Los ojos verdes se abrieron, miró el techo alto y blanco. Su cuerpo estaba desnudo rodeado por un par de fuertes brazos, movió la cabeza apartando algunos rebeldes mechones rizados de su cara para mirar con atención a el dueño de aquellas extremidades que la hacían sentir cálida y protegida. Suspiró, él era su hombre, la parte que le hizo falta por mucho tiempo; ahora junto a él se sentía completa y capaz de soportar cualquier cosa. Alargó una mano y tocó su espera mejilla acariciándola con apenas un roce de la palma.
- Hola.
Milly sonrió acomodándose entre sus brazos.
- Hola.
Max sonrió y lanzó un suspiro dejando que su barbilla descansara en su cabeza.
- ¿Alguna vez nos levantaremos de la cama? - Preguntó la joven besando su pecho.
- No mientras estemos de luna de miel - respondió Max aprisionándola más hacia su cuerpo -. No quiero que arruines mi perfecta idea de los que debe ser un verdadero viaje de bodas.
- ¡Vamos Max! - suspiró apartándose un poco de él -, me prometiste una maravillosa luna de miel. Diversión dijiste, esquiar en la nieve dijiste, tomar chocolate caliente frente a la chimenea envueltos en una manta...
Max se apartó de ella levantando los brazos cruzándolos bajo su cabeza, lanzó un pesado suspiro.
- Bueno, si dije algo así es porque tenia que convencerte de encerrarnos en la cabaña en medio de temperaturas bajo cero...
- ¡Eres tan malvado! - gruñó Milly golpeando su pecho fingiendo estar molesta.
Max rió atrapándola entre su poderoso cuerpo. Sus pieles cálidas se frotaron ante la lucha desigual, enseguida notó la respiración agitada de su hermosa esposa, inclinó la cabeza hacia ella posando sus penetrantes ojos plateados en su rostro que se estaba rindiendo ante las sensaciones que también lo llenaban a él.
Hicieron el amor sin que la pasión del primer momento se acabara. Se estremecía cada vez que las pequeñas manos blancas le tocaban acariciándolo y sus labios buscaban cada sitio de su cuerpo que lo hacia anhelar más y más llenándolo de avaricia hacia ella. La que saciaba dentro de su cuerpo hasta que ella gritaba su nombre ajena a la realidad sólo a sus brazos.
Se aferró a ella agitado, temblando por su pasión; un gemido salió de sus labios y recargó su frente húmeda de sudor en su pecho blanco y perfecto.
- ¡Te amo! - musitó sin aliento recorriendo su cuerpo mojado con sus manos.
- Te amo.
Sus ojos verdes lo miraron transparentes. Perdió por algunos momentos el aliento; levantó una mano y apartó el cabello rojo de su amada.
¡Dios, era toda suya! Por dentro, por fuera, y aquello le hacia sentirse muy afortunado. La bestia estaba quedándose fuera de su propia piel, así lo sentía. Ella había cambiado todo desde que sus ojos verdes, inocentes, limpios lo miraron por primera vez. Sintió miedo por primera vez en mucho tiempo y no le gustó, tampoco lo hicieron aquellos sentimientos que le revolvieron su vida tal y como siempre planeó que seria. Empero no se arrepentía de ello porque estaba con ella, porque al fin las turbulencias de su vida se estaban acabando.
Una de ellas era su madre. Georgie, que a pesar de la manera en que la trató por mucho tiempo estuvo con él sin apartarse ni siquiera después de demostrarle su odio, su desprecio.
"- He venido a despedirme" - la voz de Georgie retumbó en su cabeza.
Lo único que pido hacer fue levantarse del sillón en donde había estado haciendo llamadas, arreglando la boda.
"-¿Qué demonios?"
"- He terminado aquí - le dijo serena -. Ahora si vas a casarte realmente con la mujer que amas, tendrás una familia y sé que vas a ser muy feliz, yo..., no soy parte de tu nueva vida."
"- ¿Por qué estás haciendo esto? - Demandó acercándose a ella -. ¿Quieres verte como una víctima? ¿No estás cansada de hacerlo?
"- ¿Qué dices? Max, yo no...
"- ¡Por supuesto que lo haces Georgie! - Exclamó molesto -. ¡La pobre mujer que fue abandonada por el hombre que amaba! La que buscó consuelo con otros hombres, ¿Qué esperabas de ellos? ¿Su lastima? ¿Su amor?"
"- ¡Max, no tienes derecho!...
"- Soy tu hijo - la tomó de los hombros cansado de todo ese asunto que llevaba muchos años sin resolverse -. Aunque ni tú, ni yo nunca hemos hablado de ello la verdad está interfiriendo en toda esta situación. Sé que esto nos va a costar demasiado, pero el tiempo puede curar nuestras heridas. Yo... Estoy intentando cambiar, quizá no es mucho, pero sí Milly acepta ser mi esposa podré darme una oportunidad para al fin perdonar..., aún si ella no me aceptara buscaría la manera de mantener una relación cordial contigo."
"- Max... - sollozó Georgie buscando de inmediato su pañuelo debajo de la manga de su sencilla blusa oscura -. Lo siento. Nunca debí..."
"- Quiero que estés en la boda - le dijo tranquilamente -. No hay mejor persona que tú para mantener a el pequeño cachorro tranquilo. No te garantizo que estés en el lugar de mis familiares más cercanos, pero quiero de verdad que estés ahí."
Se movió buscando la manera de que su amada esposa estuviera cómoda entre sus brazos. Suspiró aferrándose a ella y cerró los ojos.
Estaba seguro que todo saldría bien. ¿No terminaban así los cuentos de hadas?
*
Muchísimas gracias por leer mi historia.
Esperó les sigan gustando mis historias en el futuro.