DESILUSIÓN
Caminó con calma consiente de el hombre rubio que se mantenía a su lado en silencio. No se encontraba comoda junto a él. Se acomodó la cálida estola alrededor de sus hombros.
- Permitame.
Claude acomodó la prenda caballeroso alejándose rápidamente de ella.
- Fue una sorpresa el enterarme de la boda - dijo con su esplendido acento francés -. Tenia casi tres años de no pisar Londres, ni de tener noticias de Max ni de 'Akil, y de pronto me llega la noticia de que se ha casado, fue como una bomba.
- Lo imagino - asintió Milly sin dejar de caminar.
Él la detuvo sujetándola del brazo. Milly levantó el rostro mirándolo algo sorprendida.
- ¿Por qué te has casado con él?
La sorpresiva pregunta la dejo por un momento sin saber que decir. Se soltó dando un paso hacia atrás.
- Max me dijo que ustedes lo sabían.
-¿Saber que?
- El porque nos casamos -. Respondió inquieta.
- ¿El cuento aquel de que eres el pago de una deuda? - Inquirió Claude burlón -, 'Akil puede ser un poco cínico en lo que respecta al matrimonio.
Así que eso era para ellos ¿El pago de una deuda?
- Si, soy el pago de una deuda -. Susurró la joven temblorosa -. Soy el pagaré que mi padre tuvo que dejar para pagar el robo de un dinero que nunca debió haber tomado.
Un sollozo escapó de su garganta sin que pudiera evitarlo. Le dio la espalda negándose a permitir que la viera avergonzada ante lo que acababa de decir.
- Lo siento no debí...
- No, esta bien, usted es uno de los mejores amigos de Max - movió el rostro apenas dejándole ver parte de su perfil -, tienen derecho a saber la verdad. Disculpe yo..., necesito...
- Lo siento, no fue mi intención lastimarla - se acercó apresurado -, creo que esperaba escuchar que era mentira lo que 'Akil me dijo; Max se ha convertido en la bestia de la que todos hablan, tenia la esperanza de que hubiese cambiado un poco.
Milly permaneció inmóvil, tenia deseos de salir corriendo a pesar de sus disculpas. ¿Qué más podia pasar para que se sintiera como un objeto de cambio?
Sintió que un frío gélido la recorría de los pies a la cabeza. Se estremeció ajustando su estola y cruzando los brazos sobre su pecho.
- Somos amigos desde la infancia ¿Sabias? - dijo con un dejo de nostalgia -. Él y 'Akil me ayudaron cuando llegué al internado. Era el chico extranjero, mas bajo que la mayoría de los demás alumnos, fui maltratado por chicos más grandes que yo hasta que Max me salvó. Después de eso me convertí en su sombra ' Akil se burlaba de mí diciendo que parecía su mascota siempre tras él; eso lo divertía y yo... ¡Maldición! - pasó una mano por su cabello -, lo admiraba y me propuse ser como él.
Milly se volvió lentamente levantando la mirada hacia él. Había sorpresa, además de una especie de compasión por el joven inseguro que alguna vez había sido.
- Nadie puede ser como él -. Dijo ella convencida de sus palabras.
- Lo sé - asintió Claude sonriendo con tristeza -. Mi vida no se parece nada a la de él. Ni antes, ni ahora.
La joven se acercó a él colocando su mano en la manga de su esmoquin blanco.
Claude miró la suave mano pálida y desnuda, apresurado subió el brazo cubriendo con su propia mano la de ella sintiendo la piel fría por el clima de esa noche, la joven intentó zafarse pero él se lo impidió.
- ¡Sueltala o te arrepentirás de lo que estas haciendo!
Las frías palabras de Maximilian Blackthorne llegó hasta ellos enfríando aún más el clima de esa noche.
-¡Max! - Claude soltó de inmediato a la esposa de su amigo -. Lo siento, no era mi intención.
- Por supuesto.
Se acercó a su joven esposa sujetándola del brazo en forma posesiva.
- Creo que Roberta te están buscando -. Le dijo aguantando los deseos de golpearlo.
- Claro -, asintió apresurado alejándose de la pareja.
Max permaneció en silencio hasta que el francés desapareció de su vista. La soltó como si fuera algo desagradable. Milly dio un paso hacia atrás.
- No te vuelvas a acercar a él - le advirtió sin mirarla en un tono por demás peligroso -. Recuerda que tú me perteneces.
- El motivo por el que nos casamos no significa que...
- ¡Tu eres mía! - se acercó a ella sujetándola con fuerza de los hombros -, no me gusta que otro hombre sea quien sea se acerque a ti.
Sus ojos se encontraron. Los ojos plateados brillando peligrosos y los de ella brillando ante la indignación de sus palabras.
- ¿Tengo algo que decir? - Demandó soltándose furiosa de sus fuertes manos -, ¿Cuál es mi papel como tú esposa? ¿Aguantar ver salir a otra mujer de nuestra habitación con el cabello húmedo cuando tu estabas dándote un baño? - dió un paso alejándose de él enfrentandole con los ojos irritados por el llanto contenido - ¿Qué voy a esperar de ti en este matrimonio? ¿Sólo yo debo cumplir con las reglas?
¡Mierda! Pasó una mano por la cabeza rapada. Nunca pasó por su mente que ella pudiera ver a Roberta salir de la habitación. Era la primera vez en toda su vida que no sabia que decir.
Se acercó a ella amenazante porque no había otra forma de enfrentarse a alguien más. Lady Mildred no se movió de su lugar y sólo elevo la necia barbilla hacia él.
- No pasó nada -. Le dijo con voz ronca -, nada pasó.
- No te creo - negó ella abrazándose y dándole la espalda -. Eres un hombre al que no le importa los demás, yo pensé que era un mito oscuro alrededor tuyo pero...
Se acercó a ella muy molesto cuando sus palabras le llegaron como una daga traspasando la dura armadura que lo cubría desde toda la vida. La obligó a mirarlo, un mechón rojo cubrió parte de su rostro ante el movimiento de su mano.
- Roberta no significa nada para mí - insistió sin saber porque -, tuve un romance con ella hace muchos años ya. Se acabó y cada quien tomó su propio camino.
- No tienes que darme ninguna explicación.