La Bella y su Mafioso.

Capitulo 35.

Andrew fue el primero de los dos en reaccionar; él tomó rápidamente sus prendas y en segundos estaba vestido, algo desalineado, pero al menos estaba con ropa. Con su mirada me instó a hacer lo mismo y me tiró la ropa para que me vistiera igual de rápido. La sangre corría a toda prisa por mi torrente sanguíneo y los latidos de mi corazón bombeaban en mis tímpanos haciéndome casi imposible escuchar la discusión de mis padres. Una vez vestida el problema era que hacer con Andrew, pero él también se encargo de eso y antes de darme cuenta Andrew había salido por la ventana de mi habitación y desapareció trepando hacia el techo, tuve la urgencia de ir a verificar que estaba bien, pero en su lugar arregle rápidamente la cama lo mejor que pude. Estaba yendo hacia el escritorio para fingir arreglar mi cabello, cuando la puerta de mi habitación se abrió abruptamente y la figura imponente de mi padre ingresó hecho una fiera; mi madre justo detrás suyo y con temor en su mirada se estrujaba los dedos tratando de calmar sus nervios.

-¿¡Dónde está!? – Gritó mi padre mientras su cabeza giraba en todas direcciones como un ventilador y sus ojos, dos grandes observadores analizaban cada rincón de mi habitación. - ¿¡Dónde lo escondes!?

-¿Qué está pasando? No entiendo a lo que te refieres.

Mi voz fue neutra y tranquila, todo lo opuesto a como me sentía realmente por dentro. Temía que fueran capaces de escuchar mi corazón desbocado, pero mi madre conectó sus ojos con los míos y en ellos vi la gran pregunta: ¿Estás sola? Yo asentí en respuesta y pude ver el alivió invadir todo su cuerpo y fue entonces que ella enderezó su figura, irguió sus hombros y sus ojos adquirieron ese semblante que tanto miedo evocaba.

-Eliot ¿Qué es lo que buscas en realidad?

-¡Tú sabes perfectamente lo que estoy buscando!

-Bella – mi madre pronunció mi nombre con tal serenidad que comprendí que ella tenía la situación bajó control – tu padre tiene la absurda idea de que lo estoy engañando y que tú tienes a mi amante escondido aquí en tu habitación.

-¿¡Qué!?

Estaba realmente sorprendida, yo creyendo que todo este escándalo era conmigo y resulta que mi padre estaba errado. Casi me rio del alivio repentino que sentí en ese momento ya que si se trataba de eso, entonces podría hablar tranquilamente y aclarar las cosas.

-¿Es eso en serio? – Le pregunté a mi padre que en ese momento estaba revisando bajo mi cama. – Ya puedes dejar de revisar ahí, no es como si un hombre pudiera entrar ahí debajo, solo hay unos pocos centímetros que separan la cama del suelo. Y no te molestes en seguir revisando mi habitación porque no hallaras a nadie.

-¡No me mientas niña! ¿¡O de quién más sería el auto que está fuera de nuestra casa!?
Por un momento pensé en mentirle, pero entonces se me ocurrió una mejor mentira, o al menos, solo sería mentir en parte.

-Ah ¿Te refieres a ese auto? ¿Por qué viste un auto extraño en nuestra entrada ya te hiciste la loca idea de que mi madre te es infiel? Qué bajo caes a veces.

-¿Cómo te atreves a hablarme de ese modo?

-Lo hago porque estás acusando injustamente a mi madre ¿Quieres saber de quién es ese auto realmente?

-Bella, no.

Mi madre me advirtió para que tuviera cuidado con lo que iba a decir, pero la tranquilice con un gesto imperceptible.

-Si tan ansioso estás, bien, te lo diré. Pero, te advierto que tendrás que dar explicaciones.

-¿Qué quieres decir niña?

-Me refiero a que ese auto es de Erick; mi hermano biológico.

El silencio en la habitación era palpable y por un momento sentí la necesidad de retractarme ya que ni siquiera había corroborado ese dato con Erick, pero estaba más que segura de que él si era mi hermano. Su historia coincidía bastante con la mía. Aunque su madre le dijo que había dado en adopción a su hermana y es que eso sonaba mejor que decirle: Oye niño, hoy vendí a tu hermana.

-¿De qué estás hablando Isabella?

Mi padre sonaba realmente desconcertado, pero no sentí lastima por él y en su lugar solo quería explicaciones salir de su boca.

-Sí, cómo escuchaste. Ya lo sé todo y no, mi madre no me dijo nada – le aclaré cuando sus ojos viajaron hacía mi madre en busca de una explicación – lo descubrí todo. Es realmente extraño, si querías ocultar el secreto y que jamás me enterará ¿Por qué guardar los documentos y fotos de evidencia en el escritorio de tu oficina?

-Yo, hace años le dije a tu madre y al día de hoy no comprendo porque lo hice, eso arruino nuestro matrimonio, no, tú, fuiste tú. Si yo no te hubiera metido en mi familia criándote como a nuestra propia hija, nada de esto habría sucedido. Y ahora que sacas el tema, ya sabes que no eres parte de esta familia, entonces ¿Qué haces aquí aún?

-¿A qué te refieres?

-Ya encontraste a tu hermano, supongo que también encontraste a tu madre biológica, entonces ¿Por qué no te fuiste con ellos?

-¡Eliot!

Mi madre parecía realmente horrorizada luego de escuchar a mi padre excusándose para que me fuera de la casa.

-Bella no se irá a ningún lado, ella es nuestra hija sin importar las circunstancias por las que llegó a nuestras vidas; circunstancias que por cierto, tú mismo creaste.

-No me vengas con esto ahora ¿A caso habrías soportado la idea de perder a tu hija después del parto? No. Yo solo hice lo que creí mejor, saber la verdad te habría destruido.

-Pero el engaño y la mentira la destruyeron igual o peor incluso, y lo sabes padre.

-¿Y a ti quién te pregunto algo? ¿No deberías estar empacando?

-Eliot, ya te dije que Isabella no irá a ningún lado, si hay alguien que debe irse de la casa, ese eres tú.

El silencio se instalo en la habitación nuevamente. El aire crepitaba con la tensión en el ambiente y mis ojos se paseaban de uno a otro esperando a la reacción de cada uno de ellos. Por alguna extraña razón sentí que mi madre se había quitado un peso de encima al decir aquello, y que mi padre estaba esperando escuchar esas palabras desde hace ya varios años. Mi padre inhalo y luego exhalo bruscamente haciendo que sus fosas nasales se abriera y cerrarán recordándome a un animal agitado.




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