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Interestelar
Sería algo increíble y fantástico encontrar dicha alma con la cual compartir mi arte, complejidad y singularidad, dejando atrás una soledad que suele sentir un cometa al recorrer el inmenso y maravilloso universo, hasta que se estrelle con una brillante mirada que desee ofrecerle su corazón en cada noche que, con sus besos, pincela las estrellas en el cielo.
Alguien con quien compartir cada constelación; que un roce de nuestras mejillas genere una chispa igual a la del Big Bang, que me haga volar, y junto a dicha alma, pueda descifrar lo que hay más allá del infinito y de la tela universal.
Sus labios me harán flotar y me abrigarán con su calor ante el frío del vacío; que sus parpadeos hagan congelar estrellas más grandes que el Sol y la magia de cada curva de su cuerpo hará pasar los cometas más hermosos por el techo de mi habitación.
Que pueda ver a Andrómeda a través de sus pupilas y que Alfa Centauri se acerque más y más hasta que la podamos tocar.
Ni Gargantúa de interestelar conservará su inmensidad al compararse con su peculiar perfección; cada tropiezo suyo al caminar hará elevar mi suelo al cielo.
La relatividad será testigo del epílogo de cada una de nuestras vidas; que, por favor, convierta los segundos en milenios cuando esté frente a mi amada y que una supernova se provoque cada vez que yo junte su mano con la mía.
Que su amor me haga explorador del cosmos. No necesitaré llevar ningún tanque porque la melodía de sus susurros me dará el aire suficiente para cruzar el universo de punta a punta, y jamás me perderé porque el brillo de sus pupilas será mi guía, iluminando todo a su paso, incluyendo a los agujeros negros, que serán incapaces de huir de su luz y belleza.
Pero ahora solo me queda soñar y convivir con la esperanza de que, quizá, al despertar, me invadirán sus besos y no la ausencia de un recuerdo que jamás existió.
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Corazón errante
¿Existe la meritocracia en el amor? ¿O solamente hay quienes nacen para recibirlo y otros están condenados a observarlo? ¿Qué se sentirá experimentarlo? ¿Qué se sentirá si mis delirios de ser besado se hacen tangibles?
A veces puedo usar a la ausencia como catalizador de esperanza, con la ilusión de que las sombras de la melancolía me dejarán de torturar; pero, a veces, sus golpes son tan rotundos que hacen que todo se distorsione, haciéndome ver cómo la luz que anhelo como mi guía simplemente se aleja cada vez más, hasta ser tragada por la singularidad de mis apresados deseos y tormentos.
¿Por qué todo redunda en el mismo final? Una ilusión que termina con un simple tirón de gracia, como si cada instante de la lejana indiferencia deseara ser el último corte que termine de rematar a un alma en pena.
¿O será que acaso me debo arrastrar para captar su efímero tacto?
¿Será que mi corazón está tan opaco que mis textos pierden su esencia, su composición y sensibilidad? ¿O será porque Calíope prefiere permanecer distante ante alguien que, con ningún texto, ha podido conquistar un mísero corazón que pueda percatarse de la existencia de su alma vulnerable? ¿Acaso mis letras verán la luz o solamente permanecerán resguardadas en el papel de mis penas?
Trato de sentir para así sustentar mi existir, pero si mi alma no tiene a nadie que la toque, entonces su presencia se desvanecerá junto con mis días de vida.
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Sentir antes de tocar
A veces me pregunto:
¿Y si no somos capaces de hallar belleza en un alma ajena?
¿O quizás nuestro valor como humanos
es simplemente vernos bellos ante un cristal,
cumplir con el estándar
para que no se nos destaque por algo más?
¿Y así pretendemos amar?
Es irónico que aquellos que anhelan ese sentimiento con sinceridad
fracasen cada día más en poder conquistar
a una dama o a un caballero especial.
¿Será su falta de merecimiento?
¿O quizás su corazón sea errante
ante lo que exigimos?
¿Acaso será mejor para ellos
sepultar sus ganas de amar
y dejarse llevar por un placer
que jamás llenará sus ansias
de ser anhelados, deseados y elegidos?
Supongo que en eso nos hemos convertido,
o no sé si solamente sea
la percepción de alguien pesimista
que se hartó de fallar,
de intentar encontrar la belleza
en algo tan complejo e inflable como lo es otra persona.
Pero que, aun así, conserva la esperanza
de que el amor ascienda nuevamente.
He comprendido que nuestro mundo
solo está apegado a un deseo superficial
de solamente tocar, pero no sentir;
donde la compañía no existe,
solo hay una soledad disfrazada
que no queremos enfrentar.
¿Qué pasaría si pudiésemos ver un alma
antes que un rostro,
y perdiésemos el miedo y el temor
a mostrar quiénes somos?
Ojalá pudiésemos sentir y luego existir
en vez de mirar y tocar;
ojalá admirar antes que solamente desear,
y que antes del roce de dos cuerpos
exista el tacto entre dos almas
dispuestas a sentir la aurora de amar.
Que exista un corazón
antes del deseo de ver bajo cualquier falda.
Que nuestro aposento sea el trono del sentimiento,
y que se desnude nuestra mente
antes que el templo que es nuestro cuerpo.
¿Pero acaso el hecho de desear está mal?
En realidad, no.
Porque parte de dicha relación
es poder sentirse en todos los aspectos
y poder observar con deseo
a nuestra otra mitad.
Pero al mismo tiempo,
en vez de ser un pilar,
parece ser la base de todo.
No parecemos hacernos la pregunta
de quién es el otro,
antes que querer saber lo que hay en sus adentros.
Porque para mi melancólica alma,
la dicha no se encuentra solamente en el sexo;
está en saber a quién estás tocando
y ante quién te estás desnudando.