La Boda Del Diablo

CAPITULO 12: INSTITUTO PROMESA.

Caminaron hasta el hotel, los pasos de Elizabeth eran lentos y sus mejillas estaban rojas por el frío, la mano de Lucifer, en su cintura y así llegaron.
La entrada al hotel era de un hermoso color bronce, y un alfombra roja iluminaba todo como pasarela, Elizabeth pudo notar un olor a perfume caro con incienso barato de hierbabuena y le pareció gracioso, la recepción, llena de sillones forrados en terciopelo y el mostrador, Un mueble de madera fina y un vidrio rayado y quebrado, ironías.
-Una habitación, por favor.- La ronca Voz de Lucifer resonó en recepción, y la mirada de unos hermosos ojos verdes chocaron a ellos.
-Bienvenidos- Sonrió aquella recepcionista -Claro- Le ofreció rápidamente. -Habitacion 138, en el séptimo, piso.
Lucifer tomo las llaves y suspiro.
-Gracias- Gruñó con ojos fueron brillando en su hermoso rojo.
El Azabache, llevo a la mujer al elevador y al entrar sonrió, miro a la joven y luego presionó el botón de el piso destinado.
-¿pasa algo?- la dulce voz de Elizabeth llamó su atención, Como un canto desesperando.
Sus labios estaban secos, podía verse los pliegues y el gloss ya no estaba en ella, las avellanas en sus ojos brillaban y sus miradas se cruzaron con ternura y desespero.
Lucifer la acorraló en la pared del fondo del elevador, acaricio su cintura, se acercó más a ella, haciendo que pudiera sentir su respiración caliente y acelerada contra ella, el corazón de Elizabeth dio un salto y comenzó a latir tan rápido, y mientras ella traba de ordenar sus pensamientos, sus manos sudaban y sentía el calor de el ardiente cuerpo de ese hombre quemando el de ella, el le dio un apasionado beso, Elizabeth, aunque no comprendía del todo correspondió, las manos de Lucifer bajaron hacia su cadera, podía sentir como apretaban a su paso y trataba de seguirle el ritmo, su beso hacia su cuello, sintió un aire en la espalda que le erizo la piel y abrió la boca, parecía querer decir algo, pero creía que más bien, saldría un sonido, raro de su garganta.
-Click- El sonido de el elevador al detenerse. El Azabache jadeo y se separó de ella rápidamente.
El ambiente se volvió denso y unos segundos estaban cerca de volverse, horas. Acomodando un poco su ropa antes de que se abrieran completamente las puertas del Elevador, la cabeza de Elizabeth daba vueltas si bien, se sentía mareada, era el sabor de la boca de Lucifer que aún estaba en la de ella.
Una mujer de edad avanzada entró.
Cabello blanco como nieve y ojos llenos de ternura.
-Buenas noches jovenes- Una voz serena.
-Si, buenas noches.- Escupió Lucifer con una voz cargada de ira.
El rostro de Elizabeth, estaba rojo, y sus manos se volvieron blancas de lo apretadas que estaban. El ascensor llegó al piso que necesitaban y Elizabeth salió.
-No necesitabas hacer eso- Suspiro Lucifer viendo a la anciana.
-Casi comentes una locura- esa voz conocida. -No puedes volver impura a la mujer antes de la ceremonia.
-Lo dices tú, que dejaste que se sumiera en un abismo.
-Querido Lufer- Trato de hablar, pero fue ignorado y detenido.
-Dios, se lo que hago, ahora, déjanos tranquilos- Salió del elevador y siguió a la joven que miraba los números de las puertas. -Al fondo querida.
Estaba visiblemente molesta y se apresuró mientras seguía mirando.
Cuando llegó se detuvo y volteó su vista a el.
-Abre- Ordenó.
-me parece bien que des órdenes, como la dama del infierno, pero yo soy el rey, soy la máxima autoridad- Abrió la puerta.
-¡Mi trasero!- Replicó molesta -Para mi, no eres más que un imbécil aprovechado.- Entró cuando la puerta se abrió.
Se metió directo al baño los tacones resonaban con ira, el de ojos rubíes sonrió, estaba disfrutando de aquellos arranques de ira, pensaba que "Una reina debía tener un temperamento fuerte, una voz propia y una conciencien inquebrantable, nadie puede decidir por la futura reina, ni siquiera el mismo", y eso, esa simple acción de rebeldía de ella, lo volvía loco.
La ducha se abrió y el agua calmaba su cuerpo, sentía como ardía, el agua fría no parecía ayudar, sus mejillas rojas y su ojos llenos de lágrimas de coraje, estaba tan enojada.
Por otra parte, Lucifer aflojó su ropa, Aquella playera de cuello de tortuga negra y el pantalón de vestir, sus brillantes zapatos y ¡Que espectacular! Su cabello suelto, todo combinaba con su fuerza y elegancia. Desapareció.
Cuando Elizabeth salió del baño, con la bata suspiro y cuando abrió los ojos, ahí estaba el con una sonrisa y ropa en sus manos.
-Te traje ropa cómoda para que duermas.
Elizabeth dio un brinco y su corazón se acelero.
-Gracias- Arrebato la ropa y lo miró con ira.
-Anda- Sus ojos brillaron con malicia traviesa -vístete.
-¡Largo Lucifer!
Y con una risa burlona el volvió a desaparecer.
Finalmente suspiro aliviada aunque también exhausta, quería aún pasar tiempo con Lucifer, mientras se vestía su cuerpo aún temblaba, no sabía si el frío o todo lo que pasó por el día, pero se sintió cansada y finalmente al terminar de vestirse; cayó rendida directo a sus sueños.

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Abrió los ojos y esas malditas escaleras, estaba harta de eso, ya no quería soñar más sobre esas cosas.
Dio un grito tan fuerte que incluso lastimó sus propios oídos.
-¡Estoy cansada! ¡Ya no puedo!- Su voz se quebró -Solo quiero huir.
-¿Quieres huir?- Aquella voz seductora se presentó frente a ella -puedo ayudar.
Sus ojos negros sonriendo. Su melena hermosa y voz zumbante.
-¿Quien eres?- sus manos temblaban y podía escuchar su propio corazón. Parecía estar en su boca.
-¡Elizabeth!- se escuchaban los gritos desesperados de Lucifer, al final de esas escaleras. Como siempre
-Belcebú- habló el -Yo no te amo, Elizabeth. Pero te puedo hacer reina... sobre los cadáveres de quienes sí lo hicieron; solo necesitas... Dejarte guiar por mi propia obscuridad.
Los labios de ella temblaron y volvió ese grito desesperado.
-¡Elizabeth!- Está vez no era Lucifer, los gritos de Gilbert




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