La Beta Del Alpha

CAPÍTULO 33

Elizabeth

Mi rabia crece y no paro de pensar en cómo estarán mis pequeños niños, joder, debí bajar me del auto y recuperarlos yo misma pero no me perdería ni un minuto en poder estrangularla.

—Llegamos —da aviso Tarantina —, está ahí adentro y por lo visto está acompañada de muchas personas, no le pongo mucho para que su cuerpo comience a agonizar.

Asiento y salimos del auto, Tarantina y Atenas salen detrás de mí, los otros autos de los guardias de las manadas están detrás de nosotros protegiéndonos la espalda, aunque no creo que sea necesario ya que según yo con Tarantina es suficiente.

—Diles a los guardias que mejor es que se queden aquí esperando —dice Tarantina y yo asiento para después voltearme a verlos a todos.

—Muchachos, quédense en los autos y si retroceden mucho mejor —todos fruncen el entrecejo sin entender —, ¡¿tengo que repetir?! ¡Ya! —me hacen caso y se suben al auto echándose hacia atrás.

Siento como me tumban al piso y me aturdo lista para atacar, pero escucho el sonido de una bala estrellar contra un árbol, miro quien me tiro al piso y es Atenas.

Las balas comienzan a resurgir y no tengo ni idea de donde vienen, ninguna bala nos da ya que Tarantina tiene un campo de fuerza a nuestro alrededor, me levanto del piso.

—No dejan de disparar, que aburridos y miserables pueden ser, que vengan a enfrentarme, que den la cara —dice Tarantina aburrida —, bueno no tengo más opción.

La veo separarse, pero el campo de fuerza sigue ahí siendo mantenido por Tina que tiene las manos extendidas, Tara levanta las manos y frena todas las balas para después devolverlas todas reventando los vidrios de la mansión abandonada, las balas también regresan hacia donde fueron lanzadas, al parecer los tiros vienen de dentro y de arriba ya que gente cae al piso muerta.

Tara abre las puertas grandes de la mansión con un movimiento de manos y estas se abren en un gran portazo.

—Esperen —dice Tara y se acerca a Atenas y le deja un collar en el cuello para luego hacer lo mismo conmigo —, bien, esto es por si les disparan, las balas no les atravesarán.

—¿Puedo quedármelo? —dice Atenas levantando la mano como si estuviera en alguna clase.

—Si —le responde Tara.

—Genial —mira el collar con admiración para luego tomar una flecha y ponerla en el arco —, bueno, ya estamos listas.

—Nos encargaremos de quienes estén en los pisos de abajo ustedes vayan por Lucero —dice Tina —, captó su presencia allá —, señala hacia la derecha una parte alta de la mansión —, no está en esa habitación exactamente, pero si está de ese lado.

—Gracias —le digo y ella asiente.

Atenas y yo corremos hacia la mansión, al estar adentro comenzamos a caminar despacio ya que todo está en silencio pero este no dura cuando una ráfaga de disparos se viene contra nosotras así que saco mi arma y comienzo a disparar cada cabeza que se asoma, estamos de pie en el centro de la mansión quietas contraatacando, las balas se sienten como simples caricias sin perforar ninguna zona de mi piel, Atenas dispara flechas con rapidez hacia los puntos altos de las escaleras de la mansión.

—Es mucho por ahora, vamos —le digo a Atenas y ella asiente.

Corro hacia arriba y ella me persigue por detrás, es una gran ventaja tener a brujas poderosas de aquelarre de tu lado, caminamos hacia la derecha como dijo Tina, la mansión esta vieja y desgastada, todo huele a humedad y polvo, las puertas están algunas rotas y otras arañadas como si hubiera habido una pelea antes, ahora que lo pienso según la historia aquí vivió un Alpha con su familia, esta casa la invadieron los vampiros y todo fue un mierdero total.

Las únicas grandes puertas que no están partidas son las que me hacen creer qué hay está, tenemos que derribar esa puerta.

—¿La tumbamos o le pegamos dinamita? —me pregunta Atenas.

—Déjamelo a mi —le respondo y ella me mira atenta a cada movimiento.

Comienzo a retroceder poco a poco, pero... me llaman ¿por qué llaman justo ahora? Atenas me mira confundida y yo me encojo de hombro, agarro el teléfono y respondo.

Señora, el Alpha rey ha llegado a la mansión... —dice un guarda espaldas desde la otra línea —. Ha llegado con sus hijos —, suelto un suspiro de tranquilidad y sonrió.

Dile al Alpha rey que muchas gracias y que por favor si sufrieron algún tipo de daño que se encane fue de ello.

—También quería decirle que su pareja; Damon se salvó y está curándose de las heridas de Plata. Eso es todo señora.

Gracias —le digo para luego colgar.

Cuando cuelgo veo que alguien sube las escaleras y esa persona es Tara, que está preocupada y me sonríe nerviosa.

—Eh... —dice Tara para después aclararse la garganta —, no te preocupes todo estará bien, te diré después qué pasa, por ahora viene a ayudarte.

—¿Abres la puerta? —le pregunta Atenas, pero antes de que Tara haga algo corro hacia la puerta y la de rumbo con una patada.

Una puerta cae y la otra se abre.

Una ráfaga de disparos comienza y Tara arma su escudo protector, Caminamos tranquilas y los disparos cesan al darse cuenta que no hemos caído, las personas que disparan tienen las armas abajo asustados.

—Qué lindo recibimiento para su Beta reina —les digo y ellos siguen callados —, espero que estén listos para tragar plomo y flechas.

—Tara son tuyos los de abajo, Atenas los blancos de arriba.

Atenas comienza a disparar flechas, los hombres corren pero Atenas les da justo en el pecho o en la cabeza, Tara hace su truco de nuevo; ella levanta las balas perdidas del piso y como un gran tsunami de balas ataca, hombres caen y corren huyendo de las balas que al fin y al cabo los atrapan, esto es una puta masacre llena de sangre y sudor, corremos hacia las escaleras de la biblioteca para subir a la parte superior, cuando estamos arriba comenzamos a intentar localizar a Lucero.




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