LA GUARIDA DE LA BESTIA.
Sujetó con firmeza el empaque de plástico en donde llevaba su almuerzo. Si quería información sobre la bestia tenia que buscarla en uno de los ordenadores de la librería. En casa seria imposible, así que ahí estaba ocupando su hora de descanso para hacer sus investigaciones.
Después de buscar un sitio para su almuerzo a un lado del ordenador, lo encendió impaciente. Movió los dedos en espera de los iconos y rápidamente tecleo el nombre de la bestia cuando al fin pudo hacerlo.
Se presentó ante ella información de sus negocios y empresas. Muy poco de su vida privada. Le mordió a su emparedado de queso algo frustrada. Buscó una imagen de él y cuando al fin encontró una esta lleno la pantalla y su corazón se paralizó por un instante.
Tenia el cabello tan corto que apenas era una mancha negra sobre su cabeza, la nariz romana perfectamente proporcionada con ese rostro adusto y unos labios carnosos bien delineados; no podia decir que era guapo en el sentido estético, más bien atractivo de una manera peligrosa y muy sexual, a pesar de lo poco claro de la fotografía ese hombre lo proyectaba de una manera impactante.
Una nota al final de la pagina anunciaba los romances de la bestia.
Una lista de un poco más de diez mujeres apareció de manera discreta. Entre ella podia leerse un par de actrices de gran renombre, una deportista ganadora de medallas de oro en las olimpiadas y las obligatorias modelos, una de ellas de lencería.
Contempló algunos de los rostros más bellos del mundo mientras sé preguntaba ¿Por qué la había escogido a ella para ser su esposa?
Ese hombre en verdad era un enigma que esperaba nunca tener la desdicha de resolver.
*
Guardó su libro en su bolso rojo de tela, se levantó de la banca tomando su abrigo verde de paño y la bufanda tejida haciendo juego y caminó apresurada hacia el joven alto y desgarbado que bajaba del bien cuidado escarabajo azul.
- ¿Qué pasa? - preguntó preocupado, - ¿Por qué me has llamado con tanta urgencia?
Milly miró a Jack, su mejor amigo desde la universidad y enamorado incondicional de su hermana Sam, sentimiento que guardaba en secreto, ya que él era mayor que ella por seis años.
- Necesitó que me lleves a las oficinas de las empresas Blackthorne
- Claro - le sonrió interrogante, pero no hizo ningún comentario.
Milly rodeo el auto y abrió la portezuela entrando apresurada al interior.
- ¿A qué viene tanta prisa?- preguntó con una risita burlona. - Sí lo que quieres es hablar con tú padre la bestia no te lo va a permitir.
- No, papá no tiene nada que ver con el asunto que tengo que arreglar en Blackthorne.- le dijo sin mirarlo. - El asunto es algo privado, siento mucho si no puedo decírtelo.
- Claro, no puedo decir que lo entiendo, pero voy a tratar no hacer ningún comentario o pregunta.
Jugueteó con las uñas de sus manos y evitó mirar a Jack. Su estomago se movía nervioso a medida que se acercaban a la vieja mansión en donde se encontraban la oficinas de la bestia.
Jack se estacionó a un costado de la enorme reja en donde un letrero negro con letras rojas y doradas anunciaba el nombre de Blackthorne.
- Esperame aquí, - le ordenó nerviosa y sin esperar respuesta salió del auto.
lanzó un suspiro y sé acerco al guardia de uniforme verde oscuro.
- Hola - saludó apenas dibujando una sonrisa. - ¿Podría usted avisar al señor Blackthorne que Mildred Mathews quiere hablar con él?
- ¿Tiene cita? - preguntó el hombre con el rostro ceñudo. - El señor Blackthorne no recibe sin citas anticipadas.
- No, pero sí usted le dice que estoy aquí en nombre del señor Joseph Mathews, estoy segura que me recibirá.
- ¿Es usted su hija? - preguntó cambiando la expresión de su rostro por algo de simpatía. - Es una tristeza lo que le paso, es un buen hombre, no sé que pudo haber hecho para que el jefe lo despidiera tan repentinamente.
Lo miró con esperanza.
- Entonces, ¿Me anunciara?
- Hablare con su secretaria, - le anunció indeciso. - No le prometo nada, pero al menos el jefe sabrá que usted está aquí.
Milly lo observó hablar por teléfono con voz serena y profesional. Mientras hablaba la miraba con algo de lastima, de pronto su expresión cambio hasta convertirse en incredulidad y una abierta curiosidad.
- Si señor..., por supuesto señor...., yo...
Miró el aparato incrédulo y la miró a ella.
- Puede pasar.
Oprimió un botón y la reja negra de acero forjado se. abrió apenas para que ella pudiera pasar.
- Sólo usted señorita Mathews, su acompañante deberá quedarse aquí.
Jack se había bajado del auto y estaba lo bastante cerca para escuchar lo que el guardia le decía.
- Te espero - le sonrió metiendo las manos en los bolsillos de su chamarra., - me gustaría pasar a tú casa y saludar a tus hermanas.