La Bestia Y La Bella

CAPÍTULO 77

INCERTIDUMBRE

Durante unos momentos no supo que hacer. Lo miró salir de la habitación derrotado y se dio cuenta que al final ella estaba haciendo lo mismo que él, lastimarlo por orgullo, por venganza...

Se levantó y al principio camino despacio hasta la puerta. Mientras recorría la distancia notó algo diferente en ella y le dio miedo porque era un frío que apretaba su corazón y lo endurecía. Gimió, ella no quería sentirse así el resto de su vida, porque tenia un hijo al cual proteger y no quería tener que protegerlo de ella misma. Miró el pasillo vacío y entonces caminó más rápido consiente de que antes cuando él la dejo ir, al terminarse el plazo ella se fue quizá con una poca de esperanza de que algún día lo volvería a ver, pero ahora era todo muy distinto y temía que Max se alejara de ella hasta que sus caminos nunca más volvieran a cruzarse.

- ¡Max!

Su nombre salió de su garganta. Llamándole en voz alta.

- ¡Max! - Elevó el tono de su voz y también lo hizo apurando sus pasos -, ¡¡Max!!

  • - Ahora no Milly - le pidió en voz baja -. Necesito estar solo.
  • - No era necesario - musitó angustiada -. Todo pudo haberse arreglado.
  • - Si - la miró con tristeza -, quizá, pero te dí mi palabra y yo siempre voy a cumplir contigo mis promesas y aún hay una que quiero terminar de cumplirla.

Dicho eso se alejó de allí y Milly sólo se quedó mirando al hombre que era todo para ella.

 

*

 

Se hicieron los arreglos para que ella saliera de Rectory Mayor. Volvió a su viejo departamento, no quería volver con su padre y sus hermanas, ellos tenían su vida ya sin ella y no quería volver a cambiar sus rutinas. 

Max hizo todo para que estuviera cómoda, incluso le ofreció el piso, pero ella no podía estar en el lugar en donde lo vio con Roberta en sus brazos. Aunque estuviera muerta era un recordatorio de lo mal que la había pasado y de que estuvo a punto de perder a Max, a pesar de que ahora ya estaban divorciados oficialmente.

Sam la visitaba casi todos los días. Le hacía algunos comentarios que la dejaban pensando en su ex marido. Había momentos en que se daba cuenta de cuánto lo extrañaba y lo tonta que fue al haber firmado el acta de divorcio. Lo extrañaba tanto y las noches eran una tortura que la hacían revolverse en la solitaria cama buscando en el silencio y la soledad la presencia del hombre que amaba.

Era el último fin de semana del mes. El día se veía hermoso, no había una nube en el cielo que anunciara lluvia o alguna otra eventualidad. Quedó con su hermana y su padre de pasar el día en el campo. En un lugar apenas unos minutos de distancia de la ciudad. Ya estaba preparada para salir. Su pequeño cachorro estaba en sus brazos con un bonito traje que su padrino le pidió de favor lo usará ese día.

