Intente abrir la puerta, pero obviamente no pude, mi padre la cerro con llave y no me dejara salir, fui hacia la ventana en busca de otra vía de escape, y cual gorila enjaulado empecé a mover los pequeños barrotes, pero están muy bien asegurados, yo no puedo quitarlos.
Supongo que esta noche la pasare aquí.
Sintiéndome derrotada me acosté en la cama y observe la habitación, estampado amarillo, estantes con libros y algunas muñecas, cuadros con animales pequeños, una lámpara de cristal, una alfombra felpuda y rosada, ¿Acaso mi padre cree que tengo 10 años?
Mire el techo preocupada, ¿Cómo sabrá Leander que estoy aquí?, bueno no podrá venir durante la noche ya que no puede salir del bosque, tendrá que buscarme en el día.
Estuve pensando en todo lo que paso, creí que podía ayudar a Evan pero, en cambio siento que empeore todo, ahora él me odia por lo que le hice, pero también esa es la razón para regresar al bosque y ayudarlo a remediar todo pero... aun no sé cómo hacer eso, ni siquiera sé si puedo hacer algo al respecto, y ahora que lo recuerdo Leander me iba a decir algo, ¿Qué será? Esa duda rondo mi mente un largo tiempo, hasta que me quede dormida.
Desperté como si estuviera desorientada, me levante de la cama de un salto y me pare a mitad de la habitación con la respiración agitada y sudor frio en la espalda, siento como si mis manos temblaran, es una ansiedad que nunca en mi vida había sentido, fui al baño y abrí la llave del lavabo, me eche agua fría en la cara para tranquilizarme, pero no funciona, quiero salir de aquí, ¡Debo salir de aquí! Corrí hacia la puerta y de nuevo empecé a tratar de abrirla, pero al no poder comencé a golpearla y a gritar desesperada.
—¡Déjenme salir!—mientras golpeaba la puerta con mis manos.
Pero al ver que no da resultado fui a la ventana y con todas mis fuerzas y desesperación jale los barrotes para sacarlos y saltar por la ventana, pero escuche que la puerta fue abierta, mi padre está ahí en su pijama muy confundido.
—¿Aileen que pasa? ¿Qué son esos gritos?—pregunto
Pero no le preste mucha atención, solo vi la puerta abierta y corrí hacia la salida, mi padre trato de detenerme pero me zafe, baje lo más rápido que pude las escaleras mientras escuchaba a mi padre venir detrás de mí diciendo “Aileen espera” “¿A dónde vas?”, pero yo solo quiero salir, llegue a la puerta de la entrada pero también estaba cerrada, comencé a golpearla para escapar, pero mi padre me tomo de la cintura y me alejo de la entrada.
—¡Aileen por dios cálmate! ¿Qué tienes?—traba de sujetarme mientras yo quería escapar.
—¡Quiero salir! ¡Suéltame!—le gritaba y trataba de quitar sus manos de mí, no podía pensar en otra cosa que no fuera salir corriendo de ahí e ir al bosque.
Miranda apareció y me miraba con una expresión de miedo por mi comportamiento.
—¿Qué le pasa?—pregunto al verme así.
—No lo sé—respondió mi padre aun tratando de controlarme—Aileen tranquila, ya cálmate—me decía
Pero yo empecé a sentir una fuerte presión en el pecho que no me dejaba respirar, deje de luchar porque me faltaba aire, mi padre al darse cuenta me recostó en el piso.
—Aileen, Aileen respira ¿Qué tienes?—decía asustado, pero yo ni siquiera podía hablar.
Empezó a hacerme aire con una revista que estaba en la sala mientras trataba de tranquilizarme, pero yo cada vez respiraba menos, ya empiezo a ver manchas y a sentirme débil.
—¡Llama una ambulancia!—fue lo último que escuche decir a mi padre antes de desmayarme.
A la mañana siguiente me desperté al escuchar que alguien abría la puerta, me levante y es Miranda.
—Aileen baja a desayunar, tu padre está esperando— me dijo como si nada hubiese pasado.
Estoy en mi cama, en esta tonta habitación, no me siento rara ni nada, pero recuerdo perfectamente lo que paso anoche, aunque fue como si lo hubiera vivido desde afuera, no me sentía yo misma, lo que no recuerdo es lo que paso después de que me desmaye, debo preguntarle a mi padre. Me cambie de ropa y use algo de lo que está en una cajonera, es la ropa que tenía en la otra casa, baje las escaleras y mire a mi padre a Miranda y esa pequeña odiosa de Sara, no sé cómo estará mi padre hoy después de lo que paso anoche.
—Buenos días Aileen, siéntate a la mesa o se enfriara el desayuno— dijo mi padre en un tono normal, igual a como era en aquellos días en los que vivía con él.