La Bestia Y La Bella

CAPÍTULO 54

REGRESO
 

Una punzada aguda surcó su hombro, la caída había sido terrible.

Intentó moverse más le fue imposible; su cuerpo estaba atado por algo que no podía describir. Unas voces alteradas le rondaban en la cabeza, unas manos le tocaban y estas le hacían daño junto con el insistente pitido que taladraba sus oídos.

Gruñó molesto e intentó apartarlas moviendo el brazo, pero este parecía una masa muerta. Movió la cabeza y de inmediato esas manos le inmovilizaron. Agitado abrió los ojos, imágenes borrosas de personas a su alrededor se inclinaban hacía él tocándolo, hablándole, fastidiándolo. Los miró molesto e intentó apartarlos, pero su cuerpo no parecía responderle. A sus oídos apenas llegaban las palabras, una de ellas le llamaba con insistencia:

- ¡Señor Blackthorne!, ¿Puede escucharme?

Frunció el ceño al escuchar la pregunta, ¿Qué demonios estaba pasando?, abrió la boca dispuesto a recriminarle su estúpida pregunta y lo único que pudo fue emitir un gemido casi delirante. ¡Maldijo para sí antes de que el dolor en su cuello le detuviera.

- Trate de no moverse - le ordenó la voz -, vamos a hacerle unas pruebas para ver en que estado se encuentra después del coma que ha sufrido...

¿Coma? Frunció el ceño, ¿Qué demonios pasaba? miró a la enfermera sin entender nada, esta vez se ordenó a si mismo calmarse y mirar con más atención a su alrededor.

La niebla se había ido, el sueño que lo mantuvo luchando ya no lo tenía atrapado, las voces extrañas ya no podía escucharlas; aquellas voces que le acompañaron en esa penumbra impidiéndole no volverse loco mientras intentaba salir de ahí. Cerró los ojos sintiéndose de pronto muy cansado, como si su cuerpo sintiera todo el peso de la lucha que mantuvo contra los obstáculos de ese mundo que esperaba no volver a pisar.

Estaba demasiado confundido por lo que la enfermera le había dicho. ¿Coma?, miró el techo blanco y un par de solitarias y frías lamparas se mantenían en él emanando una luz que lastimaba sus ojos después de haber vivido en la oscuridad.

- Vamos a desconectar las maquinas - una mujer se acercó a él sonriente posando una mano en su hombro desnudo -. Le pido por favor que se relaje, no sabemos como va a reaccionar su cuerpo, así que si se siente mal dígamelo de inmediato, si no puede hablar mueva su cabeza asintiendo si se siente bien o negando si tiene alguna molestia.

Los aparatos dejaron de sonar. El silencio apenas roto por murmullos de los doctores y enfermeras reinó en la habitación.

Max aguantó un poco la respiración, sostuvo la mirada en la enfermera que le prestaba atención a sus signos vitales, tomó una bocanada de aire cuenco le quitaron la mascarilla del oxígeno, sus pulmones se expandieron provocandole algunos dolores en su cuerpo.

- Parece ir todo bien señor Blackthorne - lo tranquilizó la enfermera después de que se quejara un poco -, lo que siente es porque su cuerpo ha estado inmóvil por mes y medio...

Max frunció el ceño con sorpresa. ¿Había estado en coma por mes y medio? ¿Qué demonios había pasado? Entre cerró los ojos buscando recuerdos en su mente. Algunos residuos de niebla intentaban ocultarle los sucesos que le llevaron a estar inconsciente tanto tiempo.

La palabra "secuestro" apareció como una llama y después de eso las imágenes llegaron a él como un torrente que casi lo vuelve loco. Milly abrió la puerta y la vio con una desilusión tan grande que desbarató todo su orgullo y su arrogancia. ¡Roberta! ¿¿Dónde estaba ella?

Abrió la boca intentando hacer preguntas pero sólo salieron gruñidos inteligibles, su garganta estaba seca al igual que su boca que parecía estar llena de algodón.

- No se presione señor Blackthorne - lo tranquilizó la enfermera -, le daré un poco de agua, va a tomarla con una pajilla, en sorbos lentos no queremos que se ahogue.

Le colocó el tubito blanco entre sus labios y sorbió el fresco liquido que humedeció el interior de su boca y garganta. Se lo quitó demasiado pronto, quiso protestar pero la enfermera ya se había ido y unos hombres se acercaron a él despojándolo de las sabanas azules y levantándolo.

Su cuerpo protestó, sin embargo en ese momento se sintió vivo y no le importó nada los dolores, eso significaba que al fin estaba fuera de aquel lugar gris y oscuro y tenia ante él un mundo lleno de posibilidades para volver a empezar. Lo pasaron a una camilla con eficiencia, sonrió apenas y cerró los ojos recargándose en la suave y fresca sabana azul.

¡Le estaban dando otra oportunidad! No estaba seguro como pudo escapar de aquella fortaleza, pero si podía asegurar que alguien le ayudó a volver.

"- ¡Voy a cumplir mi promesa! - dijo en silencio a la voz que lo acompañó durante su odisea -, ¡Milly y mi hijo estarán pronto en mi vida! He vuelto sólo por ellos."

Se relajó tranquilo mientras lo llevaban a realizar los estudios correspondientes.

"- No Max, todavía hay mucho que hacer antes de que cierres el circulo."

La bestia, abrió los ojos con sorpresa. Una suave risa en su cabeza le acompañó durante las próximas horas.

Sean Colton miró nervioso la puerta del restaurante. Le hubiera gustado pasar por ella a su departamento, pero insistió encontrarlo ahí. Le dio un trago al liquido ambarino de su whisky. Era la primera vez en mucho tiempo que una mujer lo ponía así de nervioso después de..., bajó la mirada enfrascándose en el liquido moviéndose en círculos ante el ritmo que su mano le daba al vaso de cristal.

Suspiró con algo de tristeza, tenia que olvidar; ya habían pasado diez años de aquella catástrofe. Era momento de rehacer su vida, Milly Blackthorne era la primera mujer que le interesaba de verdad. Ella no era como las otras mujeres con las que se había liado. Tenia algo que le atraía de una forma muy especial.

Le dio otro trago a su bebida.

- Buenas noches.

Se levantó apresurado al escucharla y verla al lado de la mesa junto al mesero que la guió hasta allí.



#1727 en Novela romántica

En el texto hay: romance, amor, bella

Editado: 05.11.2019

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