La Bruja de Witchwood

Capítulo 5 - Un viejo amigo

Warren iba de camino hacia la ciudad Kapkal en busca de su gran amigo, el cual poseía un extenso conocimiento sobre historias, mitos y temas mágicos. Warren necesitaba saber sobre Witchwood, saber si este paraje era real o una simple ficción de sus sueños.

Después de un rato de andar, pensando en los sueños que tuvo sobre el pueblo, por fin se encontró de pie frente a Wistory, una gran biblioteca construida de roca, y en seguida entró por la puerta principal. El interior estaba lleno con gran cantidad de estantes de caoba colocados paralelamente, de forma que creaban pasillos; una escalera de madera en forma de espiral llevaba al segundo piso donde más estantes revestían las paredes, todos cargados de libros. Las lámparas colgadas de los pilares, iluminaban por completo el recinto, brindando un ambiente tranquilo y perfecto para sentarse a leer. Esto lo dejó asombrado, nunca estuvo en un lugar tan impresionante.

Notó que había una señora de unos cuarenta años sentada cerca de una mesa alta al lado de la puerta principal. La mujer lo vio y le dedicó una sonrisa, dándole la bienvenida. Warren, al verla, le sonrió también y le dijo:

—Buenos días.

—Buenos días, joven —respondió ella—. ¿En qué te puedo ayudar?

—Estoy buscando a mi amigo Bill. Él trabaja en esta área.

—¿Bill? Sí, claro. Él está al otro lado de ese acceso —señaló con su dedo un pórtico café a su izquierda—. Se encuentra en la habitación del fondo, nada más toca la puerta y espera a que te abra.

—Gracias.

Se giró hacia el sitio señalado, se acercó y tocó con los nudillos. Después de solo unos segundos esta se abrió.

—¡Bill! ¿Cómo estás? —preguntó Warren enseñando unos dientes en todo su esplendor. Hace años que no veía a su amigo, una sensación de felicidad lo invadió y no pudo evitar demostrarla.

Bill abrió los ojos como platos, sorprendido. Extendió los brazos para recibirlo y estrecharlo.

—¿Qué haces aquí?

Warren se apartó y lo miró a los ojos. La sonrisa que tenía se esfumó de su rostro y pasó a tener una expresión seria, de preocupación.

—Necesito que me ayudes con algo.

—Comprendo —levantó una de sus cejas—. ¿En que necesitas que te ayude?

—¿Sabes algo sobre un pueblo llamado Witchwood?

—¿Witchwood? —alzó la otra ceja para dejar ambas levantadas. Su expresión era estupefacta y a la vez un poco confundida—. Conozco varias cosas sobre ese pueblo, pero ¿por qué necesitas saber sobre él?

—Algo raro me ha estado pasando y creo que tiene que ver con ese sitio.

—Entra y me cuentas todo a detalle.

Warren ingresó y ambos se dirigieron a unos asientos suaves y acolchonados que se encontraban cerca.

—Verás, desde hace mucho tiempo he tenido sueños sobre el lugar… —Mientras Warren le contaba minuciosamente sus sueños a su amigo, Bill se encargaba de buscar libros que tuvieran información relevante sobre el pueblo—…y esa mujer siempre me conduce a ese letrero que dice Witchwood.

—Por aquí tiene que estar —dijo Bill buscando entre el montón de volúmenes—. Efectivamente.

—¿Qué encontraste?

Bill se dio media vuelta y dejó ver que en sus manos cargaba un libro de color negro, el cual tenía en el centro un símbolo blanco curvado, de apariencia algo extraña, como si fuera una flor con solo tres pétalos rodeada por un círculo.

—Witchwood era un pueblo ubicado al norte de la ciudad de Frostville, se dice que en esa villa existió una bruja llamada Meredith Lawrence —señalaba con su dedo cada palabra que iba leyendo—. Una bruja muy poderosa. Los woodeanos… —alzó su cabeza y vio a Warren—. Así eran conocidos los habitantes del pueblo, por aquello que no sepas —enfocó la mirada otra vez en el manuscrito y siguió leyendo lo que explicaba—. Bueno, dice que los woodeanos trataron de asesinarla en la horca por los desastres que estaba causando en el pueblo.

—¿Una bruja? —interrumpió Warren.

—Espera que aún hay más —siguió leyendo, ignorando la pregunta de su amigo—. La bruja dijo estas palabras antes de que los pueblerinos jalaran de la cuerda: Me verán regresar por sus almas. Todo lo que conocen dejará de existir. Sus días están contados.

Warren estaba muy asombrado por toda esta información, aun así no comprendía por qué soñaba con Witchwood si nunca estuvo ahí. Ahora sabía que el pueblo era real ¿La mujer de su sueño era esa bruja del libro? ¿Quería comunicarse con él? ¿Le estaban dando advertencias sobre Witchwood? ¿Tendría que visitar ese pueblo?

 Pero no podía concebir ninguna de esas ideas, era absurdo pensar que una bruja quisiera comunicarse con él o que algo le estaba dando advertencias sobre ella o sobre ese lugar. ¿Qué tenía él que ver con todo eso?

—¿Esta mujer siempre fue mala? —preguntó Warren.

—No lo sé —se encogió de hombros—. El libro solo dice que una maldición azotó la villa y que ella fue la causante de todas las desgracias que sucedieron.

—¿Se sabe por qué comenzó a destruir el pueblo de Witchwood?




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