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Sol
Creo que hoy es uno de esos días
en los que me encuentro particularmente en paz, en un reposo curioso pero con mi anhelo eterno constante:
amar
trascender
dejar de ser un refugiado y sucio reo de una soledad desagradable,
ver colores aparte del gris,
sentir que el amanecer es constante, que el alba no desaparece, y, sobre todo, que el arcoíris siempre esté presente.
Es agradable
sumergirme escasamente en algo positivo, pero aun así el deseo no desaparece, las ganas prevalecen y el sosiego también se transforma en un grito de libertad.
¿Qué tal si lo pudiese compartir?
Mis prosas, textos y versos extensos, retóricos y redundantes,
poemas que resaltan por su imperfección y por un vacío inexplicable pero, a la par, llenos de amor.
Quizás haya un potencial por explorar al estar abrazándola fuera de mis sueños profundos,
fuera de mi obsesión.
Hoy siento cómo la melodía cambia, cómo la madrugada deja de ser tan sombría,
que esta vez no se siente tan mal convivir con el vacío residente en mi pecho.
Quizás sea porque mi musa maldita está encerrada por el momento,
dándose un descanso de la tortura para poder disfrutar del cálido abrazo de Calíope, la cual me hace sentir
iluminado,
al menos por hoy.
No quiero pensar en mi muerte inevitable.
Y, si bien sigo siendo imperceptible e invisible, en ocasiones, recibir un poco de luz en mi eterna caída es
agradable.
Quizás esté perdiendo rima, cayendo preso al engaño del positivismo,
pero es una ignorancia que me encanta.
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Inmortal
Es trascendental, curioso y aterrador ver cómo algo puede atravesar dimensiones, el universo entero y, por sobre todo:
el tiempo
Algo más que físico, incluso algo más que una idea.
¿Cómo funcionará lo que no se puede cuantificar?
Sentirlo sería una bendición,
saber que no existirían limitantes ante el deseo, los roces y los besos,
un sentimiento incapaz de desaparecer incluso después de perecer.
Nuestro motor, y quizás lo que deba ser nuestra religión.
Algo tan inconmensurable que sería injusto limitarlo tan solo a la palabra "amor".
Es insuficiente para algo tan inmenso.
Sé que estoy lejos de él,
pero eso no impide que lo espere con ilusión,
ignorando por momentos las pesadas cadenas que me atan a mi abismo en espiral.
Sé que mi prosa se aleja por completo de ese estilo, de esa sensibilidad y elitismo que retrata esa hermosa poesía,
pero, aunque lo intente, no la puedo replicar.
Quizás al sentirlo mi arte evolucione y deje de estancarse,
transformándose en algo más,
atravesando la barrera que yo mismo formé.
Quemar mis hojas anteriores para darle paso a la verdadera destreza.
Dejar de ver a mi lápiz como un escape para que pase a ser
un pincel
Abandonar la droga del vacío y pasar a algo sincero:
a un propósito.
Escribir no para mí,
para alguien que quiera compartir mi mundo incompleto
conmigo.
Tomar mi mano
transformando mi carta de suicidio en un afecto inmortal.
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Estruendo
Dejar de ser invisible, para que todos,
incluyéndome,
podamos admirarme, ver que
soy merecedor de mis penitentes deseos,
que tengo un talento tangible,
que soy un relámpago invisible,
imperceptible ante las masas, pero trepidante ante mis sombras.
Mostrando quizás esperanza, pero incapaz de dejar atrás sus partes endebles.
Solamente quiero salir del agujero y que todos mis demonios puedan sentir el rayo de mi presencia.
De un brillo real.
Y que no solo soy la encarnación de una patética tristeza.
Puedo ser algo más.
Soy algo más.
O al menos eso es lo que me susurra el distante sol.
Y, curiosamente, hoy me siento como un girasol,
como un astronauta que, con un foco mágico, quiere encender todo el universo,
explorar el vacío y hallar respuesta a sus más incómodas preguntas.
Sé que mañana volveré a caer, pero al menos es bueno sentir, de vez en cuando,
el reposo,
un respiro de motivación,
de música
y luz.
En ocasiones, es bueno ser consciente de mi fulgor incompleto.