  • - ¡Es demasiado para una tarde fuera de la ciudad! - replicó confundida.
  • - No es tanto - rió él noble -, siempre un caballero quiere verse bien, no quiere que se le confunda con cualquiera.
  • - Todavía es muy pequeño para que le importe - peinó su escaso cabello oscuro y besó su mejilla - ¿verdad pequeño?
  • Entraron a la camioneta bromeando como lo hicieron muchas veces en el pasado antes de la muerte de su madre y Milly miró por la ventanilla añorando aquellos años en los que no había nada que manchara la vida perfecta de su familia. Lanzó un suspiro que llamó la atención de su padre y Sam, ella les sonrió buscando no preocuparles.
  • - ¿Crees qué sea buena idea? - le preguntó Mathew a Sam.
  • La chica levantó los hombros y miró a Milly con incertidumbre.
  • No estaba segura de lo que podría pasar, pero de lo que estaba segura era de que él podría arreglarlo.
  • Viajaron por un par de horas hasta que llegaron a la bonita cabaña. Milly abrazó con fuerza a su pequeño y miró las hojas verdes que trepaban por los muros blancos. Bajaron de la camioneta. Los varones se dedicaron a bajar el equipaje ligero para un fin de semana mientras la pequeña de las hermanas se dedicaba a explotar y Sam se detenia a su lado mirando la casa con interés.
  • - Es un buen lugar para descansar de la ciudad - comentó ella rodeando los hombros de su hermana mayor.
  • - Si, el lugar es bonito - asintió Milly acomodando al niño en sus brazos -. Aunque no lo que yo elegiría para un fin de semana.
  • - Bueno, no será un lugar muy turístico pero tenemos aire puro - Sam suspiró y sonrió -. Un gran bosque para una estimulante caminata. Una hermosa iglesia al frente de la casa y...
  • - !Vaya! - miró a su hermana divertida -, ¿Ese es tu concepto de diversión? Eres un poco aburrida. A tu edad yo me divertía con amigos.
  • - Tengo amigos y me divierto - replicó indignada -, sólo que ahora estamos en familia y podemos convivir en un ambiente sano y con la naturaleza.
  • - Por supuesto - asintió Milly con la cabeza y caminó hasta la cabaña con una sonrisa.
  • Pasaron el día acomodándose en la casa. Comieron un almuerzo tardío y mientras el pequeño Sam dormía su siesta Milly caminó por la propiedad intentando no alejarse demasiado. Era un lugar con bonitas vistas aunque seguía pensando que no era el lugar al cuál le hubiese gustado pasar un fin de semana.
  • Volvió sintiendo las mejillas sonrojadas por el viento y su cabello alborotado. Lo peinó con los dedos mientras pasaba por la puerta. Un misterioso silencio la recibió y las luces de un par de lámparas. Su corazón se agitó pensando en su pequeño y corrió hasta la habitación. ¡Su hijo no estaba en la cuna! La ansiedad hizo presa en ella.
  • - ¡Sam! - gritó volviendo a la sala principal -¡Papá!...
  • Sus ojos se posaron en una nota. La tomó con las manos temblorosas. La letra apresurada de San le avisaba que irían a cenar y se llevarian a Sam con ellos. No pudieron localizarla. La calma fue volviendo a ella aunque la sensación de sentirse preocupada por su hijo seguía en ella.
  • De movio dispuesta a prepararse un té y tal vez oir algo de música que la distrajera hasta que su familia volviera. Una sombra apareció ante ella. Aguantó un grito cubriendo su boca con las manos. Sus bonitos ojos se abrieron con miedo.
  • - Soy yo.
  • La voz llegó a su cerebro y su cabeza se fue hacia atrás como si recibiera un golpe. Sus ojos se llenaron de la presencia de La bestia. El hombre que rompió su corazón y su vida. Hacía semanas que no le veía. ¡Lo extrañaba tanto! Todavía no comprendía porque había terminado con su matrimonio. Quizá el!a era en parte culpable y Max estaba cansado de todo.
  • - Max... ¿Por qué estás aquí? ¿Qué ha sido...
  • - Necesitamos hablar.
  • Milly pasó una mano por los alborotados rizos y apartó la mirada del hombre que aceleraba su corazón al mismo tiempo que tenía el poder de detenerlo. ¡Maldición! Apretó los labios y odió darse cuenta de que alguien pudiera tener tanto poder sobre ella.
  • - No creo que haya más que decir - señaló aún herida -. Tomaste la decisión de anular nuestro matrimonio y...
  • - Hay una buena razón para ello - dijo mientras se acercaba con pequeños pasos -, ya no hay nada por lo que siguiéramos casados. Ese matrimonio no era bueno para ninguno de los dos, para el pequeño cachorro.
  • Los ojos de Milly se llenaron de lágrimas. Un intenso dolor abarcó todo su cuerpo. Sus piernas amenazaron con dejarla caer y ella sintió que él piso se abría para tragarla. Abrió los labios buscando una manera de decir algo, de que el orgullo no la dejara derrumbarse.
  • - E se matrimonio empezó mal y tenía que terminar -. Insistió él deteniéndose a un metro de ella -. Ya no había futuro para algo como eso.
  • - No tienes porque repetirlo - dijo Milly aguantando el dolor de cada una de sus palabras -. Nunca debió suceder lo nuestro. Nunca debimos casarnos.
  • - No así - gruñó Max sin dejar de mirarla -. No fue la manera de hacerlo.
  • Milly asintió y apartó la mirada de él incapaz de fingir que sus ojos estaban a punto de derramar las lágrimas que se negó en los últimos días.
  • - No fue la manera - repitió con voz ronca -. Y ahora quiero que sea de una manera diferente. No con chantajes, no con amenazas. No quiero que nada negativo se interponga entre nosotros.
  • - Lo haremos - aclaró su garganta -, por el bien de nuestro hijo. Él no se merece a unos padres que no se...
