DESOLACIÓN
La furia corroía sus entrañas. Se paseó por el gran salón, la bufanda que rodeaba su largo cuello ondulaba tras ella.
Tenia que encontrar una manera de vengarse por todos los desaires que él le había hecho por mucho tiempo, ¡Era lo último! Abrió la boca dejando salir un chillido de furia.
- ¿Pasa algo?
La voz masculina tras ella la hizo volverse aireada.
- ¿Por qué todo tiene que salir bien para él? - Inquirió haciendo un mohín -, Hemos intentado de todo para destruirlo y miralo, está entero. No parece estar afectado por la separación. Estoy pensando que Max se casó con ella solo para ser mas respetable para con sus colegas de negocios.
- Más que eso - respondió él con una sonrisa de malicia -, ella es el pago de una deuda.
- ¡¿Qué?!
- Se casaron por interés de parte de los dos - le anunció orgulloso de tener aquella información -, nada más simple que eso.
- Entonces él no la ama... - musitó.
Cubrió sus labios volviendo a sus pasos, esta vez pensativa.
- ¿Qué pasa en esa linda cabeza?
- ¿Crees qué tenga oportunidad de conquistarlo? - Demandó mirándolo con una chispa de esperanza en sus ojos claros -. El está solo, todo podría...
- Ya lo has intentado y fallaste - le recordó sentándose en el moderno sillón blanco -. Yo lo que creo es que Max Blackthorne es demasiado orgulloso para aceptar que esta enamorado de Lady Mildred Mathews.
- No, no lo creo - negó sentándose a su lado -, si hubiera sido así él nunca la habría dejado.
- La ama - le dijo seguro mirando su anillo. Sonrió -, si no sintiera nada por ella no la habría dejado, simplemente la mantendría encerrada en Rectory Mayor, abandonada mientras él sigue su vida en Londres. Lo que pasó entre ellos fue demasiado incluso para Max.
Ella lo miró. No quedaba más que poner en marcha su plan. Si ella no estuviera interponiéndose entre el hombre de su vida, tendría más oportunidad de estar a su lado.
Sacó su móvil de la chaqueta y buscó el número que necesitaba para llevar a cabo su plan.
•
- ¡Por favor Milly! - la voz de Jack en el teléfono la hizo suspirar -. Eres la única amiga que tengo, sé que te fallé pero quiero resarcir mis errores. Te prometo que no volveré a hablar sobre lo de la ultima vez.
- Jack, yo en me siento cómoda después de lo que pasó.
- Voy a ayudarte - dijo apurado -, te daré lo que quieres. Sólo lo hago por ti.
- No lo sé - movió la cabeza -, Jack los sentimientos no cambian tan fácilmente. Amó a Max, no podría querer a nadie más, a pesar de que todavia no sé que pasara entre nosotros.
- Lo sé Milly - suspiró - yo, a pesar de lo que siento por ti quiero de verdad seguir siendo tú amigo y por eso te quiero ayudar.
- Está bien.
- Podemos vernos hoy mismo, te llevaré los pocos datos que tengo de las personas que contacte.
- Hoy no puedo, iré a verme con Max en su empresa - le dijo -, pero podemos cenar juntos aquí mañana en el hotel.
- No mejor nos vemos en otro sitio, Max sabe en que hotel estas y no quiero que si alguien nos ve juntos le diga y yo no quiero enfrentarme a él.
Milly rió mientras se sentaba en uno de los cómodos sillones de la pequeña salita de su habitación.
- Esta bien, te mandaré mi número y ya me avisas en donde quieres que nos veamos.
- Estaré en contacto.
Colgó el teléfono y se recargó en el sillón cubriendo con sus manos su vientre liso.
Si todo salia bien pronto muy pronto volvería a estar a lado de Max.
- Juntos los tres -, musitó en voz baja -. Como una familia. ¿No es maravilloso mi cachorro?
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Anna Miller la esperaba en la entrada.
- Buenos días Lady Blackthorne - saludó con una sonrisa y entró con ella hasta el ascensor que ya las esperaba con las puertas abiertas.
- ¿Cómo esta él? - Preguntó incapaz de permanecer callada por más tiempo.
Anna la miró con una expresión serena en su bonito rostro.
- No para de trabajar - respondió intentando no ser demasiado indiscreta -, el señor Blackthorne parece decidido a volver a levantar la empresa y convertirla en la mejor en su ramo.
- El...-, pasó una mano por su cabello -. Disculpe Anna. Estoy un poco nerviosa.
La secretaria asintió y miró hacia la brillante superficie manteniendo su expresión serena. Por dentro bullía de curiosidad. Al ser la secretaria asistente de Maximilian Blackthorne estaba al tanto de todo lo que tenia que ver con él, no había pasado desapercibido el hecho de el distanciamiento de su jefe con su bella esposa. Ahora ella estaba ahi, después de las expresas ordenes de no permitirle la entrada si en algún momento se atrevía a aparecer.
Levantó los ojos azules hasta el panel que iluminó el tercer piso. Esperó a que las puertas se abrieran y salió atenta a la nerviosa pelirroja que la seguía.
Admiraba su osadía de vestir con esos colores brillantes que la destacaban por completo de la gris y elegante decoración. El vestido blanco con algunos estampados de figuras geométricas en diversos colores revoloteaba por su largas piernas enfundadas en unas botas de tacón y la chaqueta verde limón combinaba muy bien con su aspecto fresco y alegre. Sintió un poco de envidia por atreverse a llegar con esa vestimenta para su entrevista con su jefe la bestia.
La guió hasta la pequeña sala de espera tapizada de piel gris y la invitó a sentarse.
- ¿Quiere tomar algo?, ¿un té tal vez? - Preguntó amable.
- No, gracias - suspiró aferrándose a su bolso amarillo que mantenía sobre su regazo.
Anna asintió con la cabeza y fue directamente hasta su escritorio. Oprimió un botón en el intercomunicador y encendió su computador buscando el programa con el que empezaría su trabajo.
Mientras tecleaba con la rapidez que la experiencia de tantos años le permitía miraba de reojo a la esposa de su jefe. Intentaba permanecer tranquila sentada en el cómodo sillón, pero ella sabia que no había nada de tranquilidad en su espera; no estaba segura de que la bestia estuviera haciéndola esperar de manera deliberada. Desde que le pidió que esperara a su esposa en la puerta y la llevara a la oficina apenas llegara se dio cuenta de que él se encontraba impaciente por su llegada.