La boda de mi mejor amiga

Capítulo 21

                                🍃🍃🍃

No me importa lo que diga el horóscopo de nosotros, yo te quiero a ti.


 

Jess, siempre has sido mi Jess, nunca te he visto con otros ojos que no sean con los de un chico tonto enamorado. Por más que haya disimulado mi amor por ti, me era imposible no desearte entre mis brazos a cada instante y más cuando estabas cerca.


 

Te debo mil explicaciones del pasado, y que mejor que una carta para guardar mis disculpas en un papel. Como pensabas, siempre fuiste aire para mí, pero no eras al que ignoraba, no. Eras ese con el que no podía dejar vivir; el que me era imprescindible para respirar, el que encontraba incluso en mis sueños y aunque estuvieses lejos me hacía suspirar. Aún hoy en día, te veo de la misma forma, y sigo sintiendo lo mismo por ti.


 

Aquella mañana en la que apareciste con tu bicicleta me comporté como un idiota, pero te conocía, eres un caos, y temía que te hicieras daño. Me arrepentí al instante de haberte dicho eso, y más cuando te vi caer. Estuve todo el día pensando en la manera tan despectiva en la que me gritaste que no te tocara, me dolió tanto que creí que no querías verme, y estuve más seguro de ello cuando ya no nos acompañabas al colegio. Pero April me imploró que me disculpara, y supe que entonces tú me extrañabas de alguna forma, por eso corrí a comprarte esos polos de menta y te esperé en el sendero. No te imaginas lo nervioso que estaba, y más aún cuando tus ojos me contaron que te habían visto llorar. Nuestros dedos se rozaron, y verte ruborizarte me había incitado a besarte, pero no me atreví, por lo que tú ya sabes. No dejabas de ser la mejor amiga de mi hermana, por más que yo no me acordara de ello.


 

Tengo tanto que agradecerle a Alf, había encontrado la excusa perfecta para visitarte todos los días, y aprendí a conformarme con eso, con verte de lejos, al igual que tú lo hiciste.


 

Malinterpretaste mi actitud cuando creías que me burlaba de ti en el momento en que te enfrentabas al grande de la escuela, le diste su merecido. Fue gracioso ver que lo ponías en su lugar, nunca nadie le había plantado cara y tú lo hiciste, estaba orgulloso de ti.


 

En el lago, Jess, estabas preciosa, y poco me importó que vistieras una camiseta de tu padre. Admito que me dejé guiar por el grupo al no elegirte para el equipo, pero te vi marcharte y yo hice lo mismo. El lago ya no me parecía tan interesante si tú no estabas en él.


 

¿Recuerdas la caja de plástico que me regalaste con galletas por mi cumpleaños? Puede que solo haya podido probar una, pero aún guardo el empaque, solo porque sabía que lo habías adornado para mí, porque me gustaba imaginarte haciéndolas pensando en nosotros y cuanto me hubiera gustado besarte en ese instante.


 

La tarde en que supe que te marchabas del pueblo. Oh, Jess, no podrías ni hacerte una idea de cómo me sentí. Te ibas, y yo no podía hacer nada para retenerte. Estaba enojado contigo, con el mundo, con todos, y cometí la inmadurez de invitar a Lisa al lago y pasar por tu casa, solo para ver si a ti también te dolía como a mí el hecho de que nunca podríamos ser nada.


 

Lloré tu partida en silencio, y mentiría si dijera que durante estos seis años jamás pensé en ti. Los polos de menta con chispas de chocolate nunca me gustaron, no sé qué les ves de especial pero los compraba solo porque me recordaban a ti, a que un día estuviste en mi vida, aunque nunca tuve la certeza de que volverías.


 

Cuando regresaste aquella mañana al pueblo, te juro que no lo podía creer, estabas diferente, no parecías la misma, y volví a sentirme igual que cuando tenía 17 años o peor. Por eso me atreví a ser más amable contigo, y siempre que te veía olvidaba cualquier impedimento del pasado que pudiera separarnos, porque tus ojos me decían a gritos que aún me querías, que podíamos estar juntos.


 

Te amo, Jess. Lamento mucho haberte hecho sufrir, y tus cartas me han llevado a ese pasado que aunque no fue el más lindo de todos los recuerdos de amor, no deja de ser nuestra historia. Con tu torpeza; con tus polos de menta con chispas de chocolate, con tus ocurrencias y tus curiosidades locas, con tu horóscopo y el mío, con tus inseguridades y tu creencia de ser invisible ante todos sin darte cuenta de que eres mi mundo.

                  

                           Besos infinitos, Arthur.


 

                               🍃🍃🍃


 

Repaso cada palabra con mis dedos y me llevo al pecho su carta, no puedo creer que me ha escrito estas líneas. ¿Se puede morir de felicidad? Nunca he sentido nada igual, ese revoloteo en mi corazón que lucha desesperadamente en mi pecho, ¿Es normal que me tiemble todo el cuerpo o qué mis lágrimas corran con descaro por mis mejillas?


 

Seis años atrás habíamos caído enamorados de nuestra juventud, de nuestra inocencia, y de nuestra falta de experiencia en el amor. No supimos manejar este desconocido sentimiento, pero ahora que nadie intente frenarnos, porque será imposible.


 

Mi amante paciente, muero por verme en sus ojos, y escuchar su voz diariamente, y dejarle hacer siluetas en mi piel. Quiero que hablemos de la vida y que nos demos cuenta que nacimos para vivirla juntos. Mi chico perfecto, pretendo perderme en su corazón, y no escaparme nunca de allí.


 

Son las 7 am, y estoy en el porche de la entrada de mi casa. No hay rastro de Arthur, solo ha dejado esta carta y se ha marchado. Ni siquiera he desayunado, pero poco me importa. Salgo en su búsqueda y el frío de la mañana eriza mi piel. El otoño llegó con alegría y no puedo dudar de que sea de las mejores temporadas del año. Corro por el sendero, el camino hasta la propiedad de los Wheeler's me parece inacabable y son solo un par de pasos. Supongo que eso es lo que pasa cuando estás desesperada por ver cara a cara al hombre de tu vida.




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