La Bestia Y La Bella

CAPÍTULO 76

PROMESA CUMPLIDA.

Los días siguientes fueron casi como si viviera en un sueño en que ella parecía ser la espectadora. Las visitas de su padre, sus hermanas, Lord Richard; algunas viejas vecinas, unos cuantos sirvientes de Rectory Mayor, Anna Miller la secretaria de Max revolvieron su cabezas con tantos festejos y palabras de aliento y de felicidad, que para ella no eran más que sólo algo parecido a una gran mentira al aceptar esos deseos mientras fingían ser una familia feliz. Llegó un momento en el que casi quiso gritar y sacarlos a todos de la habitación harta de aquella farsa.

Al fin llegó el día en que la dieron de alta junto con el pequeño, al que le fue dada una gran lista para sus cuidados especiales al ser un niño prematuro. Max estuvo ahí como un atento padre y ella sostuvo por primera vez el cuerpo cálido de su pequeño cachorro. Sus maletas estaban en la cama y ella abrazándolo, admirando el pequeño ser humano que ella y Max habían creado. Era un verdadero milagro.

- Felicidades - la voz de Sean la sobresalto un poco -. Me disculpo por no haber podido venir antes, hasta ahora he podido encontrar un momento antes de que se aparezca tu guardián.

- ¿Mi guardián?

- Si, al parecer la bestia ha hecho un buen trabajo al intentar mantenerme alejado de ti - respondió con un dejo de amargura en su voz -. Sin embargo ahora he podido al fin encontrarte sola y poder hablar contigo.

- Has podido haberlo hecho en cualquier momento Max no tiene derecho a reprimir mís visitas y mucho menos de amigos que de verdad aprecio.

- ¿Eso sigo siendo para ti? ¿Sólo un amigo?

Milly se apartó de la pequeña cuna en donde acostó a su cachorro con cuidado y se acercó apenada a él.

- Lo siento Sean, mis sentimientos no han cambiado - le dijo en voz baja - a pesar de todo lo que ha pasado.

- ¿Todavía lo sigues amando? - Inquirió molesto a pesar de haberse prometido no involucrarse más -, ¿a pesar de todo lo que te ha hecho? Milly, no sé que decir, yo...

- No digas nada Sean - la joven movió la cabeza y suspiro -, es mejor así. Yo lo único que puedo hacer es aceptar lo que sea mejor para mi cachorro. Él necesita estar cerca de su padre a pesar de que al final de este plazo que me ha dado nos separemos. Yo, no creo que nunca vuelva a casarme, he decidido que viviré para mi hijo y en esa vida no hay cabida para nadie más. Lo siento Sean.

El doctor la miró con con infinita tristeza, pasó una mano por su rubio y rizado cabello antes de asentir silenciosamente.

- Creo que necesitaba oírlo nuevamente Milly - se acercó a ella hasta quedar apenas a unos centímetros de distancia -. Eso me ha ayudado para tomar una muy importante decisión acerca de mi futuro.

- ¡Oh Sean! Yo no quería que esto te afectara así - musitó levantando la mirada contemplando su rostro compungido -. Desde el principio fui honesta contigo, ¿Lo sabes verdad?

- Bueno - levantó los hombros sonriendo apenas -, siempre creí que podría tener una esperanza contigo. Quizás en algún momento te darías cuenta de que son reales mis sentimientos hacia ti.

- Lo sé - asintió la joven posando su mano en su brazo -. Pero no puedo dejar de sentir lo que siento a pesar de las circunstancias.

Sean asintió y la abrazó, estrechándola con fuerza; esa seria la ultima vez que podría tocarla, después de ese día sabia que no volvería a verla jamás.

- ¡Sueltala hijo de perra!

La voz iracunda de Max sonó por toda la habitación y seguramente por las más cercanas. Milly se apartó de inmediato de Sean colocándose frente al doctor intentando detener la agresión de Max que se acercaba peligrosamente a ambos.

- ¡Por favor Max, ahora no! - le suplicó serena -, no quiero otra pelea sin razón.

- ¿S-sin razón? - Miró a Milly muy enfadado al encontrarla en sus brazos al entrar a la habitación -, ¡Él no tiene nin-gún derecho a to-carte..., maldita sea! ¡Eras mía..., al menos hasta que..., así yo l-lo quie-ra...

- ¡Por el amor de Dios Max! - movió la cabeza azorada por sus palabras -, ¿Cómo te atreves a decir eso? ¡Yo no soy de tu propiedad!

Max se acercó a ella tomándola de los brazos, se inclinó peligrosamente a ella hasta que sus rostros quedaron a milímetros. Los ojos plateados de Max bajo las cejas gruesas inclinadas bajo una expresión feroz la observaron por unos segundos, Milly abrió los ojos con sorpresa, pero a los pocos segundos bajó la mirada incapaz de soportar el hechizo de su mirada.

- ¡Eres mía, m-mía! - gruñó levantando una mano hasta su blanco cuello deteniéndola en su mandíbula -. ¡Nunca serás de él... ni de nadie m-más! ¡Me perteneces!

- ¡Max!

La boca de la bestia se apoderó de la de ella, devorándola demostrándole delante de el doctor y de cualquiera que osara intentar arrebatársela que era suya, sólo suya...

Milly se perdió en ese beso, no se dio cuenta en que momento sus brazos rodearon el fuerte cuello de su todavía esposo, ni siquiera cuando Sean salió derrotado de la habitación, lo único que hacia era aferrarse a él guardando en su interior el grito que estallaba en su alma pidiéndole, rogándole que nunca la dejara ir.

A partir de ese día, Max la trató como si fuera su más valiosa posesión, ella y su pequeño cachorro parecían ser las personas más importantes en su vida. Milly se dio cuenta de que se había dejado llevar por el comportamiento cariñoso y lleno de una armonía como la que nunca antes había visto en él, aquello le causaba mucho miedo, sin embargo estaba disfrutándolo mientras construía en su cabeza una vida feliz y una familia perfecta. Él, ella y por que no, dos hijos más.

Las semanas pasaban y la fecha limite se acercaba. Milly contempló el jardín y a Max que cargaba a su hijo sentado en la mecedora esa tarde de finales de primavera. El sol brillaba en todo su esplendor, el canto de los pájaros, y la tranquilidad del campo. Aguantó un suspiro, la personalidad de su marido había cambiado, ya no mera aquel hombre sin alma, sin corazón que alguna vez se mostró implacable ante sus actos, definitivamente ya no era el hombre que la obligó a casarse con él como el pago del robo que cometió su padre; podía notarlo, pero a pesar de su gran cambio no era capaz de acabar por completo con el temor de notar como pasaba el tiempo y de lo que les depararía el futuro.



#1642 en Novela romántica

En el texto hay: romance, amor, bella

Editado: 05.11.2019

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