La Bestia Y La Bella

CAPÍTULO 74

¿ES EL FIN?

Milly dio un paso hacia atrás. Su cuerpo empezó a temblar, levantó una mano que apenas podía controlar. Estaba en shock, la cruda realidad le estaba pegando en el rostro. Se tropezó con sus propios pies y trasbilló deteniéndose de la pared,miró la puerta del pequeño salón que utilizaba para manejar los asuntos de la casa y entró en la habitación cerrando la puerta. Se recargó en ella y cerró los ojos llena de desesperanza, ya no había vuelta atrás, el fin de su matrimonio estaba a un día. ¡Oh Dios! ¡ No estaba preparada para dejarlo ir! Todavía no.

Sostuvo su cabello con ambas manos y miró la ventana decorada con esas cortinas que tanto le gustaban. Las flores en un tono de rojo oscuro y palo de rosa con sus hojas verdes que adornaban el café muy tenue de la tela que combinaba con el color de las telas de los sillones de principios del siglo XX, las lamparas los muebles de madera de cedro y los adornos y...

Se apartó de la puerta desesperada y bajó una mano hasta su vientre de manera protectora hacia su pequeño cachorro. Dejó escapar un ahogado sollozo y enseguida cubrió su boca con la mano.

Un dolor tan agudo e intenso recorrió su vientre.

- ¡Oh Dios! - Gimió inclinándose incapaz de soportar el dolor que continuaba atormentándola -. ¡No, por favor, no me quites a mi cachorro!

Suspiró agitada mirando hacia la puerta cerrada, dio un paso temblorosa hacia ella y se sostuvo de la manija de la puerta, apenas con las manos temblorosas pudo inclinarla para abrirla. Gimió cuando otro espasmo de dolor le recorrió el cuerpo, se detuvo en el marco adolorida.

- ¡Por favor, alguien...

Se mordió un labio ante un nueva ráfaga de dolor y sollozo horrorizada mientras su cabeza imaginaba lo peor.

- ¡No, no! - levantó la voz y dio un paso desesperada hacia la habitación contigua - ¡Max, por favor ayudame!

James la encontró sosteniéndose de la pared con dolores insoportables en su vientre.

- ¡Dios mio señora! - exclamó alterado acercándose lo más rápido que pudo - ¿Qué...

- ¡Ayudame James! - gimió Milly asustada y dolorida -. Max..., buscalo, él...

- ¡Por Dios! - miró desesperado el amplio vestíbulo hasta que sus ojos se posaron en la puerta cerrada del estudio - Tal vez él esta en su estudio.

Milly asintió aguantando un jadeo cuando otro doloroso espasmo la obligo a doblar su cuerpo. El mayordomo corrió tanto como sus viejas piernas le ayudaron, tocó la puerta del estudio de Max con ansiedad. Esta se abrió casi de inmediato y Max miró molesto a su sirviente y antes de que le pudiera decir algo escuchó un gemido.

Corrió hacia Milly que se quejaba mirándolo aterrorizada.

- ¡Dios mio! ¿Qué fue lo qué pasó? -

La sostuvo de la cintura abrazándola ansioso. Ella lo agarró de la camisa apretando la tela desesperada.

- ¡Max, no quiero perder a nuestro bebé! - Gimió sollozando -, ¡Max, por favor...

- ¡Maldición! - pasó una mano por su cabello acariciándolo para intentar tranquilizarla -, ¡James habla de inmediato con Kane, dile que tenga listo el helicóptero, quiero que este aquí de inmediato!

- Enseguida señor.

James fue hacia el teléfono lo más rápido que pudo, Max sostuvo a Milly que se estremecía en sus brazos cada que los espasmos recorrían su cuerpo.

- ¡Milly, por favor debes estar tranquila, no puedo llevarte a Londres en la camioneta, no lograríamos llegar! - levantó su rostro lloroso mirándola con ansiedad -, la única alternativa que tenemos es esperar a que llegue Kane y nos lleve directamente al hospital.

- Max, tengo miedo - musitó la joven temblando entre sus brazos -. No quiero perderlo, ¡No quiero!

- No vamos a perder a nuestro hijo - le aseguró limpiando las lágrimas que humedecían su rostro -, te lo prometo.

¡Maldición, maldición! Gruñó en silencio sin soltarla; ¡Estaba desesperado al verla así! Quería estar listo para esa eventualidad, el mismo pilotear la nave, estaba casi seguro que ya estaría en el aire llevando a su Milly al hospital. ¡No quería que nada malo le pasara, ni siquiera a su propio hijo! Acarició su espalda ayudándola con los espasmos de dolor que tensaban su cuerpo y la hacían temblar.

- ¡Max! - Gritó cuando un dolor intenso recorrió su vientre y su cuerpo se dobló.

- ¡Milly, por Dios! - la sostuvo y buscó con la mirada a James -, ¡James, James! ¡Mierda! ¡¿Dónde demonios estás?

Georgie salió del comedor corriendo al escuchar la voz alterada de su hijo, lo que sus ojos encontraron la llenaron de ansiedad y temor. Milly estaba agazapada mientras Max la sostenía, desde donde estaba podía notar el dolor que estaba teniendo. ¡Dios mio, el niño! Pensó nerviosa y fue hasta ellos. Tomó la mano de la joven que enseguida se aferró a la de ella.

- ¿Hace cuánto tiempo que esta pasando esto Max? - Demandó preocupada.

- Hace sólo unos minutos - respondió Max -, no puedo llevaría en la camioneta hasta Londres, le he pedido a James que llame a mi piloto, no sé cuanto tiempo tarde en llegar, ¡Maldición!

- Debes llevarla a sala - le ordenó intentando mantener la cabeza -. Sus piernas no la sostendrán por mucho tiempo más.

Max la levantó en brazos como si fuera una niña llevándola a la sala, la sentó sin soltarla sentándose a su lado, Georgie corrió a la cocina y en poco tiempo regresó con un paño húmedo que colocó en la frente de la joven que respiraba agitada por el dolor y el intenso miedo que la corroía de perder a su pequeño. ¡Dios faltaba todavía tiempo para que naciera!

Le habló con voz suave intentando ayudarla, acarició su cabello húmedo por el sudor que la recorría. Milly lo miraba asustada y jadeante.

- Tengo miedo Max - musitó con pánico -, nuestro hijo merece vivir. No quiero que nada le pase, por favor Max, promete me que nuestro hijo estará bien, que vivirá....

- Lo prometo amor - se inclinó besando sus labios temblorosos -, ambos estarán bien. Estoy seguro de ello. Haré hasta lo imposible para que todo salga bien.



#1653 en Novela romántica

En el texto hay: romance, amor, bella

Editado: 05.11.2019

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