La Biblia de los Caídos

Versículo 20

La belleza natural de Álex era innegable. Sus rasgos simétricos, delicados, y su precioso pelo moreno, suave y sedoso, le convertían en un objeto de deseo para las mujeres. A Miriam, sin embargo, no le atraía en absoluto, por ser demasiado perfecto. Le resultaba soso, inexpresivo y carente de interés.

No obstante, respetaba su valor y decisión. Álex se enfrentaba a ella sin vacilar, aun sabiendo no solo que era una de las mejores centinelas, sino la favorita de Mikael. Sí, Álex los tenía bien puestos, al contrario que el niño, que podía asustarse de una lagartija.

Por eso le extrañó ver la cara de Álex deformada, fea, casi temblorosa, cuando se abrió la puerta de la habitación. El Gris aparentaba estar más relajado, pero Miriam detectó la tensión en sus facciones. Algo había sucedido. No se trataba de una simple discusión más. Álex y el Gris habían tenido una conversación verdaderamente agitada.

—Vamos a ver a Mario —dijo el Gris sin mirarla a la cara.

La centinela le siguió en silencio. Álex se fue en otra dirección. Lamentó no haber pegado la oreja a la puerta, claro que tampoco se esperaba una discusión tan acalorada entre ellos.

Mario Tancredo tampoco tenía buen aspecto. Los ojos eran lo peor. Estaban hundidos en sus cuencas, con dos enormes bolsas debajo.

—A ti te quería ver —dijo con un tono de voz desagradable, señalando al Gris cuando el grupo entró en la habitación—. Mi mujer me ha contado lo sucedido. Tienes suerte de que mi hija esté viva, monstruo, porque si vuelves a apuñalarle el corazón...

—Al menos ahora sabes que no es tu hija —repuso el Gris—. Te recuerdo que querías salvarla.

Mario apretó los labios, se sentó al borde de la cama, donde había yacido inconsciente tras su desmayo, y se sirvió un vaso de agua. No les ofreció. Miriam cruzó los brazos sobre el pecho.

—Te pago para que expulses a ese demonio, no para que mates a mi hija —dijo el millonario dominando su rabia y su frustración—. Se supone que eres el mejor exorcista. ¿Qué ha pasado?

—Aún no lo sé —admitió el Gris—. Estoy aquí para averiguarlo. Ese demonio es increíblemente fuerte para resistir al exorcismo, algo muy inusual. Tendría que tratarse de uno de los más poderosos. Y contra un demonio así no podríamos hacer nada, solo un ángel puede enfrentarse a él.

—¿Insinúas que no hay solución?

—Insinúo que hay otra explicación, una que aún no he encontrado. Creo que alguien ayuda al demonio, alguien que es responsable de que poseyera a tu hija y que colaboró debilitando su alma, lo que allanó el camino.

Mario abrió mucho los ojos.

—¿Un traidor?

—O alguien que se quiere vengar de ti —dijo el Gris—. En cualquier caso, no tiene nada que ver con tu hija.

—¿Y cómo ayuda al demonio? —Mario sacudió la cabeza. Se notaba que le costaba aceptar la situación—. ¿No puedes expulsarle de todos modos?

—Tendría que saber más. Podría grabar una runa en tu hija que contrarrestara el método que usan para ayudar al demonio.

—¿Y por qué no lo haces?

—Porque si uso la runa equivocada la mataré, o la dejaré lisiada para toda la vida, puede que en coma. Necesito dar con esa persona.

Mario se levantó de golpe, furioso, volcando el vaso de agua sobre la mesilla.

—¡Pues encuéntrale, para eso te pago!

—Eso intento. Y para hacerlo vas a tener que contarme un par de cosas de tu empresa. —Se hizo evidente por su expresión que al millonario no le gustó la idea. El Gris siguió con su habitual tono distante—. Tú tienes un trato con los demonios o lo has tenido. Así es como creaste tu fortuna. Vas a decirme ahora mismo con quién.

Mario dudó, deslizó una mirada furtiva a la centinela, le tembló el labio inferior.

—Esa es una acusación absurda y sin fundamento —dijo.

—Como quieras. Entonces puedo arriesgarme con tu hija a ver si acierto con la runa adecuada, o largarme y dejarla como está. Siempre puedes llamar a otro exorcista. ¿Qué prefieres?

El millonario soltó una maldición entre dientes. Miró al Gris con los ojos temblorosos, a punto de estallar.

—¿Podemos hablar a solas?

—No te preocupes por Miriam. Habla.

La centinela asintió.



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En el texto hay: misterio, biblia

Editado: 26.02.2018

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