  • Un sollozo escapó sin que pudiera evitarlo. En unos segundos estaba envuelta en los brazos fuertes y apasionados que tantas noches había extrañado en su cama. Hundió su rostro en el amplio pecho del hombre que amaba y dejó que sus lágrimas cayeran dolorosamente. Max acarició sus rizos hundiendo sus manos en ellos y permitió que se desahogara. Cuando ella estuvo más tranquila se apartó un poco y levantó su rostro para limpiar los restos de las lágrimas. Miró sus hermosos ojos verdes y el amor que sentía hacia ella se desbordó como un río crecido. Buscó sus labios húmedos por el llanto dejándose llevar por la pasión que mantuvo controlada por los últimos días.
  • Milly correspondió, abrió los labios y permitió que él entrara apasionado. Sintió los brazos rodearla como si no quisiera alejarse y una dolorosa sensación apareció en su interior. Él no quería estar con ella. ¿Cómo se atrevía a tocarla así? ¿A besarla así? Sus caminos estaban a punto de separarse y él osaba  hacerle el amor de aquella manera.
  • Se apartó buscando en su interior la fuerza que necesitaba para pasar el resto de su vida sin  la bestia, su bestia.
  • Sus ojos llorosos lo miraron con incertidumbre. Había mucho dolor, enojo, anhelos que no completaría. Apretó los puños buscando la fuerza necesaria para no caer en su nuevo juego.
  • - ¿Qué quieres? - fue la pregunta que salió de sus labios todavía sensibles por su beso.
  • - A tí.
  • Milly movió la cabeza sin dar crédito a sus palabras. Dió un nuevo paso hacia atrás y alargó una mano buscando apartarse en todos los sentidos de él.
  • - No tienes derecho - jadeó -. No puedes seguir jugando conmigo de esa forma. Hemos terminado nuestro matrimonio y no hay vuelta atrás.
  • - No hay vuelta atrás - asintió Max acordando con ella -. De ese matrimonio ya no hay nada. Se ha cerrado ese ciclo y mi intención es no volver a abrirlo.
  • - Entonces ¿Por qué estás aquí? - demandó ronca de dolor - ¿Qué es lo que pretendes? ¿Por qué vienes aquí y te atreves a besarme? ¿Quieres demostrar y sigues siendo la bestia que nunca pierde? - sus ojos volvieron a llenarse de lágrimas -. No has perdido. Sigues siendo la bestia invencible. No hay nadie que pueda contra ti, ni siquiera la muerte pudo...
  • - ¡Basta! - se acercó a ella apretándo los labios -, no pareces haber entendido nada. Ya no quiero ser el hombre de antes. Ya no quiero ser La Bestia que vivía en la oscuridad, ya no más. Quiero ser un hombre con una nueva oportunidad, una nueva oportunidad contigo.
  • Milly abrió los ojos llenos de lágrimas ante la sorpresa. Max estaba demasiado cerca, era imposible que pudiera mentir, los ojos plateados brillaban ante la emoción de sus palabras. Ella movió la cabeza negando lo que acababa de oir.
  • - No Max...
  • - Era necesario acabar con todo el pasado - explicó inclinando su cuerpo a ella -, quiero empezar nuevamente mi vida contigo pero de manera distinta. No con un matrimonio por chantaje, no con engaños, quiero volver a estar contigo por una razón diferente. Porque te amo y no quiero estar sin ti. Porque amó a mi hijo y el se merece a unos padres unidos por el amor y no por venganza o por la fuerza. Porque quiero casarme contigo para toda la vida y que nuestros hijos tengan una vida perfecta, La vida que ambos construiremos para ellos.
  • Su mano acarició la mejilla y su boca rozó la de ella jadeante.
  • Milly estaba sin aliento. Todavía su cerebro asimilaba las palabras de su ex esposo. ¡Dios! ¡Acababa de decirle que la amaba y que quería casarse nuevamente con ella! ¿Acaso había escuchado bien sus palabras? ¿No eran parte de su imaginación? Dió un paso atrás buscando mantener su cabeza fuera de tanta confusión.
  • - ¿Cómo puedes decir eso? - inquirió confundida -. Has hecho todo lo posible para que nuestro matrimonio se rompiera y ahora dices que quieres casarte conmigo. No entiendo, ¿Por qué lo haces?
  • - Te amo. Quiero un inicio nuevo contigo.
  • Hubo un largo silencio.
  • - No.
  • La mirada de Max fue intensa y oscura. Ambos permanecieron inmóviles uno frente a otro hasta que Milly sintió que se desmoronaba ante tanta fuerza de sentimientos. Se movió obligada por su orgullo y le dió la espalda.
  • - Esta bien - de aclaró la garganta -. Tienes derecho a negarte.
  • Pasó una mano por el cabello en un gesto por demás nervioso, se movió como si no supiera que hacer, dudando de cada uno de sus movimientos. La miró unos segundos y salió del lugar.
  • La angustia y el dolor se agolparon en su pecho. Sus ojos no se despegaron de la puerta por un largo rato mientras la sensación de sentirse abandonada era mucho más fuerte que la primera vez que la echó de su vida. Ahora lo sentía completamente diferente y fue más desgarrador y doloroso.
  • Max era el amor de su vida. Ya no importaba como había empezado toda esa historia. Ella lo amaba y sabía lo terrible que era vivir sin él y estar a punto de perderle definitivamente.
  • - ¡Max! - suspiró agitada siguiendo sus impulsos..
  • Corrió hacia la puerta en su búsqueda. No lo veía por ninguna parte, salió de la casa recorriendo el bonito jardín, se sostuvo del tronco de un árbol respirando agitada y entonces lo vio hablando con un hombre mayor vestido de negro, fue hasta él cuando ambos se tendieron la mano y el hombre se alejó.



#1728 en Novela romántica

En el texto hay: romance, amor, bella

Editado: 05.11.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.