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Estuve a un paso
Pero mi valor fue carente; al sentir la brisa que chocaba con mi alta ventana, me detuve tan solo un instante para admirar el paisaje pincelado por la luna y su melancólica pero hermosa luz. La muerte susurraba mi nombre, ansiosa de que mi cabeza choque con el concreto, pero…
Mi valentía se redujo y no me permití tomar esa salida, que quizá era una entrada a un helado infierno, pero puede que no esté destinado a explorarlo como aquel hombre que portó mi nombre.
Estoy volviendo a la melancolía y al desamparo, mientras mi luz se diluye poco a poco en mi arte. Mi creatividad se convierte en ceniza y mis poemas son ese fénix que la realza para surcar el cielo de la soledad.
Pensé por un momento dejar a Virgilio incompleto, pero aún tengo muchas ideas que plasmar y lagunas de lágrimas por retratar.
Pero en el fondo, no salté por la esperanza que aún reside en mí, que aún me hace esperar fervientemente mi rescate, mientras cargo esta enorme cruz que me acompaña.
Sin embargo, el caos de mi alma en reposo no descansa, como una fuerza imparable ante una ilusión que aún no desea desaparecer.
creo que no escribiré más por hoy