cierto?

-No. Lo mataron por error creyendo que él era el nuevo jefe de la organización y, ¿Lo peor de todo? Es que ni siquiera tenía algo que ver con nosotros; es decir, era por un ajuste de cuenta con mi padre, no con mi hermano o conmigo. Aunque no lo creas, nosotros pensábamos dejar esa parte de nuestras vidas atrás, íbamos a disolver todo y solo seríamos empresarios honestos, así que lo que le dije a tu madre si era cierto – dijo mirándome juguetonamente a los ojos para alivianar el ambiente – si soy empresario. Matthew era el que se estaba encargando del papeleo y esas cosas, en pocas palabras se encargaría de ser el rostro de nuestro nuevo rumbo, y entonces lo mataron.

No lo podía creer, ambos deseaban dejar esa vida atrás y por venganza contra su padre ya no lo lograron. Mire a Andrew bajo una nueva luz y supe que este hombre no era capaz de llevar el negocio familiar como su padre lo hizo, no podía ser el temido mafioso que había intentado crear. No, porque él era mejor que eso, aunque no lo viera.

-Ay algo más que debo decirte Bella.

-¿Y eso sería?

Él me miró a los ojos y pude ver la súplica en ellos, me rogaba por un perdón y yo sabía la respuesta a ese rezo incluso antes de saber la razón por la que lo pedía.

-El motivo por el cual vine a la ciudad es el mismo por el cuál te seguí durante días antes de entablar conversación contigo. Cuando investigue sobre el asesinato de mi hermano, las pistas me guiaron hacia una persona y su familia. – No hacía falta decir más nada para comprender a dónde quería llegar, pero aún así Andrew continuo. – Todo me condujo a tu padre Bella; es la razón por la que me acerque a ti. Planeaba vengarme utilizándote, pero algo cambio. Se suponía que tú eras la debilidad de tu padre y en cambio, te convertiste en mi propia debilidad, y ya no pude continuar con el plan. No puedo vengar la muerte de mi hermano así; no, si eso significa perderte. Pagaría cualquier precio por hacer que el desgraciado que le arrebato la vida a Matthew, sufra una agonía eterna, eso era en lo único en lo que podía pensar, hasta que te conocí; fue cuando comprendí que todo y todos tenemos un límite, y que siempre tendremos algo más que perder.

-Entonces me estás diciendo que por tu miedo a perderme ¿Dejarás impune el asesinato de tu hermano?

Andrew se volteo a verme directamente a los ojos y una sonrisa triste se plantó en su hermoso rostro mientras con su mano derecha acariciaba suavemente mi mejilla y con la otra metía un mechón de pelo detrás de mi oreja.

-Si, mi pequeño Brownie. Tú eres mi límite, eres aquello tan valioso e importante en mi vida que no estoy dispuesto a perder jamás. Te haz convertido en mi propio punto débil Bella.

No podía perdonarlo, porque no había nada que perdonarle; él era quien debía perdonar a mi familia por haberle arrebatado a su hermano y en cambio, aquí estaba él, suplicando un perdón. No pude detenerme a tiempo y antes de darme cuenta mis labios estaban sobre los suyos en un beso hambriento, lleno de deseo y pasión que hasta ahora, no había dejado salir. Él me correspondió con igual intensidad o incluso más; pude sentir sus brazos rodearme para atraerme más hacía el hasta que estuvimos tan pegados que ni el aire podía pasar entre nosotros. Podía escuchar los latidos desbocados de mi corazón en mis oídos, parecía que estos iban a explotar en cualquier momento y temí que Andrew lo escuchará también, pero él estaba igual que yo. Sentí la necesidad de estar más cerca aún, rodee su cuello con mis manos y su cintura con mis piernas, él gruño en respuesta e intensificó el beso mientras se ponía de pie; en dos pasos estábamos sobre mi cama.




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