La Bestia Y La Bella

CAPÍTULO 59

NO HAY DIFICULTADES

- H-hola La-dy M-Mildred...

Milly abrió la boca elevando sus ojos hasta el hombre frente a ella. Su cabeza apenas podía asimilar la presencia del gigante tan diferente a los recuerdos en su memoria.

El cabello negro espeso cubría su cabeza, un flequillo caía por su frente sin llegar a tocar las espesas cejas y esos ojos plata que la hechizaban cada vez que la veían se mantenían reservados. La barba. Su bolso cayó a sus pies haciendo un sonido seco que no distrajo a ninguno de los dos de su inspección.

- ¿Max?

Sus piernas temblaron y se tambaleó un poco, era como si la sorpresa de verlo después de haberse hecho la idea de no volver a estar en su presencia, bueno al menos por otro largo tiempo. Se movió un poco a su izquierda deteniéndose en la pared más cercana de la habitación, sin dejar de mirarlo, le era imposible hacerlo.

- ¡Dios! - suspiró con voz ahogada y levantó una mano temblorosa hasta un mechón rizado de su cabello solo sujeto por el gorro de lana -, yo..., que...

- Pen-sé que yo... era el que te-nia problemas... con e-l lengu-aje.

Le sonrió de una manera que nunca pensó volvería a ver. Su corazón empezó a latir de una manera que casi estuvo segura que Max desde donde se encontraba podía escucharlo.

- ¿C-ómo estás?

Milly parpadeó como si saliera del hechizo que la bestia, su bestia siempre, a pesar de ella misma le envolvía. Intentó dibujar una sonrisa, que se convirtió en una mueca tensa; enseguida la cambió y seria levantó los hombros buscando parecer indiferente.

- No puedo quejarme - respondió agradecida de que su voz se escuchara normal a sus oídos -, tengo trabajo y... El embarazo va bien, a pesar...

- ¿D-e las circunstan-cias? - Inquirió levantando una ceja.

- S-si - asintió la joven entrelazando las manos nerviosa -. Y tu, ¿Cómo estas?, me alegro ver que has despertado.

- Si, mes y... medio fue... mucho tiem-po para est-ar en el otro la-do - respondió de manera enigmática.

- si, fue muy extraño verte acostado en una cama -, asintió Milly lamiéndose los labios -. Siempre fuiste un hombre que nunca paraba.

- En cualqu-ier momento alg-uien tenia que... detenerme.

Milly sintió que su corazón dejaba de latir,por unos segundos antes de que continuara mostrándole que la vida seguía. Bajó la mirada hasta la camisa blanca contrastando con su piel que apesar de haber perdido la mayor parte de su bronceado, todavía podía verse morena atra vez de los botones abiertos de esta.

Era extraño no verlo con ropas oscuras.

- Por supuesto.

Max frunció el ceño, enseguida se dio cuenta del cambio de actitud de su bella esposa. Maldijo encontrarse todavía mal, lo que le impedía ir hasta ella y tomarla en sus brazos y hacerle mil preguntas, pedirle que le sacara de ese torbellino que arrollaba su cabeza. Suspiró silenciosamente y se mantuvo en su lugar devorando con sus ojos la pequeña figura de su mujer, su esposa.

- ¿Me... visitaste algu-na vez? - Preguntó de pronto.

Milly levanto la mirada alerta, sus ojos se encontraron, enseguida ella los bajo y miró hacia la ventana con las persianas abajo.

- ¿Por qué me preguntas eso? - replicó sin aliento.

- L-os doctores y las enferm-eras me han dicho que... nu-nca te vieron en las... visitas habitu-ales.

- Yo...

Cerró los ojos ¡Oh Dios, estaba siendo demasiado para el poco control que le quedaba! Suspiró buscando la fuerza que necesitaba para terminar de una vez con todo. Sabia que era el momento justo para que ninguno de los dos se ilusionaran con algo que ya no podía ser. Su cachorro no se merecía tener unos padres que no se amaran, o al menos uno de ellos no tuviera el amor que esperaba rompiera con el pasado.

Suspiró nuevamente y se giró para enfrentarse a él.

- Lo siento Max - empezó antes de perder el valor -, tu, más que nadie debería de comprender mi ausencia durante el tiempo que pasaste en coma. A pesar de las circunstancias tuve que hacerlo por respeto , sabes muy bien que antes de el secuestro todo había terminado. Tú... - aclaró la garganta -, yo, estuvimos de acuerdo con finalizar esto que nunca debió haber empezado. I-intenté que..., lo siento Max

- ¿De qué... demo-nios está-s hablando La-dy Mild-red?

Levantó la voz dando un par de pasos hacia ella, el verde de sus ojos se abría ante él con un dolor que estrujó sus entrañas y oprimió su corazón. Pasó una mano por su cabello sintiendo otra vez la extraña sensación a la que aún no había podido acostumbrarse.

- Max, por favor - susurró Milly moviéndose incómoda ansiosa por salir de la habitación -. ¿Podemos dejar todo esto así? No es bueno ni para ti, ni para mí.

-¡ No, maldi-ta sea..., no vamos a de-jar esto a-sí!

Fue hasta ella tomándola del brazo y la hizo volverse a él enfrentando todo aquel embrollo.

- ¡Q-quiero que me... lo digas... todo! - inclinó las cejas y volvió a ser el hombre, la bestia que conoció -, no v-as a salir de esta habita-ción hasta que haya-mos acla-rado todo.

Milly se estremeció por el toque de su mano grande y fuerte en su piel, bajó la cabeza sintiéndose mareada ante las sensaciones que sólo él ocasionaba en ella. ¡No! Gritó su cerebro aturdido, pero su cuerpo, los nervios vibraban con solo estar a su lado, jadeo apenas ansiando sostenerse en su pecho todavía fuerte a pesar de la evidente perdida de peso.

- Max, por favor - le rogó en voz baja -, dejáme ir.

- No voy... a hacerlo - se inclinó acercando su nariz a el suave tejido de su gorra -, no has-ta que com-prendas y te... des cuenta de.. que tú, eres mía, ¡Comple-tamente mía!

Milly lo negó con la cabeza, mientras una lágrima se escapaba cayendo en una de sus manos que temblaba incontrolable.

- ¡No Max - sollozó -, no me hagas esto por favor!

Los dedos masculinos acariciaron su piel mientras él se inclinaba buscando entre sus rizos rojos su rostro casi destrozado.



#1669 en Novela romántica

En el texto hay: romance, amor, bella

Editado: 05.11.2019

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