La Beta Del Alpha

CAPÍTULO 7

Dalton

Golpeaba una y otra vez el saco de boxeo. Son las cuatro de la mañana y no he podido dejar de pensar en una sola persona: Elizabeth.

Esta mierda de ser mates me tiene completamente loco, el hecho de que no se haya trasformado me tiene impaciente, los días se están acortando solo es cuestión de unas cuatro semanas para que ella acepte la realidad, solo el recordar todas sus amenazas de que se ira y sin hablar de la mala relación que llevamos ya que nunca nos hemos llevado bien, siempre me ha caído mal porque es una...

Golpea el saco de boxeo.

Grosera.

Golpea.

Fastidiosa.

Golpea.

Hermosa.

Golpea.

Sexy.

Golpea.

Mía...

No comprendo como mi cabeza puede cambiar mi idea antigua de ella en cuestión de segundos. Detengo el saco de boxeo y veo mis manos, manos que ahora mismo podrían estar tocándola de todas las maneras posibles, si ella no fuera tan abnegada a mi la hubiera marcado y empotrado contra la pared para hacerle saber una y mil veces más que es mía que aunque se niegue todo de ella me pertenece...su cuerpo, su mente y sus sentimientos son completamente míos y la follare hasta que su memoria se grabe mi nombre y lo repita una y otra vez.

Sentí que algo en mi despertó, baje mi cabeza para mirar el gran bulto que sobre salía de mi pantalón. Lo toque y estaba completamente duro, me palpita y siento como crece.

¡Maldición!

Y eso que solamente pensé en ella, masajeo un poco mi bulto escapándose un gemido, suelto un suspiro estresado. Golpeó de nuevo el saco de boxeo por última vez pero este golpe es tan fuerte que la gran cadena que sostenía el saco se rompe y hace que el saco salga disparado hacia un rincón, gruñó y me estreso más.

<<Aston>>

•Ahora mismo estaríamos con nuestra mate tal vez follando pero claro lo arruinaste todo desde antes —comienza hablar mi lobo —, ahora solo te queda aguantar todas las ereciones que te provocaré hasta que te ganes su corazón.

•¿Y tú crees que no lo haré? —me queje.

•Yo no tengo paciencia así que busca la manera de marcarla —gruñe.

•Cállate.

Salgo de el gimnasio que esta en esta mansión para dirigirme por los pasillos hasta más escaleras, al subir los primeros dos peldaños una voz me detiene.

—¿Despierto tan temprano? —dice lucero.

Me giro mi cabeza para poder mirarla y la encuentro con una pijama de dormir corta, la veo por el rabillo del ojo y la escaneo para luego voltear mi cuerpo para mirarla de frente.

—Hola Lu —la saludó con cortesía y ella lleva sus ojos directos a mi polla.

—Da...Dalton —comienza a titubear y miro hacia abajo recordando que estoy duro.

¡Mierda! Me lo está viendo. Me muevo incómodo para que aparte la vista pero no lo hace así que me doy la vuelta para marcharme.

—¿Necesitas ayuda? —dice y volteo a verla de nuevo con una ceja levantada —, digo...no, bueno si...si quieres, ¿le preparo un baño?

Cambia de tema.

—No —digo de forma firme y la veo asentir.

La única que necesito ahora es a Elizabeth y esa atormentada me va a rechazar y a patearme las pelotas otra vez si voy a su habitación.

Camino hasta mi habitación incomodo y me dirijo a el baño, más específicamente la ducha, me saco la ropa, liberando la erecion dura, giro la llave de la regadera y comienza a caer la lluvia artificial de agua fría, comencé a restregar.

Intento olvidar por un momento las ganas que tengo de cogerla, pero nada ayuda, ni el agua fría es capaz de bajar lo que ya ella a subido.

No tengo más opción que masturbarme. Así que colocando una mano en la base de la polla comienzo con los movimientos que provocan que termine con la frente pegada a la pared, en mi mente estaban las miles de posiciones que podíamos practicar juntos.

Siento como una mano se posa en mi espalda provocando que de un pequeño respingón, no pude notar el aroma de quien entro por estar concentrado masturbándome . Al girarme me encuentro con una desnuda Lucero dándome una mirada firme y segura.

—Dije que te iba a ayudar —se intenta acercar a mi pero levanto mi mano para que se aparte.

—Sal del baño ahora mismo —digo firme y autoritario.

—¿seguro? —toca mis bíceps con sus manos —, dije que te iba a ayudar yo...

—¡Lárgate ahora! —grite gruñendo como un rey alpha y ella despegó las manos de mi cuerpo y salió del baño rapido sin decir nada.

Llevo mis manos a la cabeza y jalo un poco el cabello para luego gritar estresado, mi mandíbula se aprieta y mi rabia crece, cierro la regadera y me acerco a la tina para abrir la llave y dejé que el agua fría la llene.

Cuando estuvo completamente llena me senté dentro del agua, esta congelada pero puedo resistir eso y más como hombre lobo. Mi polla comienza a normalizarse y me tranquilizo cada vez más.

Al llegar a su estado normal salgo del agua y me cambio rápido para ir a la oficina con las labores que corresponden.

Estando en la oficina los papeles reposan en una pila a mi lado, miro los tratados, contratos, firmas, acuerdos, siempre crei que sería fácil pero este es el lado pesado del asunto, si estuviera Elizabeth las cosas fueran más fácil, pero no... la atormentada se niega a compartir el mismo aire que respiro y nunca será capaz de venir por su propia voluntad.

Comienzo a sentir el aroma de Lucero y eso solo significa que se está aproximando, masajeo el puente de mi nariz. Esta chica no se cansa.

—Jefe, una de las empleadas quiere pasar —me avisa uno de mis escoltas.

—Dale el paso —le digo.

Veo entrar a una Lucero y puedo detectar el miedo pero sus facciones son de confianza y seguridad. Está mintiendo con sus expresiones pero yo se que siente realmente.




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