Dibujo su rostro con mis manos, y compruebo que ese beso fue real, que Arthur está frente a mí, que no estoy soñando. Disfruto de observarlo libremente, sin miedo a sostenerle la mirada o a encontrar destellos cafés en sus ojos azules. Que el sonido de su voz no es temeroso, y muestra cuán verdadero es esto que tenemos, eso que solo nosotros logramos entender. Acaricia mi cabello con delicadeza antes de dejar un camino de besos en mi rostro y detenerse en mis ojos para recordarlos bien.
—Guardas bajo ese velo de pestañas los ojos más bonitos del mundo. —De los pocos cumplidos que me han hecho en mi vida, sin dudas este es el más especial. No soy la chica más linda del pueblo, ni la más interesante, pero les aseguro que ahora mismo soy la más feliz.
—Nunca te creí chico de hacer piropos de este tipo. Así tan poéticos. —contesto escondiendo mi rubor.
—Y no lo soy, pero ha sido lo primero que me ha venido a la cabeza. —Vuelve a besarme con ternura, e incluso así, aún no me lo creo.
—Esta es la primera vez desde que llegué a Glash Village que estoy segura de que tomé la decisión correcta. —Le confieso con el alma inquieta mientras sus manos están en mi piel.
—Me alegro tanto de que tuvieras una razón para volver, eso se lo tengo que agradecer a mi hermana. —Acomoda mi sombrero de paja, y mi pregunta le toma desprevenido.
—Arthur, ¿por qué April no quería que estuviéramos juntos?
—No sé, pero a veces me pongo a pensar, y quizá creyó que si en aquella época tú y yo hubiéramos tenido algo la dejaríamos de lado. Es muy sensible y tiene miedo a quedarse sola. —justifica las acciones de su hermana.
—¿Y ahora cómo crees que se lo tome? —Con el comportamiento de April de los últimos días no estoy muy segura de que pensar.
—No creo que muy bien. Me sorprendí cuando la encontré en tu casa esta mañana, anoche le conté a Peter que te acompañaría a buscar el lugar para la boda, al parecer se lo dijo y sus miradas amenazantes hacia mí explican mucho. —Se encoge de hombros mientras se pasa la mano por su nuca.
—Sin dudas tiene que haber sido así, eso explicaría su cambio de planes repentino. —No puedo creer que mi mejor amiga sea una de las causas por las que Arthur y yo no hayamos podido estar juntos en el pasado.
—Creo que mejor se lo decimos después de la boda, así estará un poco más relajada y podrá asimilarlo mejor. —Propone, pero no me gusta para nada la idea.
—No ¿por qué ella no puede comprender que nos queremos? No todo gira entorno a su vida, Arthur. El no permitirte que te acercaras a mí fue un acto muy egoísta de su parte. Nunca pensó en nosotros o en lo mal que lo estábamos pasando. —Puedo perdonarla por los errores del pasado, pero que después de tantos años no logre entender que Arthur y yo merecemos ser felices, eso no.
—No te enfades, Jess. Solo esperemos un poco antes de decírselo, ahora mismo ambas están con los preparativos de la boda. No quiero que exista ninguna tensión entre ustedes, yo quiero estar contigo, eso tenlo claro. Si hemos esperado años para estar juntos, unos pocos meses son nada. —Trata de convencerme.
—No dejaremos de ser un secreto, Arthur ¿Por qué no podemos decirle al mundo que nos queremos como hacen todos? No es justo. —Hacía un momento era la chica más feliz del universo y ahora me siento como antes, la más invisible.
—Es lo mejor, Jess, solo hasta la boda. —Ese es el mayor problema, yo tengo pensado marcharme a New York después de la boda, vivir una relación a distancia luego de estar en la sombra por meses no es lo que deseo. Tardo en responder pensando en si vale la pena un amor así, a escondidas, pero la otra opción sería dejarle.
—No. —susurro y me alejo por el camino en dirección a la casa del señor Bing.
—Jess... Jess. —Me sigue, y me siento la persona más desafortunada del mundo. Nada parece salirme bien, ni siquiera siendo correspondida por la persona correcta. —Hazlo por April. —Sus palabras hacen que me detenga, era la misma frase que me repetía una y otra vez cuando llegué al pueblo. «Hazlo por April» ¿Había hecho algo April por mí? Contratarme para organizar su boda había sido un acto de ayuda o solo estaba velando por sus propios intereses. Ya no estoy segura de que pensar. Ha sido una gran decepción de mi mejor amiga.
—No me pidas más, yo esperaré hasta que estés listo para contarle a todos lo que sentimos. —La casa del dueño del vivero se alza a lo lejos y apresuro el paso para no tener que escuchar hablar sobre el tema.
—Jess... —No escucho nada más, entro al porche de la casa de estilo victoriano del señor Bing, y toco la puerta con cierto desespero.
Un hombre alto de bigote canoso y ojos marrones me recibe con un cigarrillo en su boca.
—¿Qué desea? —Me pregunta intrigado. Otro amigo de mi padre que ni siquiera logra reconocerme.
—Soy Jessica Roth, la hija pequeña de los Roth's. Tengo entendido que el invernadero abandonado a las cercanías del lago le pertenece. —Disimulo mi enojo con el universo y siento la presencia de Arthur detrás de mí.
—¡Oh, cómo estás de cambiada! ¿Tus padres cómo están? —El hombre alza sus brazos en señal de sorpresa y cala de su cigarrillo para expulsar el humo sobre nosotros.
Trato de aguantar la tos que me produce el aire tóxico, y finjo una sonrisa.
—Están bien.
—Hola, señor Bing. —Arthur lo saluda con un apretón de manos.
—Muchacho, tengo que hacerte una visita en el bar. Necesito que juguemos otra partida de póquer con los de la vieja escuela. —El señor le sonríe y le da una palmadita en la espada. Creo que olvidó lo que dije del vivero.