BÚSQUEDA
Anna dejó caer el auricular sobre el aparato. Se sentía frustrada, nunca en su vida le había sido imposible dejar inconclusa una orden de su jefe. El demonio del desierto estaba ilocalizable, desaparecido como Lady Mildred. Parpadeó ante la idea que llegó a su cabeza, ¿acaso él seria el culpable de el secuestro de la esposa de Maximilian Blalckthorne? En ocasiones las personas más allegadas a la familia eran culpables de ese tipo de delito.
No movió la cabeza, estaba demasiado cansada para pensar con lógica. Estaba segura que a pesar de la fama que su jefe y su amigo tenían nada tenían que ver con lo que eran de verdad. Después de tanto tiempo trabajando para la bestia podia asegurar que nada era lo que parecía.
Se recargó en la silla y miró su cuadernillo. Todos los datos que había podido encontrar del príncipe árabe estaban ahí. Teléfonos, direcciones, los lugares en donde podía estar. Todo fue inútil, no encontró nada que le ayudara con su paradero.
Pasó la pagina y el nombre de Kaddar le llamó poderosamente la atención. Lo miró por un largo tiempo hasta que abrió el computador portátil y buscó la información que necesitaba.
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'Akil hundió sus manos en los bolsillos de su pantalón. El atardecer teñía el cielo de tonos rosados y violetas, sus ojos oscuros no buscaban la belleza del paisaje o los colores frente a él simplemente eran la perfecta ocasión para alejar de su cabeza el hecho de que su padre estaba muerto.
El caos en el palacio le había sumido en un terrible estrés. La reina mostrando una fuerza interna se dedicó a arreglar cada una de las situaciones que habían estado a punto de crear algunas catástrofes políticas. kalim, el heredero al trono se mostró estoico y tomó su papel de una manera natural. Su hermanastro ya tenia casi cincuenta años, su esposa y sus hijos jóvenes universitarios intentaban ocultar la emoción que les causaba la próxima coronación del nuevo rey.
Él simplemente se mantenía alejado de todos ellos. El ala que le fue asignada a su llegada era la más alejada de todo el movimiento político y familiar. No le era demasiado importante ser relegado por una familia que nunca le aceptó por ser el hijo bastardo del rey; desde muy niño entendió que su llegada a Kaddar después de que su madre le vendió no seria bien aceptada por la esposa e hijos de su padre, el que siempre que podía le hacia algunas visitas en la gran mansión veraniega de su madre en las costas de Mónaco antes de que se negociara a su propio hijo por muchísimos millones, convirtiendo a su madre en una de las mujeres más ricas del mundo dentro de la sociedad europea más elitista.
Bajó la mirada y sus ojos aguantaron algunas lágrimas que no derramaría mientras estuviera ahí. El amor que le tuvo a su padre fue muy grande a pesar de todo; siempre se comportó como un padre interesado en cada uno de los aspectos de su vida, inclusive se sentía orgulloso de sus relaciones y su éxito profesional.
"- Disfruta de tú soltería hijo - le había dicho risueño -, tienes todo lo que un hombre desearía. Eres apuesto y muy rico; estoy seguro que las mujeres más bellas que puedas tener no necesitan nada más para estar en tú cama. Cuando llegué la mujer que aceleré tu corazón y te embriagué con su perfume estarás listo para ella y entonces ya no habrá otra mujer que te haga voltear la vista. Ala es sabio y ya tiene a la mujer especial para ti."
Dibujó una leve sonrisa en su atractivo rostro. Inclinó la cabeza mirando sus sandalias de fina y suave piel.
- ¡Oh padre! - suspiró -. Siempre fuiste un soñador.
Un llamado a su puerta le sobresaltó, frunció el ceño. Era extraño que le molestaran en sus aposentos, la familia, incluso la servidumbre que le asignaron apenas le dirigían la palabra.
- Pase - ordenó alejándose del balcón y las cortinas de gasa blanca que se movían apenas por la ligera brisa del anochecer.
- Su majestad - se inclinó el sirviente en una respetuosa reverencia -, tiene una visita.
Sorprendido se acercó al hombre que se mantenía en la puerta con la cabeza inclinada.
- ¿Quién es? ¿Te dio su nombre? - Inquirió curioso -. ¿Algún forastero?
- Es una dama - respondió -, ella desea una audiencia con su alteza.
Pasó una mano por su cabello alborotandolo un poco. No conocía a una mujer que tuviera las agallas de ir a buscarlo al palacio, inclusive volara por varias horas hasta Kaddar. Inclinó las cejas molesto, aquella atrevida iba a tener que explicar el porque de su visita en los dominios de su familia.
- ¿Dónde esta?
- En su salón privado, su alteza.
Se movió a un lado dejándole el paso libre. 'Akil salió de la habitación en largas zancadas demostrando con ellas su molestia y enojo. El par de guardias apostados en la entrada del salón abrieron la puerta. El lujo que ahí reinaba a veces le abrumaba. Estaba acostumbrado a muebles pesados de madera, el olor a la piel fina y madera con la patina de los años. Los colores brillantes, la hoja de oro, los brocados con adornos de hilo de plata y oro, el terciopelo rojo, verde y la madera de palo de rosa labrada le parecía demasiado. Sus ojos intentaron hacer caso omiso del lujo a su alrededor y buscaron a la intrusa.
Ella estaba de espaldas inclinada sobre un antiguo manuscrito abierto y cuidadosamente guardado en una caja de cristal. Era un descubrimiento que adquirió por muchísimo dinero propiedad de un noble inglés en bancarrota, lo mandó a Kaddar complaciendo el interés de su padre. Recorrió su figura esbelta enfundada en un vestido azul claro, que mostraba un par de piernas bien torneadas y unas pantorrillas decoradas por unas cintas de piel tejidas que venían de una sandalias. Admiró el redondo trasero y la esbelta cintura que se dibujaba por la entallada chaqueta blanca. Su cabello rubio se mantenía sujeto apenas por un recogido que sujetaba un broche de plata. "Ella está hecha para usar oro", pensó acercándose silencioso.