Aún no me lo podía creer, mi gran día estaba aquí, hacía meses que solo soñaba con este momento. La mañana había sido dura, llena de prisas, pero al final estaba aquí, en la limusina de camino al altar.
Cuando el chófer aparca en la puerta de la iglesia no puedo estar más nerviosa, me ayuda a salir del coche y a subir la escalinata de la entrada, que con los nervios me parece cada más imponente. Llego ante las puertas cerradas y respiro hondo por última vez, mientras espiro cuadro mis hombros y las puertas se abren.
Todo el mundo está en pie, mirándome con la boca abierta, el vestido de seda salvaje me queda como un guante, y mientras voy caminando dentro de la iglesia, no hago más que mirar al hombre de mis sueños, con el tanto momentos felices había pasado el hombre por el que me había vuelto loca de amor, Axel.
Por fin llegue al altar, y la gente seguía sin moverse
- Ana que has hecho - decía Axel- ¿Donde está Emili?
Al ver su cara me di cuenta, como iba a explicárselo, como iba a explicarle que había matado a esa zorra que nos había separado. Entonces, no me quedo otro remedio, solo pude dispararle.