Capítulo 6

Es de esos recuerdos que duelen, y que nunca se olvidan. Si igual ya yo no seguía siendo la misma chica de antes, Arthur nunca había tenido la intención de amarme, y yo no tenía derecho a juzgarlo. Termino de leer la carta entre lágrimas. El polo de menta gotea en mi mano manchando el papel viejo y estrujado. Pero me rehuso a apartarlo. Quiero cerrar de una vez esta historia, escribir algo nuevo por fin. Leer mis cartas me hace recordar que en algún momento lo necesité desesperadamente en mi vida, como si vivir sin él podría quitarme el aliento. Y no fue así. Esa chica de 15 años tuvo el valor de cerrar su corazón y encontrar la forma de amarse a sí misma.

Es el momento de finalmente acabarlas. No vale la pena esperar. Arthur ha sido amable conmigo hoy, pero ¿y el pasado? ¿cómo olvidas a quien te rompió el corazón? Es de las tareas más amargas de la vida. En aquellos tiempos tenía el alma partida en pedazos, piezas que aún tratan de encontrarse y volver a ser lo que eran antes.

Lo mejor que hago es terminar de leerlas del tirón, y no revolver otra vez mis sentimientos. Enterrarlos de inmediato como había hecho 6 años atrás, antes de que sea demasiado tarde y me vuelva a enamorar.

Tomo las otras dos cartas y reviso sus fechas. Abro la primera temblando, y la leo como si no fuera mía, como si fuera la primera vez.

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                                        21 de noviembre de 2014

¿Por qué eres así? ¿Por qué me gustas? ¿Por qué mi corazón late por ti? Ya no quiero amarte, no quiero. No puedo derramar ni una lágrima más por tu culpa, me rehuso a hacerlo. Me merezco a alguien mejor... claro que sí.

Pasé toda la noche haciendo esas galletas con chispas de chocolate para ti. Toda la noche repitiendo una y otra vez la receta para que quedaran perfectas. Mamá me había dado una caja de plástico que antes contenía bombones para allí guardarlas. Y yo tenía algunos lazos y broches de decoración para adornarla. Las hice con tanto amor que hasta duele decirlo.

No tenía dinero para comprarte nada por tu cumpleaños, pero sabía que eran tus galletas preferidas, y esperaba que te hiciera ilusión comerlas en tu día especial.

Rompiste mi corazón por milésima vez cuando las arrojaste en tu mochila sin probar ninguna y ni siquiera te fijaste en el envoltorio. Me quedé quieta por un instante, creí que lloraría, pero no podía delante de April, y por supuesto que no te demostraría mi dolor.

Pero tengo mis límites, y nunca te creí ese tipo de persona. Eres dulce con todos; menos conmigo, eres amable, honrado, e inteligente, eres el mejor de tu año y tienes un futuro prometedor. Pero aún me pregunto cómo pudiste ser tan insensible ese día. En el recreo vi a tus amigos comiéndose mis galletas, aquellas que había tardado toda la noche en preparar. Estaban deliciosas, oí decir a uno de ellos, y tú, no hiciste más que mirarme y encogerte de hombros. Jamás te perdonaré que no hayas valorado mi trabajo. El dolor que siento es más fuerte que el amor que creí que te tenía. Ya no. Por mi bien, ya no te querré.

Jess

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Estoy orgullosa de ella, de esa chica que supo entender que no valía la pena amar así. Que comprendió que por su bien tenía que intentar alejarse de él.

La última carta se estremece en mis manos e intento controlarme. —Hazlo por ti. —Me dije a mí misma porque no podía seguir ignorando lo que había sido mi amor. Mi tonta e inmadura forma de quererlo.

Después de unos minutos por fin me animo a leerla.

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                                               12 de enero de 2015

No pensaba escribirte nunca más, pero nos vamos del pueblo, y necesito desahogarme. Me pregunto una y otra vez si notarás mi ausencia. Si me marcho, ¿te darías cuenta? ¿Me extrañarás? ¿Aunque sea sentirás nostalgia de que ya nos los acompañe en el camino al colegio? Creo que será un alivio para ti no tenerme rondando.

Hoy te vi hablando con una chica muy guapa, no sé su nombre, no soy buena aprendiéndome los nombres de los demás. Seguro que ahora es tu novia. Ella reía con algo que tú decías, ¡Que suerte que tiene! ¿Por qué a ella si la ves? Ella para ti no es invisible, como yo.

Los vi pasar por mi casa tomados de la mano. ¿Tenías que pasar justamente por aquí o querías dejarme claro que tú nunca serías para mí? Que nunca estaríamos juntos como tantas veces he soñado. Creo que sé cuál es nuestro problema. Yo soy demasiado invisible ante el mundo, y tú eres muy ciego para notar mi amor por ti.

Creo que es bueno que me vaya. Si un día te vuelvo a encontrar, espero no seguir amándote, porque duele hacerlo.

Jess

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Necesitaba cerrar el ciclo, dejarlo marchar. Tengo cosas más importantes por las que preocuparme en mi vida. Una boda está en mis manos y debo hacerlo bien, necesito ganar la experiencia suficiente y acoplar mis ideas. Luego de que termine la celebración me marcharé, volveré a New York. Tengo pensado hacer una página web con la muestra de todos mis trabajos y lograr atraer nuevos clientes. Mi paso por Glash Village es pasajero, son solo seis meses en los que estará cerca de mí. Pero como la chica de antes, tengo que ser fuerte para lograrlo. No es imposible, las últimas dos cartas lo demuestran.

Me seco las lágrimas y me levanto más segura que nunca. Guardo los sobres en el estante de libros, el lugar a donde pertenecen, y salgo de casa nuevamente para cumplir con mis planes del día.

«Arthur es pasado, solo eso, un triste pasado.» Me repito una y otra vez en la cabeza para lograr entenderlo.