ESPINAS
Milly se apartó sintiéndose muy mal por todo lo que estaba sucediendo. Acababa de hacer el amor con Max, si podía llamarlo de esa manera; y ahora Sean estaba ahí hablando de algo que no podría ser, no después de lo que había pasado.
- Perdoname Sean - lo miró -, entiendo por lo que estás pasando, pero yo en estos momentos estoy demasiado confundida.
- ¿Por qué la bestia ha salido del coma?
La tomó de los hombros mirándola fijamente.
- ¿Ha pasado algo? - la miró enfadado.
- Eso sólo nos concierne a él y a mí -. Respondió intentando apartarse de él -, tu no tienes porque exigirme una explicación.
- ¡Hemos estado saliendo, además yo te amo Milly! - Levantó la voz casi con desesperación -, hacia tiempo no sentía nada así por nadie. Desde la muerte de cassie yo...
- Sean, no hagas eso por favor - le pidió zafándose de sus manos -, no quiero que nuestra amistad se dañe por algo así. Además estoy casi segura que no sientes amor por mí, es más un cariño que ha nacido de una cercanía tan inesperada que se ha convertido en amistad.
- ¿Por qué? - Demandó enfadado -, ¿Por qué insiste en llamar lo que pasa entre los dos solo amistad?
- Porque lo es para mí Sean - respondió calmada a pesar de tener los nervios a flor de piel - y así tiene que ser para ti.
- No yo... Lo sabría Milly - pasó una mano por su cabello rubio -. Lo que siento por ti es más de lo que he sentido por otras mujeres que han pasado por mi vida.
- Sean - suspiró sintiéndose de pronto muy cansada - dejáme decirte algo; amó a Max, quizá no debería hacerlo pero no puedo evitarlo, lo amo demasiado y no sé que va a pasar entre nosotros en el futuro. Ambos tendremos un hijo y eso nos va a unir para siempre. Yo, sé que verlo después del divorcio va a ir acabando conmigo, pero también sé que si no vuelvo a verlo seria peor para mí y si en algún momento tu y yo..., tuviéramos una relación no funcionaria. Habría tantas razones que seria una lista muy larga.
Sean la miró con profunda tristeza. Movió la cabeza como sí buscara razones para refutar las palabras de Milly.
Ella volvió a sentarse en el sillón y se recargó en el respaldo, cerró por unos segundos los ojos ¡Dios! Suspiró silenciosa, todo estaba siendo demasiado para ella. Tan sólo en un espacio muy corto de tiempo estuvo en los brazos de su esposo entregándose a él sin ninguna inhibición, huyó como una ladrona en la noche sintiéndose una intrusa al tomar el lugar de una mujer que estaba muerta y demasiado viva en la cabeza de Max.
Aguantó una risa casi histérica al abrir los ojos y mirar a Sean mirando por la ventana de su departamento, tenso y tal vez desilusionado por sus palabras mientras mantenía el recuerdo todavía vivo de la mujer todavía vivia en su corazón y entonces estaba ella igual tensa y dolorida por un hombre al que también vivía en su corazón, pero él estaba vivo y fuera de su alcance. Un par de patéticos con ideales imposibles.
- ¿Sabes lo qué has hecho Milly?
La pregunta inesperada la volvió a alertar.
- Si Sean, sé muy bien lo que está pasando - respondió en voz baja.
- Tenia puestas mis esperanzas en ti - musitó enseñándole el perfil cargado de mucha tristeza -, pensé que tal vez a tú lado yo podría olvidarla.
- ¡Sean! - se irguió sintiendo dolor por él -, eso nunca iba a pasar. El amor no se forza. Sólo una vez en la vida se ama de verdad, ella fue el amor que te correspondía, él es el mío y al final ambos lo perdimos.
Sean se acercó a Milly colocándose en cuclillas frente a ella.
- Lo siento - musitó recargando su frente a la de ella -. Quise tener otra oportunidad para amar, no sé si fue para parar este dolor que no se acaba, que siempre esta ahí. ¡Maldición! - Gruñó enterrando sus manos en su cabello y cerrando los ojos -, ¡Todavia duele Milly! Todavía duele.
Un sollozó se escapó de la garganta masculina y dejó caer su cabeza en su hombro aferrándose a ella en un abrazo.
- ¿Interrumpo algo?
La voz grave y muy familiar para ella la puso alerta. Sean levantó el rostro húmedo por algunas lágrimas derramadas por el dolor que aún a pesar de tantos años seguía vivo. Se apartaron posando sus ojos en la figura gigante de la bestia que los miraba desde su altura con un brillo de ira en sus inquietantes ojos plateados.
- ¡Max!, ¿Qué haces aquí? - Preguntó con sorpresa Milly después de recomponerse por la situación en la que los había encontrado.
- ¿Quién... demonios es él? - Demandó gruñendo acercándose a largas zancadas hasta la pareja.
- Max, no es...
Los ojos de Max no la miraron, sólo se limitaron a estudiar al hombre que momentos antes estaba abrazando a su mujer, ¡A su mujer! Apretó sus manos en dos fuertes puños a cada lado de su cuerpo, estaba tan enfadado que cualquier cosa podía hacerlo avalanzarse hasta el y destrozarlo con sus propias manos.
- Sean es un amigo - se apuró a decirle inquieta por la actitud de su ex esposo -, quedamos para cenar pero llegué tarde así que...
- ¿Hace c-uánto tiempo que salen juntos? - Inquirió con desdén.
- N...
- Casi dos meses - respondió Sean al mismo tiempo que intentó hacerlo ella y levantó la barbilla mostrándole que no le tenia miedo a pesar de ser la famosa bestia a la que nadie se atrevía a desafiar -. Después de que vino al hospital muy mal. Al parecer por su culpa.
- ¡Sean, no lo hagas por favor! - se acercó a su amigo nerviosa -, no es necesario.
- ¿No quieres qué sepa que casi perdiste a tú hijo por segunda vez? - La miró molesto -. Él ha sido el causante de la situación en la que ahora te encuentras. ¡Sabes muy bien que el estrés no es bueno para ti, ni para tú pequeño!
Max se enfrentó a Milly que mantenía la mirada baja, un escalofrío recorrió su cuerpo y las palabras que su cabeza repetía constantemente volvieron a llegar hasta él
- " No Max, todavía hay mucho que hacer antes de que cierres el circulo."