Han pasado dos días desde la fiesta del pueblo, y de la noche en la que todos supieron de mi relación con Arthur. Dos días en los que hemos podido disfrutar de nosotros, sin tener que escondernos de nadie.
Glash Village ha vuelto a la normalidad, y es todo un alivio caminar por sus calles sin tropezarnos los unos con los otros. La decoración ha sido retirada y la plaza barrida de cualquier suciedad, pero aún así, en nuestra mente queda el recuerdo de la fiesta mayor, y lo que trajo consigo.
Los preparativos de la boda no se han detenido, y he estado toda la mañana en Bar Bells llamando a los invitados para confirmar su asistencia a la celebración. No he visto a April desde aquella noche, y Arthur me cuenta de que sigue siendo la misma con él, solo que una vez que saca a relucir el tema de nuestra relación, ella prefiere quedarse callada.
Aprovechando que el bar no está tan concurrido y que tengo unos minutos libres, llamo a mis padres y a mi hermano para comunicarle las buenas nuevas.
Creía que se sorprenderían cómo hicieron mis amigas, pero no. Mamá se alegra de saber que Arthur aún mantiene sus sentimientos por mí. Dice que lo vio la noche antes de marcharnos caminando alrededor de la casa y mirando en dirección a mi ventana.
—Estuvo allí por más de una hora, pero al final se marchó sin más. Yo sabía que te gustaba, escribías su nombre en todas partes, y te ponías roja como un tomate cuando iba a visitar a nuestro gato.— Al parecer en casa no era tan discreta como creía. Pienso en la última carta que le escribí, y que no guarda un recuerdo tan bonito de un chico enamorado como describe mi madre, pero trato de eliminar esa imagen de mi mente.
—Es muy buen muchacho, estoy feliz por ustedes. ¿Vendrán juntos a New York? —pregunta mi padre y yo me tenso al instante. Nunca me había planteado esa variante. Aunque después de las confesiones de Arthur referentes a la ciudad, no creo que le haga mucha ilusión mudarse al epicentro del caos.
—No lo sé, papá. Aún no hemos hablando de esas cosas. —«Si ni siquiera le he dicho que me marcho después de la boda».
—Podríamos hacer una cena todos juntos una vez que lleguemos a Glash Village. —Propone Joan acercándose a la laptop cargando a la pequeña Alessia en sus brazos.
—Es una gran idea. ¿Ya tienen fecha para venir? —Pregunto mientras le hago monerías a mi sobrina y esta me observa con atención y curiosidad antes de regalarme la más sinceras de las sonrisas desde New York.
—Primero de Octubre, estaremos poco más de un mes en el pueblo. —Responde mi padre inclinándose más a la pantalla y arreglándose sus lentes.
—Mamá, papá ¿Puedo hablar a solas con Joan? —Me muerdo el labio inferior cargada de dudas. Necesito de los consejos de mi hermano.
—¿Pasa algo, Jess? ¿Qué le dirás a Joan que a nosotros no nos puedes decir? —Mamá comienza a inquietarse y a preocuparse, pero para mi suerte Joan sabe como calmar sus nervios.
—Son cosas de hermanos, mamá. Además no te preocupes que si es para cometer alguna locura desde ya le digo que no. —Me señala con el dedo mientras le entrega la bebé a mis padres y estos se alejan prestándole toda la atención posible a su única nieta. —¿Qué te pasa? No me digas que metiste a alguien a mi habitación.
—No, tonto. —rio con su ocurrencia. —Por cierto ¿por qué no quieres que nadie esté allí? —Me apoyo sobre la mesa de café para acercarme más a la pantalla.
—Me da vergüenza que alguien vea que de adolescente guardaba debajo de la cama póster de chicas y algunas revistas de esas que...
—Ya ya ya... mejor no me digas nada. —Lo último que quiero es saber eso.
—Tú preguntaste. —Se ríe de mi reacción, y me contagia de su alegría y buen humor. —¿Para qué querías hablar conmigo?
—Necesito de tus consejos.
—¿Sobre qué? —se cruza de brazos algo dudoso y no deja de mirarme con el ceño fruncido, como si le fuera a pedir dinero.
—Las cosas con April no están bien. —No puedo evitar que mi voz suene algo nostálgica. —Al parecer que Arthur y yo estemos juntos no le hace mucha ilusión.
—¿Pero se han peleado o algo? —Me pregunta mucho más relajado al ver de que se trata todo.
—No, no, ni siquiera hemos podido hablar del tema. Es como si quisiera ignorar por completo lo que su hermano y yo sentimos el uno por el otro.
—Suele pasar mucho, Jess. —Me explica con tranquilidad. —Quizá que estén juntos se le hace algo extraño porque no está adaptada a verlos de esa forma. Incluso puede que dude de si tu amistad es verdadera o solo te acercaste a ella por su hermano, a muchos les pasa por la cabeza. En realidad solo April sabe la verdadera razón. Es egoísta, de eso no tenemos dudas, pero no la juzgaremos por eso, muchos nos pondríamos de la misma manera.
—¿Qué dices? Yo nunca me pondría así. —Le respondo con rapidez ante semejante acusación.
—¿No? ¿Qué tal si descubres un día que Rose y yo nos queremos?
—Pero ¡si tú estás casado! —chillo alarmada, ¿cómo podía ser eso? Oh Dios, no.
—No, Jess. Es una situación hipotética. —Niega con la cabeza, se aprieta el puente de la nariz con frustración, y suspira con fuerza antes de decir. —Tienes que ponerte en el lugar de April.
—Vale. —Le contesto avergonzada, Joan no pierde la paciencia muy rápidamente pero conmigo le cuesta mantener la cordura. «Cosa de hermanos.»
—¿Cómo te sentirías si eso fuera verdad?
—Si lo fuera... —me quedo en silencio.
—¿Jess? —Joan me llama desde la pantalla al ver que no digo nada más. —¿Ya te diste cuenta?