—¡Y me trajo un caballo! —dijo Ami contenta —, todos lo querían acariciar, pero yo era la dueña así que solo deje que lo miraran y montaran por una hora.
—¿No te dio miedo caerte? —le pregunto acomodándome con ella en la pequeña cama.
—Pues no, soy una mujer grande y no le tengo miedo a nada, bueno... a la oscuridad, pero todos los niños le tienen miedo a eso —dice y yo le acomodo un mechón de su pelo detrás de su oreja pequeña.
Estábamos en la habitación donde duerme con algunas otras niñas del orfanato, ella me cuenta todas las cosas que hace cuando su papá Dalton la viene a visitar.
—¿Y él te quiere mucho? —le pregunto y ella asiente, pero después hace un puchero triste.
—Si me quiere mucho pero no entiendo porque no me lleva con él.
Lo primero que se me viene a la cabeza es ¿qué sería el vivir de esta niña con dos arpías venenosas en la casa? Bonnie y Lucero, estoy cien por ciento segura que le harían la vida imposible y le recordarían una y otra vez que ella no es hija de Dalton.
—Tal vez tu papi tenga problemas, pero estoy segura que esta vez si te va llevar, y cuidaría de ti —ella me mira ilusionada con los ojos brillando, estoy yo, estaré en esa casa y mientras yo esté estás viejas locas no le harán nada.
Pero... ¿cuándo me vaya? No puedo abandonar a mis hijos. Me siento contra la espada y la pared, no voy a vivir para siempre en esa mansión y hago planes como si me fuera a quedar para siempre, me da mucha tristeza que me haya adelantado a hablar avivando la llama de esperanza en ella.
—¡Si! —grita susurrando —, serás como mi mami.
Le besó la frente y asiento con la cabeza sin saber que más decirle.
—Ahora a dormir —recuerdo que tengo que llamar de nuevo a Damon para saber de mis hijos así que le digo a Ami —: tengo que salir un rato pero ya regreso.
Ella siente y cierra sus ojos dispuesta a dormir, y yo tomo mi teléfono de la pequeña mesita que tiene Ami al lado.
Salgo abriendo la puerta con cuidado a no hacer mucho ruido, espero que ninguna profesora o niño travieso salga y me vea ya que estoy en una pequeña bata de tela de algodón de una de las cuidadoras de los bebés, era esto o ponerme los batones gigantes de las ancianas profesoras.
Entró a la cocina y justo cuando voy a llamar a Damon justo me llama, frunzo el entrecejo ya que pareciera que lo hubiera llamado telepáticamente.
—Tenemos que hablar y es algo muy serio, espero que estés sola —me dice Damon del otro lado de la línea.
—Si estoy sola —le confirmo —, habla ya.
—Nuestros hijos —me dice y siento como mis manos comienza a sudar —, estamos aquí en el mundo de las brujas, no mejoraron con los medicamentos —la mano que no sujetaba el teléfono se aprieta en puño y suelto un suspiro —, no tuve más opción que traerlos a que los revisara Tara.
—¿Y qué dijo? —le pregunto.
—No sé cómo decírtelo, no sé si te traerá problemas —me paso la mano por el pelo preocupada.
—Dilo ya —le digo alterada.
—Elizabeth, tienen un apego hacia ti —me dice Damon y yo frunzo el entrecejo —, Tara dijo que al dejarlos su estado de salud decayó como si en vez de deprimirse o estar triste su cuerpo reaccionara ante el abandono, no tiene remedio, la única solución es que regreses o que los lleve hasta donde tú estás —me dice y me muerdo el dedo pulgar pensado en que voy a hacer —, Elizabeth, esto es enserio, están empeorando y Tara dijo que los puede llevar a la muerta una fiebre alta.
Creo que aferrarme mucho a mis hijos y tenerlos en mi burbuja de amor les hizo daño, ahora al parecer no pueden estar sin mí y me aterra que por mi culpa mueran. Pienso en lo que le voy a decir, pero no tengo más remedio.
—Tráelos —le digo —, vengan todos.
No puedo dejar a Olivia sola, no ahora que está tan mal.
—Está bien, mañana mismo estaremos allá. Que descanses amor.
—Dales un beso por mí, que descansen bien, te quiero, gracias por siempre estar para nosotros Damon —le recuerdo y puedo sentir que está sonriendo.
—Son mi preciosa familia —yo sonrió y nos despedimos de nuevo para luego yo colgar el teléfono.
—¿Qué haces despierta a estas horas? —dice Dalton haciendo que pegue un salto tocándome el pecho asustada.
—¡Estás loco! —le grite en susurro —, casi me matas de un infarto.
—Que mal que no lo hice —dice en sonriendo en burla acercándose a la nevera para tomar una botella de agua. Se gira a verme serio —, has estado rara últimamente, sigues hablado por teléfono como aquella vez en el baño. ¿Con quién hablas tanto? —lo miro furiosa y que no tiene derecho a preguntarme con quien hablo, no le interesa.
—No te importa con quien mierda me la pasó hablado, tengo mi vida y tú tienes la tuya —le digo y lo veo cerrar la botella y dejarla en la mesa para luego acercarse a mí.
Intento escapar, pero me toma del brazo y me pega contra el mesón acorralándome entre el mesón y su cuerpo ahora más grande y firme.
—Suéltame —le digo ya que todavía tiene mi brazo agarrando.
—No lo haré —me dice despreocupado —, soy el Alpha rey y hago lo que se me da la gana.
—Voy a gritar —le advierto y el solo se encoge de hombros.
—Hazlo, es tu problema si quieres despertar a los tiernos niños y bebés que duermen plácidamente en sus habitaciones.
Maldito idiota tiene razón, no puedo despertar a los niños.
—¿Qué quieres? —le preguntó firme y de forma seca.
—Quiero que me digas ¿a qué tanto juegas? ¿Y con quien mierda estabas hablado?
—Juego a que te jodo la vida y referente a con quien hablo —me hago la pensativa y luego lo miro a los ojos —, no te importa una mierda.
Intento soltarme con fuerza de beta reina empujándolo con fuerza, no me suelta afirma más su agarre y cuando yo lo empujo me sacudo con él ya que la fuerza de Alpha me rebasa.